Relacionar a la Virgen de La Luz y San Telmo con la mar es
una gran proeza. Se piensa en soledad cautiva, memoria de horas y
acontecimientos. Misteriosa tranquilidad indescifrable e incomprensible, azul
intenso y profundo inmerso en lentos desvaríos y acompasados. Las olas rompen
en las orillas arenosas de las playas y acantilados, al igual que yo deshago
con mis manos el ser que se escapa entre fragmentos de esperanza, sostenidos
con dedos encorvados del peso de una vana ilusión.