Son muchos los años en los que se manifiesta el interés de
perpetuar la costumbre de los alumnos palmeros, sobre todo en los institutos de
enseñanza secundaria y bachiller, de no asistir a clase y quedarse en casa, prefiriendo
pasarlo junto a su familia, el día 10 de noviembre, víspera de San Martín. La
historia nos hace un buen relato, partiendo de la propia experiencia personal,
cuando se protagonizaban por generaciones, que nos precedieron.
Los inicios no son otros, sino su transformación en
tradición, que cumple una misión en el calendario laboral y religioso anual,
reconociendo el papel que juegan el profesorado con sus pupilos, que se ha ido
extendiéndose por toda la isla e incluso por toda Canarias, aunque por distintos
motivos y fechas.
Por todo ello se desea dotar de contenido, cultura y
aprendizaje para que se conozca de la manera más fiel y sencilla posible el
origen.
¿Qué relación posee con la iglesia católica? Al día
siguiente, se celebra la festividad del obispo de Tours, san Martín (316-397),
que coincide con el estreno del vino nuevo en las bodegas de siempre,
denominado jurar las pipas, y se
conmemora sus exequias. Fue muy popular su solemnidad, porque indicaba el
comienzo del invierno. En esa jornada se comía la oca de san Martín y se tomaba el tempranillo, encendiéndose fogatas de fiesta, al igual que por san
Juan. En un país de viticultores es lógico que predomine un santoral por
motivos de las vendimias. En La Palma, desde el siglo XVI, la onomástica
marcaba el ciclo agrícola de la vid.
En tal ocasión se degustan los jóvenes caldos y añejos con
castañas asadas y guisadas. Actualmente, no se conoce a nivel nacional un
evento igual, pero sí con la matazón del
cochino, siendo una velada en algunas localidades europeas.
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