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domingo, 19 de noviembre de 2023

MUNICIPIOS DE LA PALMA: FUENCALIENTE


                              En la historia de este municipio del sur de La Palma, pintoresco como ninguno, se escribe con letras mayúsculas una palabra con mucho significado ‘volcanes’. De ahí que Fuencaliente de La Palma sea uno de los lugares más interesantes de la isla. Sus contrastes paisajísticos tan peculiares y sorprendentes, hacen que cada rincón sea mágico. Admirar sus tierras volcánicas, el azul del mar, el blanco de la sal y su pinar natural componen un gran cuadro, óleo o acuarela, pintura en general, de platos canarios realizados con inspiración culinaria, nos invita a cerrar los ojos y volar por ese cielo maravilloso de luz y color del municipio.

                              Como cómplices y defensores del cielo, ese extraordinario recurso que, como derecho tenemos de conservar, ha sido declarado ‘Municipio Starlight’, en el 2020, por la Fundación Starlight, que ha concluido con una amplia actividad turística de gran potencial como es el astroturismo en este pequeño sitio del Atlántico.

                               Es el municipio más meridional de la isla de La Palma, con una superficie de 56,41 kilómetros cuadrados, que corresponde al 7,96% del suelo isleño, y con una altitud de 700 metros en Los Canarios, casco urbano, 750 m. en El Charco y 430 m. en Los Quemados, destacando por su naturaleza de dormidos volcanes. Posee una longitud de costa de 29,18 km. y una Reserva Marina, vinos, cuya fama rebasó las fronteras de Canarias y de España, senderos, playas, calas de arena negra, salinas y pinares que te ofrecen una variedad de experiencias inolvidables.

                              Otros núcleos de población menores son Los Quemados, Las Indias, Las Caletas, La Fajana y el caserío de El Charco.

                              El nombre del municipio viene de una fuente de aguas termales medicinales, que las crónicas de la época dicen que sus aguas curaban enfermedades de la piel, conocida como ‘Fuente Santa’, que existía en la costa, cerca de la actual playa de Echentive y que fue sepultada por las lavas del volcán de Fuencaliente, comúnmente confundido con el de San Antonio, en el XVII.

                              El territorio ha sido asolado varias veces por erupciones, siendo la última la del Teneguía, en 1971. Otras serían las de los volcanes Martín, en 1646, San Antonio, en 1677 y la de El Charco, en 1712. Gran parte del suelo se halla protegido, 70%, como el Parque natural de Cumbre Vieja, Reserva natural de los Volcanes de Fuencaliente, el paisaje protegido de Tamanca y el sitio de interés científico de las Salinas de Fuencaliente. Actualmente, cuenta con un mirador astronómico y centro de interpretación del cielo, ambos ubicados en el volcán de San Antonio.

                              El punto más alto es el volcán de Martín, con una altura de 1547 metros y se encuentra a 6,2 kilómetros del núcleo urbano, Los Canarios, que en 2009 fue evacuado a causa de uno de los mayores incendios de La Palma, sufriendo así notables daños en los bosques y áreas recreativas.

                              Antes, fue un pago del municipio vecino de Villa de Mazo, hasta que se constituyó como tal. Viene a coincidir con el cantón prehispánico de ‘Abenguareme’.

                              Las viñas, que trepan desde la marina hasta enzarzarse en la lucha por el espacio con los pinares, son las responsables del ‘oloroso malvasía’.


                                  RESUMEN HISTÓRICO
:

                              Cuando Alonso Fernández de Lugo (1455-1525), conquista la isla, el actual término municipal ocupa el cantón anteriormente mencionado, viniéndole su denominación de la fuente de aguas termales, que se hallaba en las proximidades de Puerto Nuevo.

                              Zona azotada por las frecuentes incursiones de piratas, por su lejanía de la capital isleña, que la forzaban a una defensa casi en solitario y a los volcanes, que reiteradamente han brotado en esta parte de la isla.

                              Desde antes de 1576, contaba con una ermita, dedicada a San Antonio Abad, que estuvo muchos años cubierta de tablas, sin tejas y sin encalar. Los vecinos solicitaron al primer obispo Nivariense Luis Antonio Folgueras Sion (1769-1850), durante su visita pastoral, la elevación de la misma a nivel de parroquia, a lo que el prelado accedió el 29 de julio de 1832.

