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miércoles, 30 de mayo de 2012

FÉLIX DUARTE Y EL DÍA DE LA MADRE


                           De todas las islas canarias fue sin duda la de La Palma la que, durante muchos años, suministró relativamente el mayor volumen de iniciativas. Existe algunos rasgos significativos de la peculiar idiosincrasia del pueblo palmero. Es evidente que todos los canarios estamos marcados por una nativa condición, que no sé si es virtud o dolencia, de nuestra insularidad, conformados espiritualmente por ese diálogo inextinguible de cielo y mar. La belleza abrupta y grandiosa de su paisaje, que no excluye rincones de idílico encanto apacible, y su mayor riqueza forestal e hidráulica, que alberga una autonomía económica son factores naturales que se suman a los otros históricos para conjugarse en ese resultado final, definiendo el alma isleña, su inmersión en su pequeño y subyugante cosmos y en esa atracción, particular y acentuada afección por lo suyo.