A mediado del año 2004 leí en la prensa local, que un equipo
de buenos amigos, amantes de salvar un patrimonio con viso de desaparecer,
estaban restaurando el correíllo La Palma y, entonces, me surgió en mi mente el
recuerdo, en forma de nostalgia, yo diría de almacenada o sentimental añoranza,
de aquel tiempo en que viajé en él. Cuántas veces pasé por su cercanía, sigo
haciéndolo ahora cuando visito Santa Cruz de Tenerife por asuntos médicos, se
encontraba en las instalaciones del astillero, próximo a la autovía del barrio de
San Andrés y dársena pesquera.