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domingo, 18 de octubre de 2015

LAS VIEJAS GUAGUAS EN LA PALMA

Transportes Norte de La Palma
                              El transporte de pasajeros en la isla de La Palma, hasta bien entrados los años sesenta, estuvo servido por unas viejas guaguas de propietarios privados con denominación propia, que fueron evolucionando paulatinamente hasta transformarse en los actuales vehículos de líneas regulares. Comentar los pormenores de ese entonces es volver a revivir los muchos recuerdos cargados de anécdotas personales, familiares y de amigos en cualquier punto de la geografía isleña. No cabe la menor duda, que es una etapa de nuestra historia para llenar las vitrinas de los expectantes museos.
                              El comienzo se remonta a la década de los treinta con las primitivas “jardineras”, cuya habitual estampa era única en el ámbito diario por esas maltrechas carreteras, cubiertas de grava. Su techo consistía en una lona con prolongaciones por los lados, que se bajaban cuando existiera alguna inclemencia meteorológica adversa.
                              El vocablo nos llega importado de Cuba por los canarios, emigrantes a ese lugar caribeño a principio del siglo XX, aunque es un término lingüístico extendido por Suramérica  o América Latina de habla hispana.
Casa Ferraz. Puntallana
                              Su construcción tuvo auge en tiempos de rememorar la iniciativa de unos empresarios aventureros, consistentes en mejorar la comunicación de personas y mercancías entre los pueblos. Hoy, sin lugar a duda, serían incómodas e inadecuadas a las exigencias sociales y adelantos técnicos. El confort no tiene ningún parangón con aquellos modestos medios motorizados, que producían un traqueteo y ruido, haciendo imposible de sostener la calma del diálogo en una amigable tertulia y se sufría con paciencia en los trayectos hasta concurrir el itinerario deseado al destino concertado. Llegaba el chasis y un motor e inmediatamente sobre él se construía de madera el futuro coche con todos los detalles necesarios, que exigían el progreso como ejemplo el tapizado de los asientos, entre otros tantos detalles, y que eran adquiridos por varios socios por la imposibilidad de uno solo.
Transportes Sur. Avenida Marítima
                              Habrá que reconocer los inconvenientes para llegar a Los Sauces y a Los Llanos desde Santa Cruz de La Palma por tierra, ya que por el norte no se logra hasta 1940 y otro tanto sucede por el sur. Es aquí cuando empieza el verdadero capítulo de nuestras emblemáticas protagonistas, que siguieron aumentando en número. En esa misma fecha la flota de la referida primera ruta se componía de seis unidades, habiéndose fundado en 1933, Transportes Norte de La Palma. La segunda por el fotógrafo Manuel Cabrera Castro, que después de su fallecimiento, la gestionó con nombre propio su esposa María Santos Pérez y posteriormente sus herederos. En 1975 se forma la Sociedad Cooperativa Transportes Insular de La Palma con el único fin de agruparlas y consolidar su presencia en mejorar la atención al cliente y horarios prestados.
Bar Parada. Fuencaliente
                              Estuvieron ubicadas en la Plaza del Mercado con situaciones distintas debido al indicado traslado de su contenido comercial hasta 1950, que se finalizó la avenida Marítima. La parada, de donde salían o regresaban de sus viajes, a unas se le asignó el antiguo Parador Nacional de Turismo y a la otra en la Cafetería Sputnik. Para el descanso de los pasajeros se interrumpía la marcha por ambos lados en dos sitios acostumbrados: Casa Ferraz (La Galga-Puntallana) y Bar Parada (Los Canarios-Fuencaliente).
                              Novedoso fue la incorporación de aquellos denominados “micros” con una capacidad de diecisiete ocupantes, aproximadamente, que se contrataban para excursiones familiares entre excursionistas domingueros.
                              Llegando al final de su existencia, sólo queda algún ejemplar, siendo patrimonio y legado de un pasado lleno de actividad útil, participante del bien común de una comunidad. Se utilizaron como biblioteca itinerante con beneficio a la lectura y conocimiento literario universal.  

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