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La Virgen librando del castigo eterno, según su promesa |
La Virgen del Carmen sería proclamada Patrona de la Marina
de Guerra española y de todos los navegantes el viernes, 19 de abril de 1901,
según una Orden de la reina María Cristina de Habsburgo. En la actualidad es
también de toda la gente de la mar, perteneciente a la Armada, la Marina
Mercante, la Pesquera y Deportiva.
El tiempo de pandemia fue un paréntesis impreso en todos los
corazones de los españoles para recordar el periodo de sufrimiento en todo el
mundo para estar en cuarentena forzosa, recluidos para evitar el contagio del
Covid-19, dejando cualquier manifestación pública a merced del silencio y
cuidado de la salud.
Comenzamos haciendo un recorrido por la geografía palmera,
recayendo en Santa Cruz de La Palma como honor a la tradición y cita con la
bella imagen de la Virgen, recorriendo un itinerario acostumbrado, invitando a
la esperanza en este año de mejorar la situación caótica del fuego forestal de
Puntagorda, Tijarafe y zona de la Caldera de Taburiente, que no se celebró el
embarque por la bahía por solidaridad a lo que sucedía en la corona vegetal.
Con todo lo dicho se desea poner en valor y recuperar el
vínculo de Santa Cruz de La Palma con el mar, a través de la bellísima y venerada
efigie de la Virgen del Carmen de la parroquia matriz de El Salvador. Le sirve
de basamento un grupo de nubes, solución denominada en Canarias como imagen de
gloria.
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Imagen neoclásica de Fernando Estévez. El Salvador |
El talante abierto y sencillo del imaginero orotavense
Fernando Estévez del Sacramento y Salas (1788-1854), le avaló buenos y
numerosos amigos como Manuel Díaz Hernández (1774-1863), que, por mediación, de
este sacerdote liberal, podemos apreciar una formidable obra con rasgos
neoclásicos de este ‘distinguido escultor, sobresaliente dibujante y pintor’.
La indicada talla hecha en 1824 y entronizada en su actual retablo del mismo
estilo escultórico, capilla colateral de la Epístola, desde 1659 se conoce con
el nombre de la Virgen al establecerse el culto mariano, que vino a sustituir a
la anterior, atribuida a Juan Manuel de Silva Vizcaíno (1687-1751), esculpida
en 1718, y que hoy se encuentra en la ermita de San Telmo con la advocación de
Nuestra Señora de La Luz.
Las imágenes de vestir constituyen el grupo más abundante
dentro de la producción del afamado imaginero. De todas las llegadas a La Palma
de tal artista, esta de tamaño natural, 1,82 metros de altura, fue ejecutada
imitando a la perfección la figura completa de madera. Utilizó lonas encoladas
para la elaboración de los ropajes, práctica poco usual en él, ya que el 80% de
su producción se mantiene en el grupo de ‘candeleros’. Fue esculpida, siguiendo
un modelo clasicista con marcado acento barroco. La corona imperial parece ser
una espléndida pieza de 1666 por los portapuntas de formas complejas, que
integran su decoración.
Fuentes Pérez, en su pormenorizado estudio sobre las
esculturas clasicistas canarias, indica que esta representación del personaje
femenino predomina en Estévez, llegando a llenar el 60% de la producción. De la
peana sobresalen dos cabezas de angelotes o ‘putti’, de moldeados algo
voluminosos. El 15 de julio de 1866 se hizo la actual basa o trono por el
carpintero Francisco Duque Díaz y más tarde fue dorado por Juan González
Méndez.
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Observación policromía suave y sonrosada. Aire de porcelana |
Finalmente, llegó
al puerto capitalino procedente del Puerto de la Cruz el viernes, 25 de junio
de 1824, a bordo del barco Victoria. En el libro de Tributos de la Cofradía del
Carmen, fundada en agosto de 1659, consta como el 4 de julio de 1824 ‘se hizo
la función de colocación de la nueva imagen’.
Es una preciosa talla que ha suscitado una gran devoción
entre los hombres de la mar, que la han erigido como patrona, Reina de los
Mares. Es una escultura muy bien conseguida, que posee el poder de atraer al
que la mira y que parece ‘irradiar luz propia’. Desfila procesionalmente cada
16 de julio, excepto cuando lo impiden las ‘Fiestas Lustrales’ en honor a la
Patrona Insular, Nuestra Señora de Las Nieves.
Alejándonos del núcleo poblacional, hacia el norte, nos
trasladamos a un rincón emblemático por su tradición y belleza natural, es el
cauce del barranco Maldonado o del Carmen. En su hacienda de viña, cereales y
frutales el presbítero y médico Isidoro José Ferrera y Arteaga de la Guerra (1701-1776),
fundó en el primer tercio del siglo XVIII un oratorio con puerta orientada
hacia el camino real y que en la década de 1770 se convirtió en ermita pública,
para lo que se la dotó de una sacristía. El recinto sigue el modelo de las
ermitas palmeras. Se ubica en una pequeña plaza por un muro almenado, presidido
por una imagen de la Virgen del Carmen, obra de candelero, cuyo autor es Juan
Manuel de Silva Vizcaíno. Procesiona por los aledaños del templo.
