Eres la rosa de abril,
y estrella de la
mañana
como ecos de una
canción.
La brisa muy de temprano
acaricia tus
mejillas
como aquellas
florecillas
que abren sus
entrañas de miel.
Bañada del soñoliento
rocío que a luz
brilla,
me robas el poco
aliento
que sale de mi tersa
piel.
Habitas en los senderos
satinados por mis
pasos,
huellas de mis
cansinos pies
y voz que clama al
viento
la ansiedad del corazón.
Es el rosal sin espinas
el que me daba esa
rosa,
se marchitó con mis
penas,
aquella flor tan
hermosa.