                              La constitución del municipio se llevó a cabo en febrero de 1837 a petición del pueblo, quienes solicitaron de la autoridad su separación del homónimo de Mazo. Los motivos aducidos eran la distancia que los separaba y que les impedía acceder con facilidad a servicios sociales indispensables y, además, la capacidad para el mantenimiento de una municipalidad.

                         VISITAS DE INTERÉS CULTURAL:

                              Hay que destacar los grabados de origen prehispánico encontrados en el Roque de Teneguía.

                              Luego, merece ser citada la iglesia parroquial de San Antonio Abad, que data del XVI, construcción con techo de cáñamo encalado, con una bella espadaña de cantería. En su interior se conservan algunas tallas de interés como el grupo del Calvario, 2 imágenes del titular del templo y la Inmaculada Concepción, que fue restaurada por el escultor y restaurador palmero Domingo José Cabrera Benítez (1971), que fue salvada de la quema de una hoguera, atribuida al pintor y escultor Bernardo Manuel de Silva (1655-1721), por criterios estilísticos. En la pieza, tallada en madera policromada, advertimos las influencias propias del mismo, que ponemos en comparación con otras salidas de sus manos. En el techo del presbiterio, acertadamente decorados por unos frescos de principios del XX, obra del pintor y dibujante madrileño Ubaldo Bordanova Moreno (c. 1866-1909). La iglesia está declarada Bien de Interés Cultural (BIC), desde 1988.

         EL MARTIRIO DE LOS CUARENTA MISIONEROS:

                              Es la narración de un hecho histórico ocurrido en las costas de Fuencaliente. Cada palabra escrita sea una forma distinta de conocer y valorar los acontecimientos del ayer lejano, habiendo transcurrido tantos siglos, se han transmitido a través de generaciones por vía oral o narrado en papel, convertidas en leyendas o manifestaciones literarias.

                              Hacemos un recorrido por lo relevante del martirio de los 40 misioneros en misión apostólica, miembros de la Compañía de Jesús, fundada por el vasco San Ignacio de Loyola (1491-1556), los santos Mártires de Tazacorte, conocidos por los homónimos del Brasil.

                              Al amanecer del miércoles, 15 de julio de 1570, el corsario galo Jacques Sourie, pudo interceptar al galeón de los misioneros jesuitas, cuando este se aproximaba a la Punta de Fuencaliente, salinas o faro, aprovechando los vientos favorables, que le llegaban por la parte del naciente.

                              Por lo tanto, es bueno recordar la historia de lo que allí sucedió, después de refugiarse unos días en Tazacorte y dejar las reliquias, que en la actualidad se custodia en el templo parroquial de San Miguel Arcángel, cuyo destino eran las nuevas parroquias que se fundaría en la evangelización de Brasil, según se narra las dejaron por motivo de una premonición del padre Beato Ignacio de Acevedo (1527-1570), sobre el martirio que iban a padecer, cuando el martes, día 14, celebraba la Eucaristía en el sagrado solar, ya mencionado, en acción de gracia para emprender el desafortunado viaje al Nuevo Mundo, con intención de hacer escala en el puerto de Santa Cruz de La Palma.

                              Los malvados hugonotes lanzaron por la borda a los cuerpos, algunos moribundos, hasta que los vieron hundirse en las profundas y azules aguas del océano. Los martirizados fueron 2 sacerdotes, 7 alumnos del Escolástico, 8 hermanos coadjutores y 23 novicios.

                              En las proximidades del siniestro, lugar a pocos metros de profundidad, 15 o 20 metros, el domingo, 5 de noviembre de 2000, las 40 cruces de ‘Malpique’ recuerdan lo acontecido, despertando una labor encomiable.

                              El viernes, 11 de octubre de 2014, se inauguró el monumento mirador con una cruz de 4 metros de altura en honor a los 40 jesuitas martirizados, junto al faro y salinas.


                                           ECONOMÍA
:

                              La viña es el principal producto agrícola, ya que encuentra terreno propicio en las capas de escorias y enarenados naturales. La dedicación vinícola data del XVIII. Antes de la vid, eran las cabras y las ovejas las que pastaban en estos campos.

                              El otro cultivo importante es el plátano, siguiéndole a gran distancia tuneras, papas, boniatos, cebada, etc.

                              Algunas zonas producen frutales destinados al consumo local, mientras que el ganado menor encuentra su lugar idóneo especialmente en El Charco.

