Para entender el mundo actual ya no sirven las encuestas, ni
los análisis de los analistas, ni las tertulias de los tertulianos, ni los
estudios de los estudiosos, ni la experiencia de los expertos, ni la
inteligencia de los que hasta hace unos cuantos días considerábamos
inteligentes. Para entender el mundo, el inaprensible presente inmediato, lo
que está pasando ahí fuera, hay que recurrir a algo más que la propia realidad.