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domingo, 10 de septiembre de 2023

BREVE CRÓNICA DE LA FUNDACIÓN DE SANTA CRUZ DE LA PALMA

La capital es una ciudad abierta al mar y al socaire del risco de la Concepción
                              Santa Cruz de La Palma, es una ciudad situada en el extremo occidental del archipiélago canario y capital de la isla, siendo asignada en 1975 conjunto histórico-artístico. Al socaire del risco de la Concepción, marcando las diferentes estaciones del año, la ciudad pone sonido y música propia a cada una, y, en tiempo pasado cuando las casas se alongaban al mar y los vecinos saludaban y despedían a los barcos semanales, cuando crecía la hierba entre el empedrado, corrían los barrancos… Santa Cruz de La Palma se recreaba en un marco incomparable por ser una ciudad muy antigua, tranquila, silenciosa y señorial. Conserva todavía edificios contemporáneos a su fundación, tiene muy airoso emplazamiento, que es raro dado lo abrupto de su topografía, toda ella aparece construida como en anfiteatro, de manera que ya llegando desde el barco no nos es posible abarcarla en su extensión, nos lo diría Dulce María Loynaz Muñoz (1902-1997), prestigiosa escritora cubana, Premio Miguel de Cervantes de Literatura en 1992, ello unido a las torres y espadañas de sus muchas iglesias que le prestan un singular encanto.

                              Como la llaman invariablemente por toda la isla la ‘ciudad’, así la describe la viajera irlandesa, residente en Londres (Inglaterra), Olivia Mary Stone (1856-1898), durante su visita en 1883, acompañando a su esposo, el fotógrafo londinense John Harris Stone, en su obra literaria ‘Tenerife y sus seis satélites’, constituye uno de los referentes dentro de la literatura histórica de viajes. Se encuentra sobre una ladera inclinada con sus casas blancas, de azoteas, elevándose unas sobre otras, agrupadas al pie de las montañas.

                              En los astilleros a nivel de playa surgió una industria floreciente de competición y vanguardia, que en la carrera de Indias cosechó grandes éxitos. Sus barcos construidos por fabricantes locales, carpinteros de ribera y por armadores, surcaban los mares y unían puertos.

                              Esta cultura marítima de Santa Cruz de La Palma se traduce en el establecimiento de verdaderas dinastías de maestres, fabricantes y pilotos como las que ejemplifican las sagas de los Cano, Díaz Pimienta, Arozena Lemos y Henríquez, Casas Lorenzo, Rodríguez González, Fernández y otros tantos más, artífices de la ingeniería naval, que constituyeron auténticas familias de constructores y navieros. Se trata de una transmisión marinera que con altibajos llega a los albores del novecientos, con gran arraigo de la memoria colectiva de los palmeros cuando la construcción de barcos de vela decayó a favor por la competencia de los grandes vapores, que monopolizaron el comercio y el tráfico nacional e internacional.

Calles y viejos caserones constituye su patrimonio, acervo social y cultural
                               Sus pendientes calles y sus viejos caserones y de todo aquello que constituye su patrimonio, acervo social y cultural. La fortuna se ha multiplicado, enriquecido y matizado con testimonios fieles y fiables a la tradición, arquitectura, escultura, devoción y costumbres ancestrales y populares, que difícilmente tiene cabida en el marco siempre estrecho de las palabras.

                              Al paso de los años, se ha configurado como uno de los núcleos urbanos más bellos de Canarias. Atesora un notable pasado envuelto de hitos, que trascienden las fronteras insulares y se introducen de lleno en la historia general. Hoy, esta urbe atlántica exhibe un soberbio patrimonio inmaterial, manifestado a través de un sugerente calendario festivo.

                              Fue fundada el 3 de mayo de 1493, onomástica de la Invención de la Santa Cruz, de aquí deriva su nombre, por el conquistador y Adelantado Alonso Fernández de Lugo (1455-1525). Posteriormente quedó, al igual que el resto de la isla, a cargo del sobrino, Juan Fernández de Lugo Señorino (1470 ¿?), que fue teniente de gobernador, desempeñando este cargo hasta la primera década del XVI, periodo que constituye la génesis de la vida municipal de la isla en la cual se van poniendo las bases de su organización político-administrativa y en las que, desde los primeros momentos, se observa un fuerte intervencionismo regio.

