El título de la presente publicación me sugiere abrir el
corazón, maltrecho por la desafortunada noticia llegada a través de la prensa
provincial, al buen amigo Antonio Gutiérrez San Gil (1926-2018). Fue todo un
ejemplo de caballero, nobleza, pundonor y amistad con quienes se relacionaba a
diario. Sencillez caracterizada en la sonrisa socarrona y mirada discreta,
observando a los demás con sutil meticulosidad emitiendo, posteriormente, un
juicio tolerante y comprensivo a la espera y escucha del acompañante de turno.