Mi ciudad, capital
palmesana,
se prepara y se engalana
con gran pomposidad,
para recibir a la Señora,
pequeña y morena,
bonita como ninguna
santa Madre de Dios.
Minué, danza y
alegoría
componen la trascendencia
de unas lustrales fiestas
de añoranza, reencuentro
y entrañable grandeza.
Bajada de la Virgen
morena,
Reina de los palmesanos,
desde lo alto del monte
hasta el litoral ciudadano.
¡Entras
triunfalmente,
oh Virgen Soberana,
a la ciudad que te recibe
con honores de Capitana!
El castillo y la
nave de María
refrendan con salvas su entrada
por las calles hasta la plaza,
en donde se canta la Loa
delante de la fachada
de El Salvador, su morada.
Los días
transcurren en fiestas,
con Triduos y procesiones
de nuestra Madre querida,
pidiéndole bendiciones
los barrios que Ella visita.
Virgencita de Las
Nieves
te pido de corazón
que nos protejas a todos
hasta una nueva ocasión
de unas Fiestas Lustrales
de añoranza, reencuentro
y entrañable grandeza.
Noche llena de
ilusiones
de mayores y menores.
Noche de
transformaciones
de seres muy peculiares
a inolvidables enanos.
Un espectáculo
alegre,
entrañable y misterioso,
dedicado con pasión
a nuestra santa Patrona
siempre Virgen de Las Nieves.
La Danza de los
Enanos,
jocosamente famosa,
sorprendente en esta noche
estival, bella, emblemática
es símbolo, imagen, música
de esta, La Palma Lustral.
El día de tu
Onomástica
celebramos tu subida,
acompañándote hasta el monte
desde el litoral ciudadano,
a través de ese barranco
que lleva tu santo nombre,
dejándote en tu siempre morada
del Santuario del Monte
con ilusión de volverte a ver
bajar por La Dehesa,
El Planto y La Encarnación
en la próxima Bajada,
de corazón anhelada.
La esbelta
Hermosura transportada
al alma de esta ciudad palmesana
es azucena blanca, soberana,
del alba místicamente adorada.
Sus proezas por querubines cantadas
son preludios como ecos de campanas,
trinos celestiales en mi ventana,
para gloria de la Beldad amada.
La Palma a sus pies
rinde homenaje
al Dios de la vida, fuerza inmortal,
agradeciendo el sublime Linaje.
Pórtico santo,
divino portal,
acoge a la Madre en fúlgido viaje
del monte a la orilla, Fiesta Lustral. (soneto)