                              Existió la primera cooperativa vinícola de Canarias que no prosperó, convirtiéndose en una empresa individual.

                              En la zona de El Charco se da el pastoreo de ganado menor, ya que los espacios cultivados son muy escasos.

                                      EL VINO MALVASÍA:

                              Son vinos que según la legislación vigente se denominan ‘vinos naturalmente dulces’, que, por proceder de uvas con una gran concentración de azúcares naturales, fermentan parcialmente, parándose la fermentación de forma natural y quedando un contenido de azúcar residual en los caldos.

                              Se trata de vinos elaborados de forma natural, sin adición de levaduras foráneas, alcohol etílico o mostos concentrados, que adquieren un color oro, dorado intenso, ambarino y brillante, en los que destaca una potencia aromática muy marcada, manifestando una insólita y armoniosa complejidad de tonos frutales, un retrogusto que puede alcanzar hasta los treinta segundos en el paladar, y un suave dulzor característico de la fructosa con un ligerísimo, pero perceptible punto final amargo.

                              Aromático y exuberante, malvasía es probablemente el más emblemático de los vinos embotellados en La Palma. Su carácter complejo y azucarado lo convierte en un acompañante exquisito para cualquier postre, aunque, también, puede tomarse solo.

                              ‘Malvasías palmeros’ han estado a la altura de los grandes vinos dulces del mundo. Prueba de su excelente calidad son los numerosos premios, que han ido acumulando a lo largo de los últimos años. Así se forja la leyenda de un tesoro enológico exclusivo de la isla.

                              Para encontrar las primeras referencias de este vino legendario, tenemos que remontarnos algo más de cinco siglos. Fue a finales del XV, con la llegada de los primeros colonizadores europeos del archipiélago canario, cuando comienzan a plantarse viñedos en La Palma de este apreciado fruto. Entre las muchas cepas importadas, vinieron algunos ejemplares de esta antiquísima variedad mediterránea. De hecho, algunos expertos relacionan el nombre malvasía con el puerto griego de Monemvasía, en la península del Peloponeso, aunque otras fuentes parecen apuntar hacia la localidad cretense de Candia.


                             ASPECTOS GEOGRÁFICOS
:

                              Supone el vértice sur de la isla, en el sector final de la Cumbre Vieja, donde paradójicamente se han sucedido los episodios volcánicos más recientes de la isla y del archipiélago.

                              Sus lindes meridionales, tanto el este como al oeste, quedan definidos por el mar. Al norte, en cambio, en la vertiente oriental se encuentra con la Villa de Mazo, siguiendo una línea divisoria, que va desde la Punta de Martín al volcán del mismo nombre, ya en la Cumbre Vieja, continuando por la limitación de cumbres.   

                              En la vertiente occidental linda con El Paso y Los Llanos de Aridane, marcándose los linderos desde la cumbre hasta la costa, en La Lajita del Remo.

                              Aunque la erosión haya dejado en resalte algunos roques como Teneguía, Fuente de los Roques… de carácter sálico, muestras de un relieve anterior, el paisaje se caracteriza por las huellas del volcanismo reciente e histórico.

                              Numerosos conos y sus correspondientes derrames lávicos definen el espacio. La actividad volcánica no sólo ha recubierto el relieve preexistente, sino que ha hecho ganar a la isla terrenos al mar. Así buena parte de la costa, más acusadamente en el sector oriental, ofrece la característica plataforma lávica o isla baja del antiguo acantilado.

                              La propia situación del municipio, las diferentes condiciones de orientación y la altitud determinan las condiciones climáticas. Desde un sector abierto a los vientos dominantes del noreste, a otro, sotavento, más soleado y abrigado. La cubierta vegetal dominante es el pinar que incluso llega muy cerca de la costa. En ocasiones, aparece asociado al sabinar. Ya en las áreas más bajas, se presentan los tabaibales.

                        LA HISTORIA DE LA FUENTE SANTA:

                              La llamada ‘Fuente Santa’ fue una fuente de aguas termales, situada en este municipio y a cuyas aguas se le atribuían propiedades curativas, siendo reconocidas tanto por los colonizadores europeos, como por los antiguos pobladores de la isla.

