Llevaba algún tiempo sin acordarme de un viejo libro, por
excelencia un antiguo y querido poemario, que guardo celosamente por su interés
sentimental y de honda belleza hecha en su edición, pero hace muy poco me
acordé de él, viniéndome a mi memoria gratos recuerdos de aquel otoño de 2003,
a expensa de los viajes entre Tenerife y La Palma. De pronto, una estimable
amiga, Maribel Trujillo, me lo regaló con todo el afecto del mundo. Pertenecía
a sus padres desde su infancia y con toda certeza lo consideró valioso en mis
manos y así fue. Sencillo y honesto, aunque grande en su contenido, me sedujo
hasta tal punto de transportarme a un mundo de pompas de jabón, que se llevan
el viento. La originalidad y agudeza de sus poemas se hicieron célebres en mi
corazón.