No quepa la menor duda, que hacemos una introducción muy
compleja y diferente a otras veces en un asunto no menos complicado en una
sociedad envuelta por intereses económicos de señorío y poder adquisitivo
patrimonial y comercial. La esclavitud es la subordinación absoluta de una
persona a otra, la negación de la libertad. Es una institución antigua como el
hombre, conocida en las grandes civilizaciones del mundo de siempre, aunque en
la órbita del Mediterráneo no se convertirá en fundamento monetario social
hasta la cultura griega primero y la romana después. Los intelectuales o
pensadores consideraron la esclavitud como el motivo económico, que
posibilitaba al hombre libre el desarrollo pleno de su actividad política y
cultural, para los primeros, y, para los segundos, se convirtió en conquistas,
profusa fuente, que mantenía a la metrópoli.