De las rocas y paredes surge el manantial mariano,
deleitándonos en los rezos, que se confunden con el aroma de las rosas e
incienso, elevándose confiados en la tierna mirada de quien suplica por la
protección del enfermo, marginado, inmigrante, pobre y necesitado. Su belleza
sea siempre el crisol de sosiego y entendimiento, remanso de hermandad a través
del diálogo y comprensión, conduciéndonos a la dulce morada como fulgor de
marineros y navegantes.
CAMINANDO CON TU SOMBRA:
Tu mirada me conmueve
caminando con tu sombra
hermosa Madre bendita,
pisando la verde alfombra.
Desde la montaña a
la mar
entre laderas frondosas
del barranco Maldonado,
voy venerando a la Rosa.
El silencio me
acompaña
hasta llegar a la ermita
de paredes centenarias
y besar la virgencita.
Al momento se
enardece
el tañido de campanas
en la pequeña espadaña
al ver la Virgen del Carmen.
Tocando tu
escapulario
y en tu regazo morir,
a tu Hijo, Jesús amado,
amor deseo rendir.
Por el aire
perfumado
aromas a incienso vuelan,
guardando aquellas pisadas
que son suspiros transformados.
En una humana
oración
colocan junto a las flores
plegarias en ese altar,
mensajes de aclamación.
Santo rincón, bella
plaza,
acoges en tus entrañas
el fervor del peregrino,
que de lejos se desplaza.
¡Resplandecen los
colores,
los tambores y cornetas,
que embrujan a tus almenas
la imagen de mis amores!
Mil honores te
protejan
en la gran corte celestial,
miradas de querubines
a los cielos te levantan.
Saludándote en el
Día
entre rezos y alabanzas,
los ecos de fe te abrazan
con vítores tu Onomástica.
Los aquí presentes
te aman,
Estrella de la mañana,
y de corazón proclaman:
¡viva la Reina y Señora!
¡Viva la Virgen del Carmen!
Hoy en día, tanto el templo como el cauce llevan el nombre
mariano, Barranco del Carmen, en dicho paraje agreste y pastoril, desde la
plaza y ermita hasta la desembocadura. Se halla al abrigo del margen occidental
o montaña circundante en la umbría rocosa, cuyas aguas tiñen las azules del
océano. Circunscrito al Real Santuario de la Virgen de Las Nieves, también, lo
fue de la parroquia de La Encarnación.
A María vamos
prestos
a pedirle bendición,
de rodillas nos ponemos
evocando una oración.
La claridad de María
nos alumbre la ocasión
para celebrar el Día
de la santa devoción.
Barranco arriba nos
vamos,
magna peregrinación
mariana por excelencia,
¡qué viva la Madre de Dios!
Ángeles y querubines
envueltos en nubes de amor
aportan entre sus manos
las partituras en su honor.
Voces blancas
celestiales
cantan notas musicales
a la bella y venerada
Estrella de la mañana.
Trono de sabiduría,
Causa de nuestra alegría,
te presentamos los votos,
¡bendita Virgen María!
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