Transcurría el año 1949, cuando ya había sido la erupción de
San Juan y la visita del Generalísimo a esta isla, siendo notable la emigración
de Canarias a Venezuela. Los palmeros escribieron entonces una página en la
historia de la migración con tinte satisfactorio para muchos en saciar el ansia
de cubrir las necesidades económicas de cualquier hombre o mujer, favoreciendo
a la familia dejada en el terruño en espera de un sustento mejor. Muchos usaban
la clandestinidad en embarcaciones a vela o motor hasta llegar al destino
preferido, que experimentó un alza considerable.