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domingo, 28 de febrero de 2021

DÍA DEL TEATRO COMO ARTE PARA EL FUTURO

Arriba el telón. Acto primero
                               El teatro como arte para el futuro me alienta a escribir líneas y más líneas, en un contexto de igualdad con el mundo actual, adaptación y exigencia en el cambio social y cultural. Contradiciendo el sentido de lo dicho por el dramaturgo Pedro Calderón de la Barca (1600-1681), en su obra “La Vida es sueño”, de que los sueños, sueños son, en algunas ocasiones se convierten en pura realidad, auténtica y única en parámetros de sentencia limítrofe entre lo ficticio y auténtico. Es un mito en la vida de muchos, amantes de la escena y de a pies.                                                                                                                                     Nada habrá que decir como actividad artística, ni como un todo complejo y heterogéneo, que no se sepa. Sólo deseo contribuir con mi modesta aportación a engrandecer la efeméride, Día Mundial del Teatro. Recuerdo que una de las preguntas, que la actriz española, vallisoletana, María Dolores (Lola) Herrera Arranz (1935), tuvo que responder con precisión y contundencia, 27 de marzo de 2001, fue si el teatro algún día morirá por medios de difusión más tecnológicos y sofisticados. Jamás morirá, dijo, a pesar de que el cine y la televisión acaparen la atención del espectador con todos los medios a su alcance, de forma fácil y sencilla, para penetrar en los hogares alardeándose de los adelantos científicos de las últimas décadas.        
Escena en plena ejecución
                               Solidario con la opinión de un experto en esta materia, creo que nunca dejará de existir, sino se reforzará a través del tiempo por una simple razón lógica y existencial, porque la vida es pura tramoya y nosotros desempeñamos un papel como protagonistas sometidos a la presión y al estrés de todos los días. Que más tarde plasmamos en los escenarios en medio de telones y candilejas, sin persuadirnos que asistimos a él por impulso.                                                                                                          No es tan solo el latir del corazón convertido en diálogo y situaciones, también consiste en la panacea de nuestras iniciativas, pensamientos y de aquello que la humanidad lleva consigo, creativo y original. La asistencia a las representaciones e interpretar el silencio del espectador nos obliga a pensar que el entramado escénico perdura o no en el futuro. Es la punta del iceberg, hoy y siempre, para ser la esencia viva de las diversas formas derivadas y fundamentales en su origen.                                                                                                                              Lo segundo, existencial por antonomasia, nos indica a comunicarnos con hechos grandilocuentes desarrollados en un reducido espacio, transformándose en audaz declamación. Ha nacido para fundirse en el deleite del ser humano. Me atrevo a decir, que es un placer de dioses para darnos a tomar el elixir de la pléyade.                                         
Diseño de escenografía
Comentar su historia es algo interminable, tan largo como innumerables las obras escritas durante la era antigua de Virgilio, Platón y Dante hasta la contemporaneidad de cientos de miles de escritores. Huellas imborrables que marcan distintas etapas en las Letras e ingenio de auténticos maestros, sobreviviendo a los avatares del mundo, sin pensar en crisis.                                                                    ¿Qué más diríamos que no se haya dicho? ¿Acaso nos hemos imaginado alguna vez una ciudad sin teatro y un teatro sin actores? ¿Qué otra iniciativa inculcaríamos en el alma teatral, sino la fuente de la sabiduría sabia y espontánea, creativa y sensual? Sería una ciudad sin jardines, árboles, flores, etc., etc., etc. Sin lo principal para seguir el pulso, codo a codo, de proclamar la libertad del espíritu. Una mirada literaria fuera o no necesaria a un único objetivo, sería trascendental para el pensamiento. Es un compendio de musicalidad, armonía, cordialidad y una ilimitada sucesión de virtudes.                                                                                                                    Nunca será duda, en cuanto sea el Parnaso y jardín del Olímpo o de las Hespérides, mientras se mima como el recreo de hermosas mariposas revoleteando el conocimiento humano. El reflejo de su bagaje adquirido, siglo tras siglo, es identificado por las grandes actuaciones de actores y actrices, verdaderos baluartes de la escena, interpretación e improvisación.                                                                               
abajo el telón. Finalización
                 Con una voz se alza el fuste que sostiene el capitel de famosos nombres y que son la solidez de una base robusta e indestructible. Les invito a compartir los siguientes párrafos del novelista griego Iakovos Kambanellis (1921-2011), que dice: “Creo que el teatro nunca dejará de existir. Pienso, aunque esto pueda sonar paradójico, que este arte antiguo es también un arte para el futuro. No por la voluntad de aquellos que crean el teatro, autores, actores, directores, y todos los demás factores que contribuyen en una representación, sino porque ustedes, la gente, el público todavía desearán que exista en el futuro.                                                                         Por tanto, creo que el teatro nunca dejará de existir porque los hombres y mujeres no dejarán de vivir con la agonía del propio conocimiento, con la necesidad existencial de ser espectadores de ellos mismos y de sus acciones, o sea, con esos elementos de la sicología humana de los que emergió el arte del teatro, de los cuales se ha reinventado durante miles de años y de los que continuará renaciendo mientras que la humanidad sea el fruto natural del amor”.

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