                              La primigenia villa se erigió sobre el sitio de Timibúcar, emplazamiento adscrito a la jurisdicción prehispánica del Cantón de Tedote. Acabado el proceso de conquista, los colonos españoles escogieron esta zona de Benahoare por dos razones de vital importancia, primera, por la magnífica ensenada oceánica y, segunda, por disponer de un caudal hídrico constante con el que proveerse a través de los barrancos de Las Nieves, hacia el norte, y de Los Dolores. El lugar del primitivo asiento castellano aún conserva elementos de esta etapa como la Cueva de Carías, residencia de los jefes indígenas; sede del Concejo de la isla y la ermita de La Encarnación, segundo templo levantado, cuya advocación alude al nacimiento de la nueva población, puesta a partir de entonces bajo los auspicios de la Corona de Castilla.

                              Con el nombre de Villa de Apurón sobre una playa situada en una bahía, conocida como hoy, el rey Felipe II (1527-1598), le concedió el Título de ‘Muy Noble y Leal’. En una data de 1508 aparece mencionada como Villa de Santa Cruz, que a pesar de todo vuelve a estar reconocida como Villa de Apurón en una sinodal del obispo de Canarias, Fernando Vázquez de Arce (c. 1444-c. 1522), efectuada entre 1514 y 1515. Probablemente, esta se deba a que su nombre original era Apurón y, también, era conocida popularmente, desde el principio, con el nombre de Santa Cruz, en razón del día en que fue fundada. La otra denominación sería más bien de algún modismo popularizado y vulgar del lenguaje coloquial del momento.

Es mencionada como villa de Santa Cruz. Antigua, tranquila, silenciosa y señorial 
                              En una Real Cédula del emperador Carlos V (1500-1558), en 1533, vuelve a ser mencionada como villa de Santa Cruz y en 1542 se incluye el nombre de la isla: ‘Noble ciudad de Santa Cruz, isla del Señor de San Miguel de La Palma’, esto último para diferenciarla de Santa Cruz de Tenerife.

                              Comenzó a construirse por los aledaños de la plaza de La Alameda, conocido por el barrio de La Asomada, por donde Alonso Fernández desembarcó con sus tropas y erigió el sitio idóneo para anexionar a la Corona castellana, Cruz del Tercero, la fundación de la nueva urbe con la celebración de la misa en acción de gracia, junto a la Enseña del Pendón de la conquista.

                              Al principio tuvo diseño lineal a lo largo de la costa, siguiendo el modelo portugués con la norma y la época de ciudades de cara al mar y precedida en su nombre por el símbolo cristiano de la Cruz, que simboliza la cristianización del mundo pagano.

                              Los lucrativos negocios del azúcar provenientes de los ingenios de Los Llanos de Aridane y de los de San Andrés y Sauces y el vino, en especial malvasías, que favoreció su crecimiento, existiendo constancia de la iglesia parroquial y pila bautismal de El Salvador, desde 1512.

                              Actualmente es una ciudad moderna con estupendas instalaciones deportivas, culturales, sociales y, sobre todo, comunitarias o vecinales en los diferentes barrios. Entre las comunicaciones de la parte nueva y el Casco Histórico existe una coordinación sincronizada para poder llegar con cualquier medio de locomoción o a pie con seguridad extrema y respetando el patrimonio. El municipio posee una extensión de 43, 38 kilómetros cuadrados con 4,03 kilómetros de longitud de costa, desde la rotonda, Breña Alta, hasta el cauce del barranco Seco, que comienza el municipio de Puntallana, haciendo alarde de una altitud de 1800 metros, se pasa cerca de la Fuente Olén por la carretera de montaña, que accede al complejo Astrofísico del Roque de los Muchachos (2423 metros), villa de Garafía, a partir de Candelaria (Mirca).

                              Ha sido declarada como Bien de Interés Cultural (BIC) con la categoría de Conjunto Histórico-Artístico y es el segundo municipio más poblado, después de Los Llanos de Aridane. En su término territorial se encuentra la Sede del Cabildo Insular y de otras instituciones locales e insulares políticas, culturales y deportivas de importancia. En cuanto a lo religioso nos corresponde la ubicación del Real Santuario de Nuestra Señora de Las Nieves y, en su onomástica de 2020, le fue otorgado el bastón de mando como Regidora Mayor Perpetua de La Palma. La patrona palmera ostenta el privilegio de alcaldesa Honoraria y Perpetua de los 14 municipios, además, lo es del municipio tinerfeño de Güimar.

