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domingo, 3 de septiembre de 2023

LOS PALMEROS ASUMEN UN PAPEL DE FUERZA Y VALENTÍA

               La verdad no es otra, sino aceptar un pasado lleno de acontecimientos relevantes, marcando un ayer y un hoy, un antes y un después, que completa páginas de nuestra historia y que permite recordar parte de la memoria histórica de una ciudad que llegó a ser el tercer puerto más importante del mundo y del imperio, en el XVI, después de Sevilla y Amberes. Nació de la bahía y esta realidad fundacional ha marcado su trayectoria con un sello indeleble en el transcurso de los siglos. Desde siempre Santa Cruz de La Palma vivió para el mar y gracias al mar, a través suyo la isla toda se propagó por los mares y las tierras conocidas. Adentrarnos en el entorno de la navegación desde la existencia del hombre es constatar con nuestra historia marinera a partir de varias centurias, que han dejado huellas para la gloria y conocimiento de La Palma y de su expansión hacia América. Los barcos salían de su puerto y surcaban los mares, uniendo puertos tan distantes como los de La Habana y Amberes. Para comerciar con Indias, la Corona de Castilla creó en nuestra capital, si bien por breve tiempo, el primer y único Juzgado Oficial de la Contratación de Indias en las Islas Canarias, muy al principio de 1564.

                              Santa Cruz de La Palma ‘respira historia’ y como su entramado urbanístico y arquitectónico actual es fruto de una estrategia defensiva contra los piratas y corsarios de ultramar.

                              Existe un paréntesis en la evolución del devenir de La Palma en el que esta se detiene y comienza una nueva etapa. La isla y en especial su capital, fueron saqueadas por corsarios, piratas y moriscos a lo largo y ancho del tiempo. Aquellos saqueadores, nefastos emisarios, eran en mayor parte antiguos militares de gran prestigio que al ir acabando las guerras, debían buscarse un futuro.

      Uno de ellos fue François Le Clerc (1530-1563), conocido por ‘Jambe de Bois’ y apodado Pata de Palo, nace en Reville (Normandía), que el 21 de julio de 1553 arrasó durante 10 días la capital y los palmeros asumen un papel de fuerza y valentía para expulsar a los corsarios y proclamar como héroe, entre vítores y aplausos, a Baltasar Martín (¿? 1553).

                              Dicho pirata cursó en la Armada francesa como capitán y en 1551 fue nombrado Caballero por Enrique II. Casó con Marie Rouxel, señora de Crasville, y solo se le conoce una hija, Catherine.

                              En 1549, pierde su pierna izquierda en la batalla de Guernesay, actual Normandía, contra los ingleses y de ahí su apodo.

                              En 1553, ataca la ciudad palmera junto a los lugartenientes Robert Blondel y Jacques de Sores, este último responsable de dar muerte a los Mártires de Tazacorte, desembarcando por las explanadas, hoy plaza de San Fernando.

       Habiéndose hecho una descripción escueta de las adversidades sufridas por nuestros compatriotas, al estar a merced de los ataques por mar de cualquier enemigo y estar nuestro litoral desamparado en reductos defensivos: murallas, castillos, baterías… en 1557 el rey Felipe II (1527-1598), envía a Canarias al ingeniero militar italiano Leonardo Torriani (1560-1628), que era, también, arquitecto e historiador, además de geógrafo y cartógrafo, a fortificar las islas. Uno de los elementos defensivos fue el amurallamiento de toda la ciudad, junto a atalayas, asunto que se refleja en ‘Civitas Palmaria’ con grandes detalles, llegando del norte a sur y del este a oeste. Hoy en día, tan solo queda el muro de la plaza y ermita de San Telmo, un pequeño testigo en la Portada, Puerta Norte y muralla desde el castillo de la Cruz del Barrio hasta el baluarte anterior.

