- I -
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Santa Cruz de La Palma. Ciudad |
Santa Cruz de La Palma nació en una estrecha franja de
litoral, al abrigo de un imponente risco, llamado de La Concepción por los
castellanos, cerrada al sur por el cráter extinto de La Caldereta y entre los
caudalosos barrancos, como el de Dolores, en cuyos bordes creció el núcleo
central de la población, y Las Nieves, que la limitó por el norte, en la orilla
septentrional de ese cauce y a mitad de una cuesta, conocida como La
Encarnación, se edificó, según la tradición, el primer templo de la comarca
este.
Posee un muy airoso emplazamiento, que no es raro dado lo
abrupto de su topografía, toda ella aparece construida como en anfiteatro, de
manera, que ya llegando, desde el barco no nos es posible abarcarla en su
extensión, nos lo diría Dulce María Loynaz Muñoz (1902-1997), prestigiosa
escritora y poetisa cubana, que mereció el Premio Miguel de Cervantes de
Literatura en 1992, ello unido a las torres y espadañas de sus muchas iglesias,
que les prestan un singular encanto.
La llaman invariablemente por toda la isla la ciudad como
describiera la británica Olivia Mary Stone, durante su visita en 1883.
- II -
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Ermita de San Telmo |
SAN TELMO: Dedicada al santo dominico, patrono
de los hombres de la mar, bautizó el barrio del extremo sur de la ciudad
capitalina. Construida por los mareantes sobre el risco que domina el puerto.
Se ignora cuando fue su fundación, aunque debió ser antes de 1551, fecha del
testamento de un flamenco, natural de Amberes, que envió de limosna a la
homónima de San Sebastián y a ésta dos reales a cada una para ayuda de las
obras. En 1591, se constituyó la Confraternidad de Mareantes, que reunía a
pescadores, marineros y navegantes con fines benéficos a favor de la redención
de cautivos.
El 16 de marzo de 1640, el mareante Alonso Vargas, mayordomo,
alegó ante el vicario: “Que había empezado a construir una pared y en ella los
asientos con el fin de formar plaza delante de la ermita, con este fin solicitó
licencia, para realizar junto a dicho solar y en el contorno del lado de afuera
de la puerta principal, que mira al mar, una pared de piedra, barro y cal,
desde el principio de la cruz, que está delante por el lado de abajo y a orilla
del risco, hasta dar frente a la mencionada entrada, mirando a los navíos anclados
cerca de la bahía, con que quedaría el sitio convertido en lo pretendido y,
así, pueda acomodarse la gente, que concurre el día de la fiesta del santo y,
también, al predicador asignado se le concedería vista a todo”.
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Imagen de San Telmo |
Aquella primera ermita de reducidas dimensiones, fue
reconstruida entre 1675 y 1680 por la Cofradía titular, tal como la conocemos
en la actualidad, a hallarse en estado de ruina, con el producto del uno y
medio por ciento de lo que ganasen en los viajes y con las limosnas obtenidas
en los barcos de travesía y de pescar.
Al frente de las dichas tareas estaba el licenciado Miguel de
Brito y Silva, presbítero y al cuidado del recinto sacro, que para acrecentarlo
compró con escritura pública, 25 de septiembre de 1674, ante el escribano Juan
Alarcón, a María de Cáceres Navarro un sitio a las espaldas del retablo mayor,
datado hacia 1680-1690, con la condición de dejar una separación de tres palmos
y medio entre el frente de la iglesia y la vivienda de la vendedora, siendo hoy
el callejón de acceso a la sacristía desde la calle Pintado.
El edificio a diferencia de las otras construcciones, cuya
fábrica se prolongó durante siglos, presenta una concepción unitaria y una gran
simetría entre sus partes. En su exterior llama la atención los interesantes
esgrafiados sobre los arcos de medio punto de cantería, oculto por la cubierta
de cal de sus paredes, en cuyo centro figura el símbolo del ancla. Su fachada
principal presenta amplia balconada y en un mismo eje la espadaña. La plaza
está flanqueada por un muro almenado, en donde se ha puesto, que no funciona
todavía, un ascensor de acceso al lugar.
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Bello retablo barroco |
Cuenta con un bello retablo barroco, decorado con temas
platerescos, rematado con una concha y que posiblemente fue dorado mucho más
tarde. Calificado como preciosa joya de un maestro poseedor de una categoría
artística bien notoria. Es posible que sea obra de Andrés del Rosario. En sus
nichos se veneran las tallas de vestir del Patrón y de la Virgen de La Luz,
esculpida alrededor de 1718 y atribuida a Juan Manuel de Silva Vizcaíno
(1655-1721), patrones, celebrándose
conjuntamente las fiestas en su honor, 8 de septiembre, desde 1890.
