Me imagino que las dificultades en ese entonces eran las
mismas de hoy, pero con distinto matiz, cuando un muchacho de pantalones cortos
correteaba por el cayado de Maldonado de Santa Cruz de La Palma llamado Orestes
Anatolio (1935). No sé cuantas veces se sentaría en una roca a contemplar el
litoral salpicado de salitre de Martín Luis (Puntallana). A lo lejos los
matices de luces, danzando al compás de un mágico arrebol, llenaban las
ilusiones de un joven con miras hacia el futuro. No es extraño contemplar lo
irreal de sueños inconexos en un marco artístico para hacerse mucho más tarde
puro y real, contemplando y perfeccionando con sabia ciencia de maestro.
Sus hábiles manos palpan y, luego, acarician con la suavidad
de un experto los paisajes urbanos y rurales con evocaciones de casonas
adornadas de balcones y plantas invitando a abrir un sexto sentido a lo no
percibido jamás. Se busca y se halla a
si mismo inmerso en la difícil tarea de la aguada. Es único en analizar cada
momento que ve para sintetizar lo estudiado con serenidad asombrosa y plasmar
las luces de las panorámicas, impresionando hasta el más simple observador. Se
convierte, así, en un auténtico paladín de las calles y plazas, distintos
rincones canarios, enseñándonos a quererlos y a sacarles utilidad. La gran
luminosidad se enaltece por los juegos de sombras, al tiempo que las manchas
describen situaciones, que se convierten en el contrapunto de equilibrio
necesario para que todo adquiera sentido.
La Laguna. Acuarela |
Dedicación y entrega se dan la mano para la creación de una
obra, que desde el goce íntimo transmite
emociones y algo más muy poco descriptible. No quepa la menor duda, están resueltas
desde la brillantez y la seguridad inigualable, dando a la muestra el toque
magistral, que enamora y nos deja incauto ante aquellos fraudulentos
impostores. Repleta de intimismo con la precisa alegría cromática. El cartón se
transforma en paleta y la materia en vivaz y latente, donde el pincel recorre
con aparente libertad controlada.
Quería comentarte que la segunda imagen...la de los balcones no es de Orestes Anatolio, si no del sobrino Francisco Rojas. Gracias.
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