Como es tradición, cada madrugada del 8 de septiembre, el
diablo, singular figura infernal y simbólica de leyendas alusivas a tal
personaje maligno, volvió a bailar entre miles de congregantes en la plaza de
Nuestra Señora de Candelaria del pueblo de Tijarafe, situado en el occidente
palmero, y sentir de cerca al señor de los ardores, entre el resplandor y
estruendo de la pirotecnia, como consta en la letra de la conocida canción,
amenizando su aparición.