                              La fuente se situaba al pie de un elevado acantilado costero donde se hallaba una playa de callaos y allí se formaron dos charcas mareales que los enfermos denominaban de San Lorenzo y de San Blas. Gracias a sus nombres hoy sabemos en que consistían las terapias que se practicaban. Mientras manó, siglos XVI y XVII, fue visitada por insignes enfermos y curiosos entre los que destacan Pedro de Mendoza y Luján (1499-1537), Primer Adelantado de los Mares del Sur y del Río de La Plata, fundador de la ciudad de Buenos Aires; Alvar Núñez Cabeza de Vaca (1490 ¿?), Segundo Adelantado de los Mares del Sur y Conquistador de Uruguay, Paraguay y Argentina; Fray Gaspar de Frutuoso (1522-1591),eminente geógrafo portugués autor del libro ‘Saudades da Terra’; Leonardo Torriani (1560-1628), ingeniero italiano de fortificaciones y funcionario de la corte del emperador español Felipe II (1527-1598) y Fray Juan de Abreu Galindo (¿?), historiador y autor de una de las pocas descripciones de dicha fuente que la renombraba con el nombre de ‘Tagragito’, denominación que le daban los antiguos aborígenes, que significa aguas calientes, lo que se convirtió e hizo, que toda la punta sur se conociera con el topónimo de Fuencaliente. Incluso las necesidades de los enfermos provocaron la fundación de un pequeño barrio, que se difundió como Las Indias, debido a la riqueza que en él habitaba.

                              El 13 de noviembre de 1677, la tierra tembló y se vivieron los momentos de la erupción y la desesperación, que reinaba por el peligro que entrañaban las coladas de sepultar el mítico manantial. Al final, el 23 de ese mismo mes y año, diez días después de comenzar la catástrofe natural, toneladas de piedras sepultaron las charcas.

                              Además, existía la cuestión de la ‘gran cruz’ de piedra o una excavación alargada, que según la tradición y los escritos de Juan de Paz y Antonio Joseph Palmerini, marcaba el emplazamiento donde yacía enterrada la fuente.

                              Una vez encontrada la Fuente Santa el laboratorio Oliver Rodés de Barcelona analizó sus aguas descubriéndose la verdadera razón de las curas milagrosas de antaño. Hoy se puede decir que las aguas son en su especialidad únicas en España y las mejores de Europa por sus elevados índices en sales, temperatura y dióxido de carbono.

                          VISITAS DE INTERÉS NATURAL:

                              Desde el extremo sur, hasta la zona norte, se extiende el Parque Natural de la Cumbre Vieja y Teneguía. Reúne entre otros elementos, las erupciones históricas. Amplio espacio de gran interés paisajístico, geomorfológico, botánico y faunístico, incluso arqueológico y etnográfico. En el caso del Teneguía es posible acercarse a uno de los más jóvenes de los volcanes canarios y el mejor estudiado, donde aún se observan las clásicas manifestaciones de anomalías térmicas.

                              A su vez, hacia el este, el Paraje Natural de las Coladas del Volcán de Martín. Derrame lávico de esta erupción de 1646, que presenta una interesante morfología y donde aparece una incipiente colonización vegetal.


                         ERUPCIÓN VOLCÁNICA DE 1971
:

                              La erupción del volcán Teneguía ocurrida en 1971, se trata de una de las erupciones históricas más recientes ocurridas en el archipiélago canario, siendo hasta la de septiembre de 2021, no submarina, más reciente de España.

                              La erupción, del tipo de fisura y estromboliano, alcanzó un índice de explosividad volcánica notable de grado 2 y duró 24 días.

                              La misma tuvo lugar en el vértice meridional de la isla, a unos 350 metros de altitud. Esta zona forma parte del complejo volcánico o dorsal de Cumbre Vieja, que es la parte geológicamente más joven y que se encuentra estructurada en un eje eruptivo de dirección norte-sur.

                              El 15 de octubre se iniciaron los temblores, registrándose una gran actividad sísmica, cuya intensidad fue en aumento, lo que alertó a los vecinos y las autoridades desplegaron las medidas de protección civil.

                              La erupción comenzó a las 16,25 hora local del 26 de octubre de 1971 y duró hasta el 18 de noviembre de ese año, 24 días, hace 52 años. Se calcula que el volcán expulsó a la superficie unos 40 millones de metros cúbicos de magma. Fue una manifestación relativamente corta, siendo de hecho la más corta de las erupciones históricas de Canarias.

                              La valoración final de pérdidas fue de 6 millones de pesetas, fundamentalmente, en vías de comunicación, cultivos de vid y algunas viviendas.

