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domingo, 3 de junio de 2018

UN INDIANO DE SIEMPRE

                              El título de la presente publicación me sugiere abrir el corazón, maltrecho por la desafortunada noticia llegada a través de la prensa provincial, al buen amigo Antonio Gutiérrez San Gil (1926-2018). Fue todo un ejemplo de caballero, nobleza, pundonor y amistad con quienes se relacionaba a diario. Sencillez caracterizada en la sonrisa socarrona y mirada discreta, observando a los demás con sutil meticulosidad emitiendo, posteriormente, un juicio tolerante y comprensivo a la espera y escucha del acompañante de turno.
                                                         En silencio acalló los pasos de un extenso peregrinar, que duró nueve décadas, siendo el umbral del centenario, en este mundo variopinto y significante vector que nos conduce a la Casa del Padre Celestial entre interrogantes y promesas fundadas en la Gran Tribulación del final de los tiempos.
                              Un bagaje de conocimientos transformados en sabia experiencia, puesta en práctica y sigilo vital con el buen humor exteriorizado en su semblante, para enseñarnos a ser diferentes con una conciencia abierta a los avatares humanos de un encuentro con la despedida y memoria de lo acaecido entre los mortales.
                              Es una pérdida muy sentida, porque era una persona carnavalesca indiscutiblemente presente en el “Lunes de los Indianos” de las fiestas del Carnaval de Santa Cruz de La Palma con un papel destacado en la popularización. Sus expresiones filosóficas, en cuanto nos referimos a lo lingüístico de sus frases, transferidas a los carteles que portaba, nos sirvió de admiración y comentario como un respetuoso número festivo, no transcrito en el Programa informativo del evento.
                              Su fallecimiento el pasado lunes, 28 de mayo, nos dejó boquiabierto por lo inesperado, en soledad y en la incertidumbre del acongojar desconsolado. No solo la gente mayor lo quería, sino también los jóvenes, entre ellos yo, ya que transmitía sinceridad y fácilmente identificable, toda una enciclopedia abierta. Me quedo con muchos recuerdos y todos buenos. Las amenas tertulias agrandaban esos lazos de pareceres y motivos personales, que agrandaban la grandeza y disponibilidad del instante compartido. Pienso y no con presunción, que ha sido un excelente tertuliano.

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