El dicho popular nos dice: “En casi todos los conventos
femeninos hay una monjita incorrupta”. Puede ser cierto y yo afirmo haber visto
dos. Una de ellas es Sor Santa Ángela de la Cruz, María de los Ángeles Guerrero
González (1846-1932), en Sevilla y, la otra monja, Sor María de Jesús, María de
León y Delgado (1643-1731) en el convento de Santa Catalina de Siena en la
ciudad de San Cristóbal de La Laguna (Tenerife). Murió en olor de santidad y
así se considera actualmente por los numerosos testimonios recibidos por
cientos de miles de peregrinos postrados ante su cuerpo venerado
incansablemente, atribuyéndosele muchas acciones milagrosas, aunque, aún, no se
haya pronunciado la Santa Sede por su beatificación, refrendado por la
Congregación de la Curia Romana para las Causas de los Santos.