Rica en bellos rincones absorbiendo la luz y el colorido de los típicos balcones
                              Merece subrayarse la circunstancia, dada en 1564, con el objetivo de controlar el intenso tráfico trasatlántico, la corona de Castilla la dotó con la constitución de la primera delegación en Canarias del Juzgado de Indias. De ello se deduce que la capital era uno de los enclaves portuarios de mayor calado de la época. De este modo, bajo el respaldo del imperio español a finales del XVI, la ciudad quedó configurada como un perfecto entramado marítimo. De un lado, con 2 plazas públicas bien delimitadas, la mayor a cuyo entorno se dispuso el concejo o ayuntamiento, el templo parroquial, la fuente pública y la casa de contratación y la comercial, junto al muelle, como foro de negocios.

                              De otro lado, contó con un frente amurallado conformado por 3 castillos y un sistema de reductos a lo largo de todo el litoral para protegerse de los ataques navales. Fue necesario debido a la codicia de las poderosas flotas enemigas, como la del francés François Le Clerc (1530-1563), que asaltó y saqueó, en 1553, o la del almirante británico Francis Drake (1540-1596), en 1585, que se logró rechazar por las milicias insulares.

                              Absorbió, con el transcurso de los años, múltiples ascendencias externas influjos provenientes de Castilla, Aragón, Portugal, Flandes, Italia, Francia o América que moldearon la naturaleza de sus pobladores. Entrado el XVII, en el momento más brillante de la cultura barroca, surgen unas maneras isleñas propias, plasmadas en su literatura como en sus bellas artes, o en sus modos festivos.

                              Se señala el impulso de la educación, los avances en asistencias sanitarias o en las iniciativas desplegadas en el medio agrícola, industrial, cultural o la instalación del primer alumbrado eléctrico público, en 1893, y el mayor tendido telefónico, en 1894, de Canarias.

                              En el terreno cultural, la proliferación de numerosas cabeceras de diversas tendencias o el florecimiento de instituciones científicas, económicas o secretas, cuyo más preclaro exponente es la Real Sociedad La Cosmológica, fundada en 1881.

Marcado por unos enormes avances en el siglo XX ha influido en la vida humana 
                              En el XX, marcado por unos enormes avances que han terciado en todas las parcelas de la vida humana, ha servido para su homologación social. En esta coyuntura, ha sabido reinventarse y exponer sus raíces en unos modelos festivos sujetos a una tradición. Algunos, como la ‘Bajada de la Virgen de Las Nieves’, que reclama una distinción universal y, otros, como la parodia de ‘La llegada de los Indianos’ y ‘La Negra Tomasa’, el lunes de El Carnaval.

                              Los principales barrios son:

                              -En el casco urbano, los de San Telmo, San Sebastián, El Puente, Benahoare, El Pilar y Santiago, La Alameda y El Marquito.

                              -En la periferia, los de Calcinas, Velhoco, Las Nieves, La Dehesa, La Encarnación, El Planto, El Carmen y Mirca.

                              Tiene el privilegio de contar con el primer ayuntamiento de España elegido democráticamente. En 1773 se celebraron las primeras elecciones libres, por sufragio popular, tras el pleito contra los regidores perpetuos mantenido por el comerciante irlandés Dionisio O´Daly (ca. 1737-1796) y el abogado de la villa de Garafía, pago de Juan Adalid, Anselmo Pérez de Brito (1728-1772), quienes obtuvieron una resolución favorable de la Corona de Castilla.

                              En sus 5 siglos de historia, 5 nítidos trazos han signado el discurrir de Santa Cruz de La Palma: ‘La conformación de una sociedad abierta y de intensos intercambios comerciales; la plasmación de una estética y unos gustos bien arraigados en las formas barrocas; el decanato de unas conductas democráticas de gobierno frente al resto de regiones pertenecientes al reino de España; el arrojo, el ingenio o la pericia para la puesta en práctica y discusión de cuantos adelantos o ideas se iban sucediendo y, por último, en fecha más reciente, la escenificación de un programa festivo único, de profunda riqueza y originalidad. Se abre ahora una nueva centuria. Dicho todo ello, lo que no cabe cuestionar es que el futuro será más fascinante que este añorado pasado.

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