                              Las coladas cubrieron una superficie de 2.135.000 metros cuadrados, aunque no afectó a las zonas pobladas y la lava vertida al mar hizo ganar a la isla 290.000 metros cuadrados de terreno. Asimismo, se formó una nueva playa, conocida como playa Nueva o de Echentive.

                              Posee una interesante muestra de biodiversidad en terrenos recientes, como la ‘tijereta’ y algunas formaciones vegetales.

                                       CULTURA POPULAR:

                              Las parras, que definen la mayor parte del espacio cultivado, dan lugar exquisito malvasía reconocido dentro y fuera de las islas y entre lavas recientes crecen las vides, girando en torno a su cuidado, cosecha y elaboración del vino, una serie de actividades de honda tradición, que precisamente el último domingo de agosto se celebra las Fiestas de la Vendimia. Un elemento singular de las mismas lo constituyen los ‘caballos fuscos’. Vinculados al barrio de Los Quemados, consisten en unos jinetes, muy bien trajeados, que simulan ir montados en unos caballos hechos de una estructura de cañas, varas verdes y alambre, toda forrada con telas, faldón y crines de papel de seda. Una peculiar ‘polca’ les sirve de acompañamiento musical. Un aspecto de la gastronomía que merece ser señalado es la elaboración del bollo de centeno, así como diferentes productos de repostería.

                              En la artesanía local caben citarse los bordados.

                                            LAS SALINAS:

                              En el sur de la isla de La Palma se hallan estas salinas, que han sido declaradas Sitio de Interés Científico (SIC), por ser lugar de descanso de muchas aves migratorias. Es uno de los puntos más visitados de la isla. Aquí la tierra, el agua y el aire se alían para hacer de las salinas de Fuencaliente un paisaje humano valiosísimo, donde los contrastes entre el blanco de la sal, el negro de la tierra volcánica y el azul del mar componen un cuadro de gran belleza. La paleta de colores de la naturaleza va pintando las salinas en un espectáculo digno de ver.

                               El agua del océano se apresa entre piedra y barro formando un laberinto donde el sol va evaporando aquella y condensando el grado de salinidad. Se producen entonces hermosos efectos de color, del amarillo al azul, pasando por el rosa. Los pequeños cristales brillan y se van recolectando de forma artesanal, formando diminutas pirámides que el aire va secando. En el restaurante ‘Jardín de la Sal’, un establecimiento temático, se puede comprender el proceso de producción y comprar productos tan selectos con la ‘flor de la sal’. Se asienta sobre uno de los parajes más bellos de la isla y único del municipio.

                              Las salinas, no quepa la menor duda, suponen el esfuerzo para conseguir la supervivencia de la producción tradicional de la sal. En este singular entorno concurren arcaicos sistemas de recolección con avanzadas técnicas intensivas. En ellas conviven, por lo tanto, los valores etnográficos y paisajísticos con arraigo y perseverancia en la conservación incesante en el cuidado y conservación de los mismos, para preservar el medio y demás circunstancias.

                              Hay que señalar para el conocimiento de todas las personas interesadas en tal asunto, que es el punto de partida de uno de los eventos deportivos del año, la ‘Transvulcania’.

                              En 1967 comenzó el proyecto de construir unas salinas, basándose en una iniciativa sobresaliente y beneficiosa. Se implantó el modelo típico de Lanzarote favorecido por la presencia de vientos moderados, una pluviometría escasa y un elevado número de horas de sol. Las primeras instalaciones quedaron dañadas por las cenizas del volcán Teneguía, aunque serían rehabilitadas a partir de 1972 y su producción comercializada con el nombre de ‘Sal marina Teneguía’. 56 años han transcurrido desde ese memorable primer momento, hasta nuestros días con una asombrosa celeridad y valentía de no dejarse amedrentar por las adversidades.

                              Han ido creciendo y en el citado año, acogiéndose a uno de los programas de la UNESCO, se amplió hasta alcanzar en la actualidad una superficie de 35.000 metros cuadrados.

                              El complejo salinero forma parte de un punto de referencia dentro de las vistas naturales de La Palma, en el que la sal brilla, no sólo por el sol constante y el calor de la tierra, sino, también, después del ocaso, cuando despierta el faro, que ilumina la navegación marítima.

                              Ahora, las salinas miran al futuro. Confía en que la burocracia, esta vez, no condicione el desarrollo.

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