Durante el siglo XX el mundo de la Danza de los Mascarones, al igual que en muchos otros ámbitos de la vida social, cultural, tradicional… pasaron por distintas fases de esplendor y decadencia propiciadas por los momentos políticos de cada tiempo. Desde siempre los gigantes, cabezudos, bestiario, llamados así de manera genérica, eran considerados un elemento festivo propio de Santa Cruz de La Palma y, también, arraigo de costumbres pueblerinas por otros ejemplos existentes en la Isla, como en Tijarafe “El Diablo” por la fiesta de Nuestra Señora de Candelaria y en la Villa de Mazo “El Borrachito” por la festividad de la Virgen de los Dolores (Lodero). Se estimaban como figuras integradas dentro de nuestro marco folklórico y, además, componentes tradicionales más que participativos en los actos locales e insulares.
En el orbe hispánico, los actuales mascarones y demás figuras pertenecientes a la imaginería popular tienen su antecedente en las antiguas procesiones del Corpus Christi. Desde 1424 hasta entrado el XVIII danzaban, anualmente, delante de los desfiles eucarísticos. En 1780, la corona española en el afán de dar un cambio al país, prohibió su presencia en dichos actos. En nuestra ciudad capital se ha podido documentar su existencia, primera mitad del XVII, 1745 y 1774, y de un conjunto de diabletes, registrados en el último año citado, que simulaban unos personajes infernales portando vejigas atadas a unas largas varas y de cuya indumentaria pendían cencerros. Es probable la asistencia de alguna tarasca y cabezudos, que de momento no ha podido ser analizada.
Una vez suprimidos de los antedichos cortejos, se les buscó nuevo acomodo en otras convocatorias lúdicas, como en 1814 con motivo de la reinstauración al trono de Fernando VII; en 1815 por las Fiestas Lustrales y en 1833 por la proclamación de la reina Isabel II, cuando se registran dos parejas de idéntica naturaleza: los varones ataviados “a lo turco” y las féminas a la moda de entonces. Es lógico pensar, aunque se carece de información, que a lo largo de las décadas subsiguientes (1835-1855) tomaron parte en el programa quinquenal.
Por el deterioro ocasionado a causa del uso continuado, hizo que en la edición de 1860 se estrenaran dos parejas de gigantes, adquiridas en la población norteafricana de Tetuán y en 1865 el polifacético sacerdote, beneficiado de la Parroquia Matriz de El Salvador, Manuel Díaz Hernández (1774-1865), confeccionó un cabezudo, vulgo mascarón, a modo de personaje bastonero o director de la danza, el gran enano. Esta agrupación se mantuvo en toda la segunda mitad del XIX, perdurando hasta 1930.
Para entender la época en que se vive, en los inicios de la pasada centuria, debemos hacer un alto obligado y recordar el hecho trascendental de las salidas, según una crónica periodística de la época (1890), de cinco muñecos en las Bajada de Las Nieves, que fueron destruidos en el incendio, ocurrido en 1931, del antiguo casino, sito en la calle Álvarez de Abreu, número 11, donde se guardaban.
Debido al expresado siniestro, el ayuntamiento se vio en la necesidad de componer una nueva comparsa para las galas marianas de 1935. Se encargaron cinco figuras a la casa Eilers & Mey (Alemania), con sede en la pequeña población de Manebach (Turingia). De ese prestigioso establecimiento llegaron dos pares de cabezas, conocidas como Mendozas, el Asmático y su gemelo, y un desaparecido Liliputiense. Lo curioso es que vinieron adaptadas para ser utilizadas como gigantes y lo hicieron en su primera comparecencia, aunque se conozcan de forma inversa. Se le encomendó, inmediatamente, a Félix Martín Pérez (1908-1989), conocido por Félix Castilla, escultor local, la elaboración de un sustituto al ya indicado del Sr. Díaz, que se le conoce por Biscuit, vocablo inglés que significa galletas, atribuido por la afición a dicho componente alimenticio de cereales de quien lo bailaba, y que, aún, lo custodia su hijo, Luis Martín Rodríguez, que ha sido sustituido por otro en 1990 y cuya autoría es de Julio Fernández Pérez.
Con cierta reminiscencia ha sido notable el interés para considerar que lo popular posee un valor incalculable y no debe perderse. Se tiene que investigar, potenciar y promocionar. El contingente se ha incrementado, siendo de 1940 la última Bruja y cuatro gigantes, aunque no conozcamos su origen, su adquisición permitió reducir la altura de los rostros de procedencia alemana. Posteriormente, se ha extendido su jolgorio a las onomásticas de los barrios. Su convocatoria excepcional lo fue con motivo del ascenso al trono en 1902 de Alfonso XIII (1886-1941). Su popularidad, avanzado el siglo XX, acarreó que el sector Norte, compromisarios franciscanos, se dotaran de sus respectivos grupos, que data de 1924 y, privados o no, conformado por algunos gigantes, Cantinflas o Luis Sandrini. Mientras, el sector Sur, la Real Hermandad del Rosario, por Naval en 1951 con la Luna de Valencia, Blancanieves, el Príncipe y los Siete Enanitos, las denominadas sorpresas y vasija de barro, el Rey de Bastos y la Reina. Al comienzo de los años sesenta por circunstancias adversas a su sostenimiento muchos de ellos fueron traspasados a las dependencias municipales. Entre 1960 y 1975 aquellas unidades, entre los nombrados y el Gordo y el Flaco obsequiados en los cincuenta por la familia Fierro a los hermanos seráficos, fueron concedidas al consistorio capitalino por las respectivas formaciones religiosas, desapareciendo el de singular garbo (el Liliputiense).
