Con nostalgia nos desplazamos y con alegría peregrinamos al
lugar mariano por excelencia de La Palma, a través del barranco, donde
convergen nuestros sentimientos y pensamientos por siempre de agradecimiento,
devoción y fe. Un solo espíritu en unión de miles de almas, que cada quinquenio
fluye en sentido contrario, pero en la misma dirección, del mar al monte. El
cauce se desborda en señal de amor a una Madre y en signo de pleitesía a la
Morenita.