Lo denomino en singular, porque su origen fue sencillo y
original en uno, aunque luego se multiplicó hasta el presente, creando su
propia esencia de espectáculo festivo, alegre y bullicioso por ser el alma de
un pueblo amante de sus raíces, arraigadas al sentir de generaciones ansiosas
de ofrecer lo mejor de las fiestas patronales del Arcángel San Miguel de la
Villa y Puerto de Tazacorte. Cabalga con ilusión, potro de caña y papel, por
las calles al ritmo de pasacalles como el “Vuela, vuela palomita”.