En 1980 se encargaron a Aragonesa de Fiestas (Zaragoza) una decena: los Reyes Católicos, Monarcas Musulmanes, Gendarme, Sancho Panza, Payaso, Verdugón, Mono y Elefante, siendo gigantes los cuatro primeros y los seis restantes cabezudos. De igual manera en el ´90 a Fernández Pérez se le contrató para la restauración y la confección de una veintena de novedosas siluetas. Unas fueron de invención propia tales como las Damas Bobas y la perseguidora Bruja con la escoba y otras surgieron por inspiración literaria o en los iconos infantiles como Bambi, Pinocho, Pato Donald, Tintín, Mickey Mouse, los Tres Cerditos y el Lobo, Pitufo y la Pitufina…
Hay que reseñar dos rescates, últimas intervenciones, pero en realidad faltan otros, entre los gigantes la pareja de magos típicos. Se ha incorporado, por una parte, un cabezudo semejante al ideado por Díaz Hernández, realizado por los alumnos de la Escuela de Arte de La Palma, dirigido por el profesor José Alberto Reyes y la colaboración pictórica del también docente Francisco Carratalá Olmos y dos parejas primitivas de gigantes de la época decimonónica por Natan Teutsch y Luis Morera Felipe (1946), utilizando el método artesanal de siempre en papelón con la aportación desinteresada de Juan Carlos Martín Pérez, Luis Martín Rodríguez y del Instituto de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos.
A continuación transcribo la relación de los que hay actualmente:
a) Tradicionales
Cabezudos: Biscuit, el Gordo, el Flaco, las Mendoza, Blancanieves, el Príncipe, los Siete Enanitos, la Bruja, el Verrugón, el Guardia, las Damas Bobas, el Payaso, la Luna de Valencia, Bruja Verrugosa, Sancho Panza, Pinocho, los Tres Cerditos, el Lobo, Bambi, Pitufo, Pitufina, Tin Tin, Miky, el Pato Donald, el Mono y el Elefantito.
b) Estrenados en 2010
Gigantes: Pareja de Tetuán.
Cabezudo: El Marino.
La expectación es grande en niños y adultos, en jóvenes y mayores y en los visitantes, oriundos y foráneos, al son de alegres y melódicos pasacalles. Son uno de los símbolos festivos más significativos.
Existe un proyecto redactado para su protección, recuperación, difusión y desarrollo del desfile por un grupo de amigos, amante de lo ancestral y el deseo en voz alta que el proyectado redescubrimiento vislumbre la grandeza de los mismos, otorgándoles el lugar del que son acreedores. Se agudiza la vieja reivindicación en la voluntad incondicional de muchos palmeros. Por la importancia dada hago mención textualmente:
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Objetivos generales
-Favorecer la conservación y protección de los diferentes elementos que constituyen el desfile de los mascarones.
-Contribuir a la divulgación y conocimientos entre la sociedad en general de los aspectos históricos y singularidad propia de los gigantes y cabezudos en la Isla de La Palma, acercando el desfile de los mascarones especialmente a aquellos colectivos con dificultades de movilidad.
-Promover a la recuperación o rescate de elementos o aspectos desaparecidos del desfile de mascarones de los que solo permanece testimonio escrito o documentación gráfica.
-Elaborar programas de formación entre la población joven para garantizar la continuidad generacional en la pervivencia de esta tradición.
-Introducir elementos innovadores según criterios consensuados previamente que garanticen una adaptación a la evolución de la sociedad en cada periodo histórico.
Objetivos específicos
-Obtener un espacio físico que permita la conservación de los mascarones, sus vestimentas y complementos en condiciones adecuadas de espacio, orden e higiene.
-Reparar todos aquellos desperfectos ocasionados a los mascarones y sus ropajes que por uso, paso del tiempo o cualquier otra circunstancia pudieran haber sufrido.
-Realizar un inventario detallado de todos los mascarones existentes en la actualidad, donde se haga una descripción pormenorizada de las características de cada uno junto con todas las vestimentas y complementos que le son propios.
-Proponer unos requisitos mínimos para realizar el desfile de los mascarones en condiciones de seguridad tanto para los participantes como para el público asistente.
-Fomentar espacios para la exposición y divulgación de aspectos históricos relacionados con el desfile de los mascarones.
-Acercar el desfile de los mascarones a aquellos colectivos desfavorecidos con dificultades de movilidad.