Los marinos tinerfeños eligieron una imagen sagrada para que
los guiase y protegiera hasta llegar sano y salvo a buen puerto, colocándola en
la parte alta de la isla. Según Álvarez Rizo (1796-1883), Puerto de la Cruz,
comenta que desde el XVIII muchos hombres y mujeres acudían a la romería, que
se celebraba el sábado de Naval en La Esperanza, donde ese pueblo campesino le
expresaba su fervor a la Virgen del Carmen.
Sin embargo, Juan Primo de la Guerra (1775-1819), San
Cristóbal de La Laguna, ubica a la primera efigie del Carmen en la ermita
santacrucera de San Telmo, donde los marinos la veneraban junto a exvotos,
utilizándola como Estrella y Abogada suya en la hora de capear tempestades,
sortear escollos y huir de los enemigos.
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Nuestra Señora en solemne procesión al puerto y bahía de Santa Cruz de Tenerife |
La primera procesión en esta capital tendría lugar el 16 de
julio de 1720, acompañada de la Cruz Fundacional y de todas las cofradías de la
parroquia. Esta procesión se mantendría con todo su esplendor hasta 1919, año
en que el armisticio que ponía fin a la Primera Guerra Mundial cambió su forma
de celebración. Con la llegada de la Paz, ese 16 de julio, fue llevada y
embarcada en el puerto, denominándose ‘paseo marítimo’ de la Virgen del Carmen
a lo largo y ancho de la bahía capitalina. Como anécdota en la celebración de
1924, se premió a la mejor embarcación engalanada acompañante con 100 pesetas.
A partir de 1931, el Ayuntamiento de la capital provincial
aprobó en Pleno que la Onomástica de la Virgen del Carmen fuera declarada
fiesta oficial, junto con la de Santiago, la Santa Cruz y el martes de
Carnaval, (según notas tomadas del Diario de Avisos p. 47, domingo, 16 de julio
de 2023, firmado por José Manuel Ledesma Alonso, Cronista Oficial de Santa Cruz
de Tenerife).
Goza de gran veneración en Canarias, siendo muy famosa la
festividad en su honor en el Puerto de la Cruz, con su multitudinario embarque
cada segundo martes de julio. Son muchos los pueblos tinerfeños que festejan el
Carmen en todo el referido mes, al igual que en otras islas y del resto
peninsular. Ejemplos evidentes lo tenemos en La Punta del Hidalgo (La Laguna),
Valleseco y Los Campitos (Santa Cruz de Tenerife) y Los Realejos. Tierra
adentro se celebra una tradición, que lleva 52 años celebrándose, la Romería de
Los Campitos en honor de la Virgen marinera.
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Virgen de Los Realejos por San Agustín. Escuela genovesa. Antón Mª Maragliano |
Lleva 3 años consecutivos sin celebrarse 2020, 2021 y 2022 a
consecuencia de la pandemia y por el incendio que afectó a los montes de Los
Realejos, San Juan de la Rambla y La Guancha, en el último ciclo anual. Los
registros históricos apuntan a que desde 1750, se había fallado a esta cita en
1812 por una epidemia que afectó a la comarca.
Es una talla escultórica de la escuela genovesa de Antón
María Maragliano y que es la alcaldesa Honoraria y Perpetua de la Villa de Los
Realejos desde 1985.
La Virgen del Carmen es la denominación común que suele
recibir Santa María del Monte Carmelo, cerca de Haifa y que procede de la
palabra hebrea Karmel o Al-karem, difundida por la Orden de los carmelitas.
La veneración remonta al grupo de ermitaños que, inspirados
en el profeta Elías, se retiraron a vivir en el monte Carmelo. Estos devotos,
hacia el 1200, formaron la Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo.
Según la tradición carmelita, el 16 de julio de 1251, la
imagen de la Virgen del Carmen se le había aparecido a San Simón Stock,
superior general de la Orden, entregándole el escapulario, principal signo del
culto mariano carmelita, prometiendo librar del castigo eterno a los que lo
llevasen. El escapulario recibió reconocimiento papal en 1587 y ha sido
respaldado por los pontífices posteriores.
En el XIV la Virgen, una vez más, se apareció al papa Juan
XXII y le prometió ayuda contra sus adversarios, si otorgaba una nueva
aprobación a los carmelitas y la salvación de dichos hermanos profesos, de los
devotos que llevasen la señal del hábito o el escapulario, cumpliendo
prescripción de oración y que correspondiese a su estado canónico de castidad.
La Virgen descendería al Purgatorio el primer sábado después
de la muerte de las personas para llevar sus almas al cielo, de ahí viene el
nombre de privilegio sabatino, confirmado por el mismo papa en la Bula Sabatina
del 3 de marzo de 1322. Posteriormente, aprobado por SS. Clemente VII con el
‘Breve Dilecti Filii’ de 1527.
La Virgen del Carmen es aclamada ‘Stella Maris’. La devoción mariana se extendió a muchos países de Europa y por España y Portugal a Iberoamérica a partir del XVI.
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