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domingo, 20 de septiembre de 2020

MEMORIA DE UN AMIGO

Felipe Santiago Fdez. C.
                               La manera más correcta de recordar a mi amigo Felipe Santiago Fernández Castillo (1947-1990), fallecido en Santa Cruz de La Palma, en la misma ciudad que le vio nacer, conocido por SANTI o EL RUBIO, es escribir sobre su valor artístico, que fue bastante elogiado en un amplio marco musical por Canarias, miembro de varias agrupaciones de cantos y cuerdas con las que recorrió escenarios nacionales e internacionales. Recordar sus palabras, sentimientos, amor… es acentuar su estado de ánimo siempre jovial y participativo.
                              Autodidacta en su formación musical, fue fundador y director de Los Viejos, fundado en 1968, siendo los pioneros en la recuperación y difusores de la música cubana. A ellos se añoran numerosas letras de canciones populares, tomadas como savia en el cancionero isleño y tonadilla de las mejores veladas del grupo.
                              Su memoria no desaparecerá de nuestra mente, convirtiéndose en preciada joya del folclore en sonoro y cristalino naciente, cual fuente de nacaradas gotas de agua, donde podrán saciar su sed las generaciones ávidas de investigar las profundas vertientes de nuestro tipismo, siempre vivo.
                              Puntual en la cita anual de cada diciembre con la rondalla de Los Divinos. Excelente cantador y folclorista, que supo interpretar con maestría y peculiar estilo los diferentes esquemas del folclore isleño.
                              La enfermedad padecida no fue una crueldad, sino un instrumento del que se sirve nuestra propia alma para mostrarnos la labor callada y paciente, para devolvernos a la senda de la verdad y del encuentro definitivo. Los avatares de nuestros pasos en las horas finales de la vida nos reflejan los pensamientos más profundos de cada uno. La fe en el Señor sería ese pensamiento final de Santi para cada uno de nosotros, para los suyos, para los que le conocieron… Al igual que Moody, el gran evangelista y pastor, quien exclamó: “Yo veo que la tierra va alejándose, la puerta del cielo se está abriendo, Dios me está llamando”.
El timple. Instrumento de cuerda
                              Sólo me he limitado a abrir la memoria a la labor de Felipe Santiago, conjuntamente con las palabras de María Nieves Samblás en su obra poética “Pétalos de Arena” y en su poema a SANTI (a tu memoria):

-Sufriste como un Cristo resignado
en tu lecho de rosas y de espinas,
y a tu nombre una cruz, quedó enramada,
cual lumbre que prendiera tu destino.
“Madrina: Me dijiste. Ven a verme.
Me haces muncha falta. No demores”.
Y acaricié tu piel, como de arcángel,
y mitigué, ese instante, tus dolores.
Pero, yo sé, que Dios Omnipotente
sabiéndote tan noble y artesano,
quiso llevarse con Su diestra al Cielo
el arte, que brotara de tus manos.
Esparciste, esencias de “canela”
cual mensajero alrededor del mundo.
Y es de tu huella
aroma tan profundo.
Que, permanecerás,
ungiendo nuestras almas
junto a la Madre Palma…
Hijo del corazón. Ahijado mío.

                              Finalizo de forma apoteósica expresando que fue un palmero excepcional. Halagaba siempre lo incomprensible e irreal de su imaginación, que se transformaba súbitamente en disfrute con semblante de hombre de talento.

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