CALLE A. CABRERA PINTO:
Esta calle, que en el XVI se llamó camino que va a Buenavista, enclavada en el
barrio que dicen de la parroquia, en 1731, se singularizó con la expresión de
calle que va a la plaza de esta ciudad, en 1658, y en el XVII y buena parte del
XVIII se la denominó calle que dicen de Juana Batedías, saliendo de la iglesia,
en 1676, o simplemente calle de Batedías, en 1718. Esta denominación tuvo su
origen en Juana Batovías, por tergiversar los términos Batodías y Batedías, que
vivía en una casilla al principio de la vía, en su segundo tramo. En el XVIII
simultaneó el nombre con el de la Simona, callejón de Batedías y la Simona, en
1775, callejón que dicen de las Simonas, en 1752, calle que dicen de la
Simonica o Batedías, en 1763, o calle de la Simona, en 1762, sin que hayamos
tenido la suerte de localizar a la persona que dio lugar a que se la conociera
por su nombre de pila. Al resto de la arteria urbana, en su recorrido, se la
conoció como calle de Don Pedro, en clara duplicidad con la que ostentó este
nombre a través del tiempo en razón a que Pedro de Castilla, Regidor del
antiguo Cabildo de La Palma, vivió en ella, a la altura de la casa que lleva
los números 24-26 de la actual Cabrera Pinto.
En alguna ocasión se le aplicó el
de calle real que va a la ermita de San Sebastián, en 1779, porque terminaba junto
a dicho solar y plaza del santo mártir romano. Con motivo de la confección del
callejero municipal perduró el nombre que entonces venía impuesto públicamente
y quedó registrada como calle de Simonica. Con posterioridad se le cambió el
nombre por el actual, en 1926, en memoria del homenajeado Adolfo Cabrera Pinto
y Pérez (1855-1926), que nació en uno de sus edificios y fue un personaje
relevante en materia de Educación.
Pasamos a historiar el primer tramo
de la arteria urbana, porque es el sector que se puede considerar del llamado
barrio de la parroquia. En el inmueble, nº 7, nació el eminente educador, hijo
de Domingo Cabrera Pinto y de María Teresa de Jesús Pérez, que cursó el
bachillerato con gran brillantez y destacó como periodista apasionado.
Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Sevilla, estuvo
destinado en Ávila, Granada y Ciudad Real hasta que regresó a San Cristóbal de
La Laguna, donde nombrado director del Instituto General y Técnico de la
provincia al frente del cual permaneció veinte años, periodo en el que
enalteció al centro, al mismo tiempo que se le reconoció públicamente su gran labor
en el desempeño de su actividad. Incansable defensor del restablecimiento de la
Universidad de San Fernando y de la creación de la Escuela Normal de Magisterio
en la susodicha ciudad. Aprovechó la estancia de S.M. el Rey en Canarias,
Alfonso XIII, para hacer una notable exposición de los deseos isleños de lograr
la restauración de aquel centro de enseñanza universitaria, que con
anterioridad se había tenido.
Laboriosa fue su gestión a este
respecto comentado, incluso con campaña de prensa en Madrid, con objeto de que
se incluyera a la Universidad lagunera en el proyecto de reorganización
administrativa del archipiélago. Logró su objetivo como Sección Universitaria
en 1913 y quedó como profesor de la misma.
Fue Oficial 1º del Gobierno Civil
de Ávila, Diputado provincial por La Palma en 1901, delegado de Enseñanza,
director honorario del Instituto de Aguere y de dicha Sección Universitaria. En
consideración a sus méritos en pro de la enseñanza el Cabildo Insular le
confirió el título de Hijo Predilecto de La Palma y el ayuntamiento dio su
nombre a la calle donde nació, muriendo en Sevilla, cuando meses antes se le
había rendido homenaje público en La Laguna al colocarse su busto en la plaza
Guillermo Rancés, como testimonio de su fecunda labor cultural. Le da nombre al
Instituto de Canarias.
Finalizamos, haciendo referencia al
inmueble, nº 14. En esa casa vivió, aún después de casada, Francisca Hernández
Carmona. Su marido, Francisco Díaz Leal, nacido en villa de Mazo marchó a
América a probar fortuna, pero allí murió prematuramente dejando aquí viuda y
tres hijos menores de edad que convivían con el hermano de ella, Agustín. Los
tres pequeños se llamaban Francisco, Mariana y Manuel Díaz Hernández
(1774-1863). Este último, presbítero y Beneficiario de la parroquia de El
Salvador, personaje excepcional de imperecedero recuerdo en la historia local,
sobradamente conocido por sus conciudadanos.
