Al abrir un libro solo se observa lo imaginable, que se
transformará en latidos de un corazón vegetal que con ansias nos invita a la
curiosidad de averiguar qué ocurre. ¿Qué persona curiosa podría resistirse a
semejante desafío? No sé que responder, pero, sí es cierto, que es un amigo
fiel y comunicador. Hay un proverbio hindú, que dice: “Que un libro abierto es
un cerebro que habla; cerrado, un amigo que espera; olvidado, un alma que
perdona; destruido, un corazón que llora”.