Mirando las siluetas de las islas de Tenerife y La Gomera en
un día cualquiera del año, comenzamos el recorrido desde la plaza de la
Constitución, que está presidida por la Oficina de Información Turística, como
la Casa de Cristal, reciente construcción, singularizada por su luminosidad y
por su respetuosa convivencia con las especies vegetales que se hallan en su
interior y a su alrededor. Luce su nueva fisonomía de urbanización del tramo
comprendido entre el entorno del Cabildo y la homónima de El Puente.
Remodelación que comenzó en mayo de 2019 y transformó la principal vía, tras
sesenta años, de igual manera.
El proyecto, en la referida fase, ha supuesto la urbanización
y reordenación, que ha consistido en la reestructuración del sistema viario,
que pasa a tener un solo carril en cada sentido. Se mantiene el tráfico rodado
para facilitar el acceso a la sede del Cabildo, se aumentan los espacios libres
vinculados al nuevo frente marítimo. Asimismo, se ha acondicionado un carril
bici. Las aceras y la calzada están al mismo nivel.
Esta nueva inversión del Ejecutivo regional incluye obras de
mejora y remodelación del frente litoral, para el uso y disfrute de la
población residente, así como de quienes visitan la capital, convirtiéndose en
un aliciente añadido para la reactivación socioeconómica.
Lo primero que encontramos, junto a la plazoleta del muelle y
al césped con la casa de Obras del Puerto y un pequeño parque infantil, es las
sedes de administraciones públicas del Excmo. Cabildo Insular de La Palma y la
Dirección Insular de la Administración General del Estado.
El jurista que en septiembre de 1942 fue nombrado ministro de
la Gobernación, fue uno de los treinta y cinco altos cargos del franquismo
imputado por la Audiencia Nacional en el sumario instruido por Baltasar Garzón
Real (1955), por los delitos de detención ilegal y crímenes contra la humanidad
cometidos durante la Guerra Civil española y en los primeros años del régimen,
y que no fueron procesados al comprobarse su fallecimiento.
Realmente, frente al mar, son exclusivos de la Palma. Las
casas tienen el esquema portugués, estrechas y altas, y sus balcones cubiertos
de celosías, conocido como balcón de ajimeces, tiene origen árabe y forma de
caja cerrada.
Siguiendo la ruta hacia el final de la misma, hacemos una
pausa a la altura de la subida a Baltasar Martín para contar un hecho luctuoso
ocurrido en un inmueble, nº 42, situado en ese tramo.
Después, de seis años, tras esos muros de dicha edificación
religiosa, sin poder salir a la calle, ni regresar a su domicilio, para alejar
complicaciones de apresamiento, el citado militar solicitó a los rectores
regulares le permitiesen unos favores a su costa, que serían recompensados,
entre ellos levantar una habitación en el aire de la casa de la Misericordia,
es decir, en la parte alta, ya que tenía que estar en su celda.
Después de varias décadas, Santa Cruz de La Palma parece que
vuelve a reencontrarse con el mar. En cierta manera, esta relación se vio
interrumpida por la construcción en 1949 de la avenida en cuestión e inaugurada
en 1951, siendo ministro de la Gobernación el ya nombrado ilustre palmero Blas
Pérez González, una amplia vía dedicada fundamentalmente al tráfico rodado, o
las sucesivas ampliaciones del puerto, que alejaron esta población del contacto
directo de las aguas azules oceánicas. Sin embargo, en los últimos años, la
conversión del dique portuario en un muelle de pasajeros y turístico, la
construcción de una dársena deportiva y una marina comercial, o las obras para
la protección del núcleo urbano, que ha conllevado la configuración de una
playa.
Es a mediado del XVI y, tras pagar un alto precio, cuando
toma conciencia de su débil situación defensiva en su frente marítimo, que
engendra la realización de una serie de infraestructuras militares que
prolongarán hasta mediados del XX. La ciudad pasa, durante el XVIII, al
levantamiento de una muralla que unía sus tres baterías del XVI con los
castillos de San Miguel del Puerto y de Santa Catalina de Alejandría, que
cerraban, de esta manera, el litoral. Paralelo a las viviendas, tras este
parapeto defensivo, se desarrolla el espacio conocido como calle La Marina.
Una Real Cédula del 15 de marzo de 1528, concedida por el
emperador Carlos V, autorizaba al Cabildo para repartir entre los vecinos la
cantidad que pareciere necesaria para los gastos de fortificación y marcaba el
año inicial de la construcción de la segunda fortaleza de la isla de La Palma,
el castillo principal.
Hemos llegado a un punto de concretar la construcción de la
nueva fortaleza, grande en historia y que se ha convertido en los últimos años
en referencia histórica y cultural, siendo reseña a tener en cuenta cuando se
visite la capital. En su interior un pequeño museo que muestra el pasado
glorioso de la que fuera por entonces puerta de América y de todas aquellas
personas, que lo hicieron posible.
El castillo diseñado fue similar al de San Cristóbal, en
Santa Cruz de Tenerife, aunque de menores proporciones. Su planta era cuadrada,
con cuatro baluartes de punta de diamante en los ángulos. En el frente que daba
al mar se hizo un terraplén, mientras que en la otra mitad se situaron
dependencias, tales como almacenes, depósitos y barracones para la tropa. Las
obras comenzaron alrededor de 1685 y finalizaron siete años después, en 1692.
Por lo que respecta a la artillería, contaba a mediados del
XVI con un número variado de piezas, que sufrió modificaciones en traslados y
posiciones en otros reductos del litoral. El 31 de agosto de 1588 Felipe II
expidió una Real Cédula en virtud de la cual se ordenaba al Cabildo el mayor
cuidado en la conservación, reparo y aumento de la artillería.
La actual configuración fue realizada entre 1676 y1701, tipo
fortaleza que incorpora las propuestas renacentistas de la ciencia militar
italiana del XVI, de gran repercusión en Canarias y en América. Cuenta con
amplio terraplén, con cuarto de armas, calabozos, polvorín, almacén, casa para
el castellano y la guarnición y puente de madera sobre el foso. Estuvo en
funcionamiento militar hasta 1808 y fue utilizado como prisión y como cuartel.
Resaltamos la sensibilidad con la conservación del patrimonio,
que debemos tener presente para alzar la idea, no solo se abra al público, sino
también que sea disfrutado por los ciudadanos y que se divulgue su historia. Es
uno de los edificios históricos más emblemáticos y el principal exponente de
fortificación defensiva de la isla.
No sólo hay que abrirlo, tiene que haber una labor de divulgación, para que la gente conozca su trayectoria en el tiempo, desde sus orígenes hasta nuestros días, que el recinto forme parte protagonista de una ruta de fortificaciones. Es algo nuestro y precisa que se le puede dar un uso, tanto en la población, en las personas que lo podemos disfrutar, como turístico para dinamizar lo urbano, puede ser un punto más de atracción. La actuación en la integración de la mejora del frente marítimo es tan importante para causar el menor impacto visual posible.
FUENTES CONSULTADAS:
-EL BERNEGAL. Blog. Domingo Cabrera Pérez.
-GOOGLE Chrome.
-Otros DOCUMENTOS y PROCEDENCIAS.
-CONOCIMIENTOS y VIVENCIAS personales.
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