Es genial comentar, dar a conocer con toda claridad, lo que
nuestro Santo Padre manifestó en esa entrevista concedida a una revista
misional africana (Mundo Negro), que no se malinterprete su mensaje de Amor: “Hay
que ir a los pueblos, no a las ideas”. “África es original…”. Dos
días antes de cumplir 86 años, el papa Francisco recibe a Mundo Negro en la
biblioteca privada del Palacio Apostólico. A continuación, propone sin demora
la conversación. “Pregunten lo que quieran”. Dialogó 35 minutos en medio
de su agenda matinal.
Se hizo jesuita entre otras cosas para ir como misionero a
Japón. Creo que sí, así siempre, le interesaron las periferias. Miraba las
periferias desde adentro, no solo, porque le interesasen intelectualmente, sino
para ir más allá de las fronteras.
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“De los misioneros lo que más me sorprende es la
capacidad de meterse en la tierra y respetar las culturas y ayudarlas a que se
desarrollen. No desenraizan a la gente, al contrario […], constato
que la Misión católica no es proselitista, sino que anuncia el Evangelio, según
la cultura de cada lugar. Lo católico es eso, respetar las culturas. No hay una
cultura católica como tal, si un pensamiento católico, pero en lo católico se
enraízan cada una de las culturas, y eso ya en la misma acción del Espíritu
Santo en la mañana de Pentecostés […]. Lo católico no tiene
uniformidad, tiene armonía, la armonía de las diferencias. Y esa armonía lo
hace el Espíritu Santo. Un misionero va, respeta lo que se encuentra en cada
lugar y ayuda a que se cree la armonía, pero no hace proselitismo ideológico o
religioso, ni, mucho menos, colonialismo […], pero el misionero tiene
que estar para respetar la cultura de su pueblo, vivir con esa cultura y llevar
adelante su trabajo”.
Recordando el Concilio Vaticano II, del que se cumplen 60
aniversarios, supuso un pistoletazo de salida misionera notable. Tantas cosas
en la Iglesia han dado un giro increíble, que parece extraordinariamente
prudencial. En la parte misionera, lo que dijimos anteriormente son testimonios
vigentes con cierto matiz de credibilidad actual. La fe se incultura y el
Evangelio toma la cultura de su pueblo, se da una evangelización de la cultura.
“Cuando hablo de evangelización de la cultura, no hablo
del reduccionismo de la cultura, ni de ideologizar las culturas, ni todo eso
que es una tentación seria actualmente, sino hablo de evangelizar, de anunciar
y nada más, con mucho respeto. Por eso, el pecado más grave que puede tener un
misionero es el proselitismo. Lo católico no es proselitista”.
En otro momento de la entrevista indicó la importancia que
tienen las congregaciones, en cuyo carisma se subraya el anuncio explícito del
Evangelio: “Son los que llevan adelante el anuncio de que el Señor está vivo
[…]. Delante de otras opciones lícitas y buenas, el misionero que vaya a
anunciar el Evangelio hace algo grande, y lo hace con trabajos […]”.
“Hoy en día hay una conciencia del diálogo mucho más
grande, y la persona que no sabe dialogar no madura, no crece y será incapaz de
dejar algo a la sociedad. El diálogo es clave”.
Las vicisitudes fue un motivo de preocupación para él, por
la serie de circunstancias habidas durante algún tiempo, que dio por conclusión
el siguiente razonamiento, yo diría una simple observación, la Misión está
experimentando una transformación desde el punto de vista humano.
“Por la estadística, a pesar de que traiciona muchas
veces. Las estadísticas sirven, pero no hay que poner la esperanza en ellas. Me
pregunto en quién pongo mi esperanza, y eso se lo pregunto a todos. ¿En quién
ponéis la esperanza?, ¿en la organización?, ¿en la capacidad sociológica de
convocar?, ¿o en la fuerza del Evangelio?”.
A Francisco no le preocupa la escasez de vocaciones, en
donde antes abundaban, llenaron el mundo de misioneros. Es un misterio y como
tal se necesita una reflexión a fondo, o a tiempo parcial, no se ve otra
explicación.
El testimonio golpea mucho y lo hace siempre con
contundencia, eso es bueno: “Estas personas ofrecen un testimonio fresco de
las nuevas culturas, frente a culturas más envejecidas u organizadas en un
sentido empresarial. Los conflictos de esos países nuevos o más jóvenes son
distintos de los conflictos de los países más viejos y cerrados […], pero
también puede pasar lo contrario, que se entusiasmen con ese estilo de vida,
signo de los tiempos que señala mundanidad, que señala un nivel de desarrollo,
que pone los valores en otro lado, un poco más estático o más pagano, si quieres,
y que pierdan lo bueno que traen. Es un riesgo”.
