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domingo, 2 de febrero de 2014

ELEGÍA A MI HERMANO

               “Yo muero pero mi amor no muere. Os amaré en el cielo como os he amado en la tierra y velaré por vosotros”.


  Abatido por el dolor
contengo mi rabia atroz
de cadenas que me atan
me asfixian eternamente,
me condenan y me matan.
  El alba me cubre de sombra
en lo más profundo del alma
me atormenta.
Desesperanza
sin que nadie me ayude
a alcanzar tus manos frías
en la oscuridad de la noche
del invierno enhebrado entre helados cordeles
amenazando distancia entre tu semblante y el mío.
  Mi verso se rompe en llantos
y lamentos
por un momento adverso
a los intereses de todos.
  La vida, triste fragancia,
se nos va
al firmamento etéreo del más allá.
  Vacío sin esperanza y en silencio
se nos queda solo
como castillos de naipes sin defensa,
sin amparo en medio de desolación
y amargura.


A todos los que sienten pena en el frágil corazón frente a lo irreversible.