                              La Palma ha sido centro de atención por unos y otros, sin mirar la procedencia de los mismos, quienes pretendían ejercer su poder en la isla atraídos por su prosperidad manifiesta en un floreciente comercio a nivel nacional e internacional, vino y azúcar, productos codiciados por su calidad y de excelentes fuentes de riquezas. La conquista castellana, que no fue fácil, en los siglos posteriores se convirtió en paso obligatorio hacia las Indias Occidentales, con el hallazgo del almirante genovés Cristóbal Colón (ca. 1451-1506), el 12 de octubre de 1492, descubrimiento de América, dio a conocer a la Corona de Castilla sus conocimientos de navegante, cartógrafo, virrey y gobernador general.

         Se sufrió dos importantes acosos de ocupación por parte de Francia e Inglaterra, ya que estaba en vigor el litigio de ambos países con nuestra nación, repercutiendo en La Palma con toda virulencia e inocuidad. La primera, narrada con detalles y pormenores exclusivos para transformarse ocasionalmente y hacerse una recreación de lo ocurrido.

                              Y, la segunda, se refiere al pirata inglés vicealmirante Francis Drake (1540-1596), que, además, fue explorador, comerciante de esclavos y político.

                              Atacó a Santa Cruz de La Palma el 13 de noviembre de 1585, amaneciendo por Puntallana con 30 velas, siendo 20 de ellas de gran envergadura y las demás de poca monta entre lanchas u otras. Una vez enfilado en la zona de la bahía del puerto capitalino y observando la imposibilidad de éxito, se marchó a nuevas aventuras.  

                              El corso* daba beneficios tales, que la corte y los ministros de los estados interesados en él adquirían participaciones en compañías comerciales fundadas con el objetivo de explotarlo. Así, Isabel I de Tudor (1533-1603), Inglaterra, en los registros de asociación que financiaba las empresas de Drake. Los corsarios de mayor envergadura llegaban a detentar los más altos grados de la marina en sus respectivos países y en este concepto participaron en empresas bélicas regulares. El referido vicealmirante de la flota británica, que derrotó a la Armada Invencible, española, o actuaron complementariamente a estas últimas. En España se promulgó un reglamento de corso en 1776, para hacer frente a la piratería enemiga.

                              *corso/a: Campaña marítima que se hace al comercio enemigo, siguiendo las leyes de la guerra. Campaña que hacían por el mar los buques mercantes con patente de su gobierno para perseguir a los piratas o a las embarcaciones enemigas.

                              Francia, al igual que Inglaterra y las provincias unidas, fomentó la proliferación corsaria que se produjo en la carrera de Indias, desde la segunda mitad del XVI y que mantuvieron en un estado endémico de guerra marítima irregular al monopolio español en Sudamérica, captura de galeones del tesoro, incursiones en puertos coloniales…

       Haciéndolo como conclusión, recordamos que la capital palmera el viernes, 4 de agosto del corriente, celebró el Día del Corsario con una escenificación teatralizada por las calles y plazas de la ciudad sobre el famoso ataque del pirata francés François Le Clerc, convirtiéndose un atractivo evento cultural y turístico multitudinario en su octava edición.

                              Figurantes, perfectamente ataviados de época, dieron vida a uno de los episodios más conocidos de la historia de La Palma, en 1553, y en cuya defensa se levantó el pueblo capitaneado por la figura de Baltasar Martín, vecino de la villa de Garafía, en unos hechos ocurridos hace 470 años.

                              Esta vez, se utilizó 4 puntos concretos, que fueron el Barco de la Virgen y las plazas de San Francisco, España y Santo Domingo. En términos generales se intenta por parte de los amenazados palmeros tender una emboscada para contrarrestar el ataque corsario, un intento que se ve frustrado, cuentan las crónicas, por el secuestro de Melchora de Socarrás, esposa del regidor Pedro de Estupiñán, que se negó abandonar la zona afectada. Con tintes dramáticos y patrióticos, momentos de miedo y lucha por los robos y actos de pillaje por parte de los intrusos a los nobles.

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