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“Mi primer contacto fuerte con África, fue en Bangui, en
República Centroafricana, en un momento de transición […]. Esa experiencia no
la puedo olvidar. Allí abrí la puerta del Año Santo de la Misericordia, abrí el
camino. África es original, África te sopapea (te enamora). Además, hay una
cosa que debemos denunciar: hay un inconsciente colectivo que en italiano dice,
que África sará sfruttata, que África es para explotarla. La historia
así nos lo dice, con independencias a mitad de camino: les dan la independencia
económica del suelo para arriba, pero se quedan con el subsuelo para
explotarlo, vemos la explotación de otros países que se llevan sus recursos.
Incluso la idea del africano como persona a explotar, todo el imaginario
colectivo de los esclavos negros que iban a América Latina. Esa idea de que
África existe para ser explotada es lo más injusto que hay, pero está en el
inconsciente colectivo de mucha gente, y hay que cambiarla. Además, en segundo
lugar, hay que hacerse cargo de la riqueza mineral que tiene África, no solo de
riqueza mineral, sino intelectual […]”.
Poco a poco, paso a paso, nos acercamos al final de la
entrevista, cuando estuvo en Madagascar citó el evangelio de Lucas (Lc 10,
21-22): Te doy gracias Padre, porque has escondido estas cosas a los sabios y
entendidos y se las has revelado a los pequeños. ¿Qué riquezas del continente
no vemos?
“Solo vemos la riqueza material, por eso solo se la ha
buscado históricamente para explotarla. Hoy día vemos que muchas potencias
mundiales van a saquear, eso es verdad, y no ven la inteligencia, la grandeza,
el arte de los pueblos. Hay que ir a los pueblos, no a las ideas”.
No podemos silenciar la explotación, la explotación de los
chicos, de las mujeres.
“Es un crimen. Y esos países que tienen un índice
demográfico por el suelo, que tienen necesidad de gente, que tienen pueblos
vacíos y no saben gestionar la inserción de migrantes. El migrante tiene que
ser recibido, acompañado, promovido e integrado. Si no se integra, es malo. Leí
sobre África un librito en español, Hermanito de Ibrahima Balde y Amets
Arzallus Antia, de un chico que va a buscar a su hermano y llega a España. Lo
que tuvo que sufrir para llegar ahí, los campos de concentración del duro norte
de África, toda una industria donde la carne humana… Es duro lo que pasa. Una
jefa de gobierno dijo una vez que el problema de las migraciones hay que
resolverlo en África, ayudando a África, ayudando a África a que sea cada vez
más señora de sí misma. Y es verdad. Pero lo que hay es que África está para
saquearla”.
La voz del Pontífice debe ser escuchada en todo el mundo,
consecuentemente en debate humanitario y nunca, nunca, sea llevado
políticamente. Nuestra conciencia sea juzgada por hacer el bien entre miles y
miles de mujeres y hombres, sean de la raza que sea, al borde de la
desesperación y la búsqueda de una vida mejor en labor cotidiana de sustento
económico, social, cultural, integración y de igualdad, sobre todo de igualdad.
Tener en cuenta, escribiendo en un párrafo aparte lo
siguiente, es importante subrayar que hay una injusticia europea, muy grande,
en aquellos países, que están en el área de recibir migraciones. Estos países
tienen que hacer frente a todo y están en la disyuntiva de mandarlos de vuelta
a casa, para que los reenviados sean un problema grave.
Creo que Dios escribe en renglones torcidos durante las
difíciles circunstancias adversas, dictadas en toda la historia y que sucedan
hoy, mañana y en el pasado hayan sido una sombra imborrable, da tristeza de
comentar y ser transmisores de tales desaguisados de la humanidad y en un
continente determinado, África negra, te abre las puertas a las cosas grandes y
servicios a los demás.
Enfrentarse a numerosos peligros, venciendo la extrema
pobreza, el racismo y la xenofobia… para convertirse en una referencia y de
toda África.
Doy el broche final, dejando un espacio en blanco en la
mente de todos, para que hagan una autocrítica y para deciros, con gran
satisfacción, que no olvidemos que la acogida es signo de la presencia de Dios.
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