Parece ser con toda razón, que manifestamos lo que guardamos
en nuestro interior. Hasta nuestra grafología, manera de escribir o hacer la
escritura, firmar u otras cosas relativas al estado anímico es motivo de
estudio y observación del sujeto. ¿Qué habita detrás de cada uno de nosotros,
en esa imagen que se refleja cuando nos miramos en un espejo, en los gestos
diarios que conforman nuestra esencia más profunda, en las palabras que
transmiten sentimientos y expresan emociones? ¿Cómo somos bajo esa piel en la
que subyace el tiempo caduco, aquel que rige cada paso que damos desde el mismo
momento en que nacimos?
Es un mundo complejo que se nos abre ante nuestros ojos y un
universo amorfo que despierta con nosotros mismos cada mañana. No se trata de
una novela corta o larga, ni tampoco de un ensayo literario, sino de nuestra
realidad como si fuera el hálito imprescindible para respirar, imaginándonos lo
maravilloso de ser como somos.
Recuerdo, hace bastante tiempo, en las ferias ambulantes
había las máquinas de monedas para emitir unas papeletas con los datos
seleccionados en ellas y, luego, te soltaban una respuesta estándar indicando
un resultado ambiguo, semejante a la consulta de los horóscopos. Era un marco
evolutivo en el que los parámetros jugaban un papel relevante, adquiriendo
capacidades que nos diferencia de los animales.
Mírate al espejo y verás a tu verdadero yo, hablándote sin
articular palabras. La visión podrá ser mejor o peor un día u otro, pero harás
lo que el alma te indique, sin ser esclavo de tus propias reflexiones, que,
sólo, te sirva para ser libre.
Eres tú quien posee la decisión de determinación. Puedes ser
reflejo o espejo de ti mismo. Será siempre una postura respetada. ¿Nos
invertirá el alma la respuesta, si le hacemos alguna pregunta? Existen varias
maneras de responder a esto. No dudes en formular la tuya y, así, llegarás al
fondo de la cuestión. Te sugiero un análisis o síntesis, si te propones el reto
de continuar en la lucha de saber la verdad. En mi opinión algunas no son
correctas, pero ten por seguro que más de una hará encender una bombilla sobre
tu cabeza y, entonces, lo veas y te satisfaga tu vana curiosidad.
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