En una población tan antigua, tranquila y silenciosa como lo
es Santa Cruz de La Palma por su tradición y popularidad, entre muchos
cristianos amantes del culto religioso y devocional a unas imágenes de solera y
de profundo arraigo en un entorno de valioso abolengo de contenido, emotividad
y de alto interés artístico, que nos revelan la iconografía de una escena única
de la Pasión de Jesucristo, conmoviéndonos en el amor y entrega de Dios, hecho
hombre, por la salvación de la humanidad.
Su recorrido procesional por las viejas y empedradas calles
constituye un contorno poligonal con cuatro vértices que hace posible la
realidad palpable del acervo patrimonial de una ciudad católica por
antonomasia, orden, respeto y fundamento de la fe y esperanza en la consecución
de la misericordia del Padre.
Abrimos las puertas de los sombríos templos y la memoria
salta a la palestra. Es todo una referencia a la meditación de elocuentes
pasos, costumbres y vivencias personales, juventud y madurez en el seno de una
familia humilde y obrera integrada en sentimientos sencillos y ensamblados.
Es producto de un largo proceso histórico, que sí lo miramos
desde el estricto punto de la imaginería compositiva se ha nutrido a través del
tiempo de grandes ejemplos en lo escultórico o musical, lleno de belleza. Ha
crecido y enriquecido con nuevas aportaciones, logrando una excelente
cronología de los sucesos representados.
Cofradías que se renuevan, tambores y cornetas, chirimías de
la Vera Cruz, palmeras, bandas instrumentales, simbología… son propias de estas
fechas.
Tendremos que ser capaces de conseguir aumentar los votos de
compromiso entre la juventud, a pesar de los años actuales, para que el relevo
generacional exista. Por fuerza tiene que producirse para mantener el esplendor
de la Semana Santa, siendo una garantía de continuidad. No podemos defraudar a
los que con tanto esfuerzo y dedicación supieron recoger el testigo para
transmitírnoslo.
Cuando van llegando estas jornadas se desbordan las emociones
acumuladas, se echan en falta a quienes ya no están y estuvieron presentes en
nuestras miradas compartiendo los segundos y minutos el afecto, sufrimiento y
tertulia, se agolpan los recuerdos de tu niñez y vives aquello que merece la
pena ser disfrutado de manera intensa. Sin embargo, desconozco el motivo, pero
estos días de víspera cierro los ojos y podría jurar que he visto la luz del
sol encender el rostro del apóstol Juan entre acordes y caricias de incienso,
mientras apresuro el caminar para llegar. Es entonces cuando la pátina de la
mente se torna en tallas por estrenar… Es toda una proyección íntima guardar en
el proyector de mi corazón ver pasar, doblando la esquina de Sol, una vez
rebasada la plaza de Santo Domingo.
Buscando datos sobre la Semana Mayor de la capital palmera
hallamos distintas versiones, según el documento que consultemos. Es
considerada como un auténtico museo de gran visión con muchos siglos,
haciéndonos contemplar lo monumental plasmado en bellas figuras de origen
isleño, peninsular y americano, reliquias de maestros en el movimiento de la
gubia.
Antes las mujeres no
podían entrar en los recintos sagrados sin cubrirse la cabeza con el velo y las
efigies se ocultaban con el color morado de la Cuaresma, entonces, los
protagonistas eran los fieles y ahora lo son las obras. Los momentos se diluyen
como acuarelas bajo el agua, así como los primeros, asumidos con énfasis, pasan
a engrosar las sombras del pasado.
Aún escucho las matracas en cada una de las principales
iglesias y las melodiosas marchas en el aire níveo de la noche. Llega el final
y parece que el reloj no se detiene, sino avanza rápidamente para gozar el
auténtico sentido de la Aleluya.
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