-Promover actividades lúdicas y de divulgación del desfile de mascarones entre los niños.
-Crear un grupo de trabajo para la investigación y recuperación de los diferentes elementos relacionados con el desfile de los mascarones que han desaparecido por alguna circunstancia y del que pueda quedar testimonio documental o gráfico.
-Realizar talleres de recuperación de mascarones desaparecidos en la actualidad, estableciendo unos criterios consensuados con respecto a las técnicas y materiales a emplear para ello.
-Realizar talleres de recuperación de aspectos musicales o coreografías vinculadas tradicionalmente al desfile de mascarones.
-Realizar talleres de formación destinados a la población juvenil orientados al entrenamiento en la colocación, desplazamiento, medidas de seguridad, coreografías… del desfile de los mascarones, que permita dar una continuidad generacional a esta tradición.
-Establecer criterios consensuados para que, manteniendo la dignidad de la tradición, se introduzcan nuevos, tales como personajes, algún tipo de coreografía o modificaciones en la forma de desarrollar los desfiles.
-Constituir una entidad jurídica sin ánimo de lucro que promueva todos los objetivos propuestos en este proyecto y que garantice la continuidad de las actuaciones y permita la obtención de financiación.
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Con el enunciado de los respectivos objetivos nos basta para conocer el proyecto, sin necesidad de expresar el contenido de los demás apartados, que completan un cuadro de peticiones generales. Para redundar más en los principios metodológicos de intervención nos remitimos a lo siguiente:
Ámbito de edad y número de participantes
“Este proyecto está dirigido a personas de todo tipo y condición que quiera sumarse al mismo, sin mayor limitación en el número que la lógica para garantizar un mínimo de organización y coordinación. Es preciso tratar de involucrar a todas aquellas personas que han estado vinculadas a lo largo de los años a esta tradición”.
Temporalizar
“Este proyecto se desarrollará inicialmente a partir del mes de junio hasta diciembre del presente año, con voluntad de ampliar la ejecución de forma indefinida una vez valorados los resultados durante este periodo”.
El programa de actividades sería reunión con el ayuntamiento, convocatoria con todas las personas vinculadas de alguna forma, constitución de una asociación sin ánimo de lucro, búsqueda y acondicionamiento de un local para albergar los mascarones y la sede social del ente constituido y formación de grupos de trabajo.
Y, por último, el compromiso adquirido con el Gobierno de Canarias, Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma, Cabildo Insular de La Palma, otros ayuntamientos, con Organismos Autónomos y con Entidades privadas teniendo en cuenta los recursos humanos e infraestructurales que se aportan a la evolución de lo propuesto.
La idea y el estudio en la creación de concesiones de nuestro pasado nos inducen a pensar en el supremo dispensador de remedios, aquel famoso “médico chino”. Las manos de algún destacado artista local, podría ser Domingo Cabrera (1971), serán las que darán vida a tal insigne galeno. Recurriendo a la acertada descripción del insigne intelectual José Pérez Vidal (1907-1990) por la labor de dar a conocer la existencia de ese afamado oriental.
“Cham-Bom-Biá, el médico chino de las curas maravillosas, llegó a Cuba en 1858, residió en la Habana y aquí tuvo su consultorio, al que acudían personas de todas las clases sociales, llenas de fe en los resultados de sus pócimas, que con frecuencia obraban prodigios al devolver la salud a pacientes desahuciados…”.
“Nuestro protagonista, hombre de elevada estatura, de ojillos vivos y penetrantes, algo oblicuos; con largos bigotes a la usanza tártara, larga perilla rala pendiente del mentón y solemnes y amplios ademanes subrayando su lenguaje figurado y ampuloso, vestía como los occidentales, y en aquella época, que no se concebía en Cuba el médico sin chistera y chaquet, él también llevaba con cómica seriedad una holgada levita de dril…”.
“A éste no le cura ni el médico chino, equivalía a una sentencia de muerte, fatal e inexorable, sobre aquellos para los que no había esperanza de salvación. La expresiva frase, recogida en nuestro folklore, se mantiene en él con todo su hondo significado intacto”.
Esta es la historia chica de las comparsas de gigantes y cabezudos de nuestra ciudad palmesana, pero todavía queda por escribir la otra parte, que, sin lugar a duda, será la grande. La que nos abra las puertas de nuestra propia infancia y nos introduzca en los sueños maravillosos de un cuento de hada madrina.
REFERENCIAS DOCUMENTALES
-DANZA DE MASCARONES. Manuel Poggio Capote (1969)-Cronista Oficial de Santa Cruz de La Palma. Patronato Municipal de la Bajada de la Virgen. 2010.
-PROYECTO: Protección y Desarrollo del Desfile de Gigantes y Cabezudos (MASCARONES). 2011.
-José Pérez Vidal (1907-1990). Miscelánea (II). El museo canario nº 4. Fascículo 8. Año 1936, pp. 41-43.
-Bienmesabe.org. Publicación digital. Revista nº 367.
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