Entre todos los misterios que abundan en Canarias, algunos de
ellos tienen un origen sobrenatural. Es una de las claves menos conocidas como
leyendas y enigmas. Vienen del más allá o, incluso, han llegado hasta nosotros
procedentes de dimensiones insospechadas a la nuestra, ocultas o extrañas,
relacionadas con fenómenos extraterrestres extraordinarios o hechos alienígenos
dentro del ocultismo. Creamos o no en las historias paranormales que realzan su
hipotética rareza, conocerlas despierta
nuestra curiosidad.
Conforma el potencial de todas ellas, de los encuentros con
lo inexplicable, que engrosan casi a diario nuestros archivos, suele ser la
ausencia de pruebas físicas o evidencias objetivas, fortaleciendo de alguna
manera los testimonios que describen situaciones inusuales, desafiante a la
lógica.
Cuando se cumple casi cuatro siglos, 1628, de la aparición
del alma en pena de Ana González Hernández, la Herradora, aparecida en la casa
familiar ubicada en el pago de Tacande (El Paso), después de morir, ha despertado
por igual el interés de creyentes e incrédulos. Parece oportuno volver a
recordar lo acaecido, tan remoto en el tiempo, como, también, en el
conocimiento de las nuevas generaciones. Sin duda, existen estudiosos del caso
que desean suscitar lo acontecido, al igual que la denominación en el callejero
del mencionado municipio.
Se ha mantenido su vitalidad en la memoria del pueblo, que la
ha transmitido sin perder la esencia de su mensaje, ni alterar sus elementos
más transcendentales. La misteriosa leyenda tiene personajes reales.
Documentalmente se demuestra, según por María Victoria Hernández Pérez, que los
protagonistas de los extraños sucesos existieron.
En la última década del siglo XX ya hubo cierta inquietud de
que las leyendas constituyeran una esencia popular. Nuestro patrimonio
legendario es un instrumento eficaz a comprender parte de lo que fueron
nuestros antepasados, hombres y mujeres, y de cómo las pasiones y las creencias
moldean nuestra identidad como comunidad.
Cuentan que lo ocurrido en la mencionada vivienda rural, 30
de enero del ya mencionado año, es un hecho que ha asombrado a todos. En esa
fecha, una mujer regresó de ultratumba y protagonizó un conjunto de episodios,
que se prolongaron durante ochenta y siete días y a lo largo de ese tiempo los
moradores escucharon, cuando caía la noche, una voz femenina arrullando a un
niño llorando, dulces cantos y sonidos de toques de tambor, pandero y castañuelas,
comprobando como la cuna se mecía sola.
Después de angustiosas esperas, el ente invisible habló y
dijo que era la referida criatura marcada por tal suceso, acaecido ahí mismo y
muerta en 1625, un trienio antes, en el parto de su hijo, criatura que
sobrevivió. Lo relatado dio cuerpo en La Palma a “El Alma de Tacande”, convirtiéndose en historia.
Vivía la aludida junto a su marido, Juan Pérez, naturales de
la ciudad sureña y ambos agricultores. Ella se hallaba embarazada de su tercer
hijo, bautizado con el nombre de Salvador, 12 de septiembre, en la iglesia parroquial
del vecino término comarcal.
Por circunstancias desconocidas se complicó el alumbramiento
del indicado sujeto, que dieron lugar a apariciones y causas adjuntas a ellas.
El 26 de abril el espíritu incorpóreo solicitó trajeran al entonces fraile de Nuestra
Señora de Los Remedios de Los Llanos de Aridane, Juan Montiel, a realizar un
exhorto, puesto que quería hacer confesión, ordenándoselo a su sobrino Andrés.
El religioso se pertrechó de un relicario al cuello y estola, montando a lomo
de una bestia llegó a la hacienda familiar, entre la una y las dos de la tarde.
Tras darle la bienvenida y después de sugerentes recomendaciones a los
presentes, el alma ordenó el traslado de los que estaban allí a la casa
contigua, revelando su identidad.
Una vez concluida unas acciones determinantes de ese momento
se inicia a continuación la contrición y enmienda de sus culpas, pidiendo el
arrepentimiento y perdón a miembros del clan, alentando al cumplimiento de
promesas incumplidas. Consecuentemente a la confesión, por mediación de su voz,
el padre la bendijo y acabose con el sufrimiento de ella y de los demás
parientes. Así consta en los registros canónicos
El sacerdote le preguntó adónde se dirigiría ahora. La
respuesta constituye un fundamento primordial para la Iglesia de contextualizar
la existencia del Purgatorio, donde van aquellos que no han limpiado del todo
sus pecados. No menos importante es el dogmatismo que promocionó a los seres
angélicos, como protectores, poseyendo el suyo, que reveló en secreto al cura,
compuesto de cinco letras.
Últimas manifestaciones, nuevas pruebas del poder de las
ánimas: cayó entonces una piedra del techo, abriéndose de pronto con gran
estruendo la puerta, lo que produjo la caída del clérigo, sentado sobre un
escabel. Entonces… “Fuese con Dios, la cual no sentimos más hasta el día de
hoy”.
Lamentablemente, ardió el aposento en el incendio forestal,
quedando en ruina, acaecido el 16 de julio de 2012. Mi opinión sería declararlo
BIC (Bien de Interés Cultural) y restaurarlo con todo esplendor para el
reconocimiento y propagación patrimonial.
Para concluir la presente descripción, que sigue latiendo
como algo infrecuente, según lo definió un anónimo poeta a finales del siglo
decimonónico, resulta curioso comprobar que siendo ésta una de las más antiguas
conocidas del acervo, producida en la isla durante la etapa hispánica, continúe
todavía despertando por igual el ánimo de investigadores, desde distintas
esferas. Debido al entusiasmo episcopal caló en la gente llana la comunicación
de los fragmentos de esta historia, sufriendo en la transmisión de boca en boca
un proceso de degeneración, comprensible en la inestable tradición oral. Un
romance nuevo, inspirado en la única huella histórica conocida entonces, nacía
así para perpetuar con el saber pueblerino los sucesos comentados.
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