El galeón, exvoto procesional, es una excepcional
representación de una nave española del XVII, realizado en madera sobredorada y
lienzo. De él existe una copia en el Museo Naval de Madrid efectuada hacia
1934. Va artillado con catorce cañones en cada costado que lo protegen de los
ataques de piratas y herejes.
En ella se conserva
tres pinturas, que son San Francisco Javier, Oración del Huerto y Jesús entre
los sayones. Las dos últimas proceden del antiguo convento dominico de San
Miguel de las Victorias. Hay una lámpara de plata, datada en 1664 y un
crucificado, en medio del coro, originario de América.
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Ermita de San Sebastián |
SAN SEBASTIÁN: Ya existía en 1535 en esquina con
la Calle Real que subía a Buenavista y la que atravesaba para Santo Domingo y
lindantes con las casas de Luis de Belmonte y de Julián Cornelis. Dio nombre al
barrio, de carácter popular, configurado en torno al camino, que comunicaba Santa
Cruz de La Palma con Las Breñas y la banda de Los Llanos.
Mediada la centuria (s. XVI), fue reconstruida. La techumbre
la realizó el carpintero Diego Hernández y el albañil Pedro Hernández la
enladrilló e hizo las escaleras de la puerta. Por entonces, de 1571 a 1574, los
visitadores eclesiásticos hacen referencia a la existencia de una cofradía
formada por negros.
En tiempo del mayordomo Diego García Gorbalán, se vendió la
campana a la iglesia de El Salvador del Mundo, encargándosele otra al
calderetero Pedro Gutiérrez en 1638. Por motivo de ruina hacia 1680-1684, el
teniente general de la isla, licenciado Francisco Policarpo Franco de Medina,
se hizo cargo de la reparación y para ello se trasladó la imagen del santo a la
parroquia Matriz.
Entre 1872-1876 se volvió a reedificar, durante la mayordomía
de José Pérez Ramírez. De ese entonces son las pinturas del techo de la capilla
mayor, firmadas en 1899, cuyo autor fue el pintor y dibujante madrileño Ubaldo
Bordanova Moreno (c. 1866-1909).
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Templo del santo mártir. Interior |
El actual retablo principal de estípites se estaba haciendo
en 1778, cuando el visitador Alfaro de Franchy mandó vender el antiguo y
pequeño para el altar de la Candelaria de la parroquia de San Pedro de Breña
Alta. Alberga en la hornacina central la talla flamenca del santo mártir
romano, que se ubica en el primer tercio del XVI. En uno de sus nichos vemos la
delicada escultura de San Francisco de Asís y de la Inmaculada. Al centro del
mismo de la mano de Antonio de Orbarán el relieve de la imposición de la
casulla a San Ildefonso (c. 1642).
En el templo sobre sale las capillas de San Antonio Abad
(Antón), siendo sustituida la primitiva por la nueva, procedencia mejicana del
XVIII, adquirida en el puerto de Campeche y donada por el capellán castrense
José Pérez Hernández, que, a su vez, la había heredado de su padre, Antonio
Abad Pérez Herrera; Santa Catalina de Alejandría, de Amberes, primer cuarto del
XVI y el de San Roque, cubana, donada por Antonio Carballo Fernández.
Completan la decoración la serie de lienzos de Juan Manuel de
Silva Vizcaíno, traídos del extinto convento de dominicas Santa Catalina de
Siena, que trata de figuras aisladas, caminando, como si formaran parte de un
cortejo procesional, sobre campiñas amenizadas por árboles, casas y fondos de
tonos azules y blancos.
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Ermita de San José |
SAN JOSÉ: Fundada por carpinteros, albañiles
y pedreros, siendo la hermandad gremial más antigua de Santa Cruz de La Palma,
anterior a la de San Gonzalo, de los oficiales toneleros, establecida en el
convento de la Orden dominica de San Miguel de las Victorias en 1577.
Probablemente, la imagen del referido santo, podría ser la actual de San Telmo
en la otra ermita con la misma advocación. Conjuntamente con la de San Crispín
y San Crispiniano, formada en 1605 por zapateros, nuestra ciudad contaba con
cuatro hermandades destacadas.
Los afiliados a la de San José obtuvieron en 1584 bula del
papa Gregorio XIII (1502-1585), rigiéndose por sus propias constituciones. Cada
dos años, los cofrades, reunidos en la ermita con asistencia del vicario y de
un escribano, elegían, mediante votos secretos, a dos mayordomos, uno
carpintero, que desempeñaba su cargo durante el primero y otro pedrero para el
segundo. El que haya sido electo tenía la responsabilidad de la administración
de las rentas, el culto y cuidado de celebrar la fiesta y octava del Santo Patrón con todo esplendor y fervor,
para ello recogía las aportaciones de los cofrades y devotos.
