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domingo, 28 de enero de 2018

CUANDO LOS VERSOS TIENEN ALAS

Busto de bronce
                              En una tarde fría y amenazante de lluvias, martes, 12 de diciembre de 2017, retornaron sin prisas los versos y presencia de Félix Francisco Casanova Martín (1956-1976), a Santa Cruz de La Palma, su ciudad natal, en un lugar predilecto, punto de encuentro, como lo es La Pérgola. Se descubrió el busto de bronce con mirada perdida en el horizonte insólito y conmovedor del escritor y poeta,  uno de los personajes inmortalizados más relevantes del siglo XX en Canarias, amante de acordes melódicos en su extensión entrañable e íntima, deleitando un placer personal traducido en orgasmos consentidos. Mi imaginación me intuye serenidad en sentarse donde, quizás, lo habría hecho tantas veces en su adolescencia.
                              Nos recreamos en su poema inédito titulado “Muro”, publicado en la obra “Antología poética”:
-Cargado de ausencias, de sabios y grillos,
el hombre se estrella en la hueca noche
con el olfato averiado y la brisa fumando su fiebre.
 En el volumen del tiempo,
la fe se tropieza arruinada
y el turbio gemido de las cloacas se extiende
con la sed en el rumbo plúmbeo.
Sin trabajar el sudor,
sin que tus visiones te ingieran,
así se espera el nuevo amanecer
(con algo más de fuego en los bolsillos).
 Luego, en el séptimo despertar,
las eternas ojeras te calumnian
y las orugas siguen presas en el muro.
Este viejo sol está harto de brillar-.
                              Y este otro “A veces cuando la noche me aprisiona”:
-Suelo sentarme frente a una cabina
telefónica
y contemplo las bocas que hablan
para lejanos oídos.
 Y cuando el hielo de la soledad
me ha desvenado, los barrenderos moros
canturrean tristemente
y las estrellas ocupan su lugar,
yo acaricio el teléfono
y le susurro sin usar monedas-.
Félix Francisco Casanova
                              La poesía (verso) del genio se amplifica y resuena con toda la musicalidad, que encierra en sus entrañas de complicidad y reviste su producción literaria. Fue exponente de una evolución vanguardista del momento, que transformado a términos generales y con sentido de énfasis fue de verdad una revolución en el pensamiento más avanzado. Se acercó  a la escritura desde los 12 años, devorador de literatura y música de forma compulsiva y, que fue dotado de una capacidad inventiva sin precedentes, regresa con la fuerza y sentido de su palabra.   
Último - bano
                              Por último, después de tantos decenios se ha querido así reconocer y recuperar la memoria con la publicación de las “Obras completas”, que son, sin duda alguna, el acontecimiento de 2017. Reúne todo un bagaje de este genio de muerte temprana. Es obligado transferir un fragmento de la novela “El don de Vorace”. Capítulo 1: “De repente me encuentro de pie, temblando intento asirme a la cómoda, pero ya no hay cómoda sino un pequeño taburete con frascos medicinales. Atrapo uno que tiene forma de botella y lo alzo hasta mis ojos, pero no consigo unir más de dos sílabas. ¡Rayos, esto es indescifrable! […] Con tenaz esfuerzo devuelvo el frasco al taburete y noto estar erguido, sin apoyarme en objeto alguno. […] Es preciso saber cuánto tiempo he delirado en ese horrible camastro, así es que acudo a la última página escrita. Una fecha: 2-diciembre y, con letra que cualquier grafólogo calificaría de melancólica y pesimista, […].
                              No puedo por menos que carcajearme de este nuevo intento fallido o llorar como sólo yo he  llorado. Opto por enmudecer los pensamientos y andar sonámbulo. El demonio alzó el telón.                              
                              Debo destruir a todos los que conocen mis flaquezas, todo vestigio con el pasado. Bañándome en el mar en calma bajo la luna. Borrar de la faz de la vida a cuantos conocen mis imperfecciones, testigos de mis anteriores torpezas humanas. Recomenzar”.

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