El cura Díaz, que fue propietario
del inmueble natal, por herencia intestada de su hermana Mariana, soltera,
heredada a su vez de su citado tío con quien se había criado, vendió la
propiedad. La dicha casa-habitación linda por delante con la calle de la
Simonica, por detrás con el barranco que denominan de Dolores y, por un lado, callejón
que va de dicha arteria a dicho cauce. Se componía de sala, dos habitaciones,
un granero, comedor, cocina y dos piezas bajas por la calle del costado del
precitado barranco. Se compone de un solo piso con un granero en uno de sus
costados y de dos por la del Cincuenta y Siete. Por Cabrera Pinto consta de
puerta y ventana acristalada con moldura abocelada y por la avenida El Puente,
alto y bajo, dos puertas de cantería roja y dos ventanas, datando su reforma de
mediados del XIX.
Dicho lo expuesto recorremos el
segundo tramo de la misma y nos ponemos en posición estática frente al
inmueble, nº 28, a leer una placa de mármol blanco, adosada a su pared, que
dice:
CASA DONDE NACIÓ EL 13-9-1880
EL DR. DON TOMÁS FELIPE CAMACHO.
TRIBUTO DE ADMIRACIÓN
DEL EXCMO. CABILDO INSULAR
DE LA PALMA
AL ILUSTRE HIJO DE ESTA CIUDAD
EXPONENTE DE LA HISPANIDAD
Y HONOR Y GLORIA
DE LOS CANARIOS EN CUBA
17 DE JULIO DE 1955
Más arriba
encontramos una vivienda con cierto estilo arquitectónico canario muy singular
de dos plantas, números 38-40. En la planta baja, son todas puertas y pequeños postigos y, en la de
encima, ventanas acristaladas con marco de luz de cuatro cristales y un balcón en el
centro de su fachada, con antepecho de celosía, dándole una belleza de postal. Al costado norte, hacia un
patio interior, que se ve desde el exterior, un horno de uso doméstico como
tantas otras del mismo porte y época. La pertenencia de la susodicha
edificación se relaciona con la finca La Caballita, propiedad de Ubaldo
Bordanova Moreno (c. 1866-1909), heredada de sus padres, que era pintor
madrileño afincado en el barrio de San Sebastián o de La Canela. A mediados de
la década de 1890, se instaló en Canarias. Entre sus trabajos en nuestra isla se
haya la restauración de la parroquia Matriz de El Salvador con bóveda y
pinturas; Real Santuario de Nuestra Señora de Las Nieves, Patrona de La Palma;
iglesia parroquial de San Antonio Abad de Los Canarios de Fuencaliente y la
ermita de su barrio, pintando sus respectivas bóvedas presbiteriales. Bordanova
Moreno constituye una figura fundamental del panorama artístico canario del
último tercio del siglo XIX. Formado en Madrid al calor de las enseñanzas de
Casto Plasencia, y luego en París. Aquí desarrolló una destacada labor como
pintor decorador, retratista, paisajista y artista gráfico en Gran Canaria y
Tenerife.
La calle Huerta da a
ella en el costado del poniente de la mencionada ermita del mártir romano. Debe
su nombre a la existencia, en lo antiguo, de una serie de bancales adaptados a
la pendiente del terreno en el primer tramo de la vía hacia el norte,
perteneciente a la huerta de Cogucho y la hacienda La Caballita, que disponía
de portada de acceso por la calle Drago, casa, estanque y plantío de frutales.
A pocos pasos se
erige una hermosa casona, siendo su fachada de las más fotografiadas, ya que su
balcón y portada con una escalinata de cantería negra o de roca volcánica en la
fábrica de sus peldaños, que no pasan desapercibidos. Desde siempre la he
conocido como la casa de doña Avelina. Así, no de otra manera, llegamos al
final del recorrido
FUENTES CONSULTADAS:
-Jaime Pérez García (1930-2009).
Excronista de Santa Cruz de La Palma.
-Otras fuentes de información
de información de archivos propios.
-Conocimientos y vivencias
personales.
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