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La más amplia de la ciudad |
La edificación se erigió en el barrio de la Somada o Asomada,
en torno al convento franciscano de la Inmaculada Concepción, habitado por las
clases más populares, artesanos y jornaleros, entre las monjas claras y San
Francisco, conocido como de los Lordelos y, ahora, por el de San José.
Por otra parte, las limosnas recibidas para su hechura, ya
comenzada, se hicieron por medio del capitán Juan de Valle en 1609 con 20
doblas de sus bienes; el carpintero Gaspar Núñez en 1612, encargando a su
esposa concediera 100 ducados al cobrar una herencia en Cabo Verde y en 1629
para cubrirla de madera el mayordomo Gaspar González, albañil, requirió, ante
al vicario, a Diego de Monterrey, Juan Rodríguez, carpinteros, Bartolomé
Sánchez Carmona, Pedro Álvarez, pedreros, y a Baltasar Hernández, artillero,
las dos docenas de tea prometidas por cada uno, más otra media docena ofrecida
por Juan Fernández, pedrero.
El dicho Gaspar González dejó manifiesto en testamento, que
se debían 390 reales al capitán Jaques de Brier por el resto de la teja que se
le había comprado, así como otros 16 que le era deudor el platero Pedro
Leonardo de Santa Cruz por unos ladrillos de España que le di, perteneciente a
la ermita.
A través de los años fue mejorando en ornatos y capacidad
hasta conseguir su configuración definitiva. Es la más amplia de la ciudad y
sus imágenes reflejan una época de esplendor. El antiguo retablo mayor fue
trasladado al vecino templo de San Francisco de Asís (1717-1719), cuando era
párroco Juan Dionisio Pérez Álvarez, a mediados de la pasada centuria, y muchos
otros enseres.
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Parroquia de la Encarnación |
NUESTRA SEÑORA DE LA
ENCARNACIÓN:
Fundada por los conquistadores a finales del siglo XV y cerca de la Cueva de
Carías. Sirvió de núcleo al primer asentamiento de la naciente villa. Mucho
después la población se trasladó al sur, donde se fabricó la iglesia de El
Salvador y se quedó convertida en ermita, extramuros de la ciudad y aneja a la
parroquia Matriz. Como consta en la visita del licenciado García Calderón en
1532, dio nombre a la Dehesa de la Encarnación, término de pastoreo vecinal,
cuyos linderos fueron reformados en 1509 por el gobernador Lope de Sosa.
Acabada el 26 de noviembre de 1520. La última noticia que
tenemos de ella es de 1530, cuando el obispo Zamora mandó al mayordomo que
cobrase de Juan Alonso, vaquero, lo que había quedado en poder de la cofradía
de Nuestra Señora, que fray Vicente Peraza había aplicado a tal templo.
Hacia 1589 se fabricó en la plaza una casita para el ermitaño,
reedificada y destruida por el fuego en tres ocasiones. A mediados del XVIII se
hizo en la cuesta otra como hospedería de las gentes del campo venidas en
romería. No en vano, como indica el portugués Gaspar Fructuoso en 1567, era
lugar de gran devoción para los vecinos de la isla, que se tradujo en
abundantes limosnas de quesos, granos y frutos que le daban los cosecheros,
ganados y dádivas que ponían los devotos en el platillo y alcancía en las
Pascuas, Semana Santa y otras festividades, derechos de sepultura, legados
testamentarios en dinero, tributos, fincas y con la renta de las tierras que el
consejo le dio… Todo lo expresado fue suficiente para las varias
reedificaciones y obras nuevas que se hicieron en este sagrado sitio.
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Escena de la Anunciación |
Preside el altar mayor la escena de la Anunciación, de
carácter teatral, importada de los Países Bajos entre 1522 y 1532. Hacia 1740
se construyó el actual retablo barroco, en el centro del primer cuerpo. El tabernáculo
es el único que ha perdurado como hornacina en Canarias del XVI
Se conserva en su interior muchas imágenes de gran valor
artístico como, también, un pequeño órgano positivo de mesa u organito de
calle, procesional, traído presumiblemente del convento dominico de Santa
Catalina de Siena. Fechado hacia 1620 y es el más antiguo del Archipiélago.
Las andas de baldaquino de la Virgen fueron inventariadas en
1712 y la cruz de altar, mejicana, que todavía se conserva, cubierta de
madreperla con las imágenes del Crucificado y las insignias de la Pasión, y en
su peana la Anunciación.
Al lado del Evangelio se halla la tribuna de los Vélez de
Ontanilla, confeccionada hacia 1705, dueños copartícipes de las haciendas de
Argual y Tazacorte y fue elevada a parroquia en 1968, siendo obispo Luis Franco
Cascón (1903-1984).
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