Vamos en peregrinación a su ermita del barranco con sus
verdes laderas, pregoneras de fe, guardianas de tradición y devoción a Nuestra
Señora del Carmen. A sus plantas nos postramos y ofrecemos lo mejor del corazón
para recordar que somos sus hijos, tomándola como la Madre del Cielo. Infinitas
gracias te damos, soberana princesa, por los favores que todos los días
recibimos de tus benéficas manos.