Por senderos florecientes
junto a la Virgen de La Luz
camina el casto San Telmo
reflejándose en su frente
el gran amor a Jesús.
La Madre con su mirada
dándonos la bendición,
calla y en silencio habla
a sus hijos feligreses
con sonrisa y protección.
Los vecinos se apresuran
del Risco hasta el Galión
en acoger a María,
al Guía y santo Patrón
con rezos, cantos y flores.
La ermita y sus aledaños
alegremente engalanan
los balcones y ventanas
y con saludos en el cielo
pregonan la bienvenida.
Septiembre mece en sus brazos
tradición y regocijo
y el barrio muestra sus joyas
bajo un bello baldaquino
y en gallardo galeón.
