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domingo, 31 de mayo de 2020

MISCELÁNEA DE SANTA CRUZ DE LA PALMA

Plaza de España, ayuntamiento y casas señoriales. Centro de la ciudad
                              La historia de una ciudad se escribe con letras a fuego de fragua. Digo esto, aunque sea de forma literaria, porque la de Santa Cruz de la Palma constituye ser un orgullo para sus pobladores, oliendo a antigüedad, constancia y proyección innegable hasta nuestros días. Se ha escrito miles de páginas, que nos relata lo sucedido en nuestro suelo patrio. Unas veces con tinte amargo y otras con satisfacción de conseguir un objetivo notable en su defensa por excelentes hijos, que dieron lo mejor de sí mismo por defender el terruño y salvaguardar los valores que, no quepa duda, nos distinguen de una manera especial para gloria y memoria de La Palma, Canarias y de España. 

- Navego hacia mi isla -
  Navego por un mar azul de estrellas,
poemas de amor en el firmamento
que me lleva poco a poco, en momentos
de silencio, a mi isla añorada y bella.

  ¡Viva la paz del corazón que a ella
llegan duces sueños…, besos del viento!
Es fuente de sonoros elementos
en esos días llenos de centellas.

  Una inquietud invade la alegría
de pisar sus orillas espumosas
que bañan mi alma de melancolía.

  Su silueta se dibuja nubosa
y alta, cual Cíclope en la lejanía,
de una tierra tranquila y orgullosa. (SONETO)

Casco histórico. Calle Trasera
                              Fue fundada como Villa del Apurón, en el lugar que el Adelantado, Alonso Fernández de Lugo, estimó oportuno, en el cantón de Tedote. Es lógico que se preste a escribir sobre su fundación por tener un rico origen y una magnífica tradición, que la delata en el tiempo, precediéndole un contingente de hechos y situaciones del devenir cotidiano. Por ser una población costera parece crecer indiferente ante la presencia del coloso océano de famosas gestas. Es sencilla que se abre a las brisas, siendo afable y recoleta en su abolengo y acervo sociocultural, político y religioso. Vive al encanto de sus propios recuerdos y del lento bullicio que se desarrolla en sus calles principales, tanto por la mañana como al atardecer.
                              Nos adentramos en el casco histórico y podemos conjugar entre la modernidad de sus recientes edificaciones y la señorial magnificencia de su arquitectura pretérita.
                              Carlos I le dio el nombre de “Ciudad” con la denominación de San Miguel de Santa Cruz de La Palma y Felipe II las de “Muy Noble” y “Leal”.
Rincón ciudadano. Vista parcial
                              Fue la más floreciente y con mayor riqueza, durante el XVI, de todo el Archipiélago, esplendor que ha quedado patente en sus construcciones, que en torno a la plaza de España constituyen el recinto arquitectónico más singular y notable, incluso de las islas. La calle Real forma parte de esa otra manifestación principal con una serie de casas solariegas de gran calidad artística.
                              Ha sido con gran supremacía marinera, punto de encuentro de culturas, que de nuevo convergen y la abren al exterior. Es y será fiel exponente de una vocación arraigada a las hondas raíces y sacrificada labor artesanal.
                              Tiene una especial vocación comercial, que hizo se proyectara a otras fronteras a través de su puerto hacia la región, península y tierras de Latinoamérica, tomando como bandera los valores de la Ilustración y el Enciclopedismo. Contiene la sede de la institución del Diputado del Común de Canarias.
Fue el tercer puerto del Imperio
                              Se convirtió en cierto momento en el tercer puerto del Imperio, después de Sevilla y Amberes, porque el comercio con el Nuevo Continente dará un gran impulso a la construcción naval. Muchos de los navíos hechos en sus astilleros eran especializados en la carrera de Indias y otros al tráfico de cabotaje con el norte de África.
                              En 1773 se convirtió en “Adelantada” de la Democracia, al ser el primer municipio de España que tuvo su ayuntamiento libremente elegido por el pueblo. Más tarde, en 1776, se crea la Real Sociedad de Amigos del País, que procede al movimiento ilustrado.
                              Entre la segunda y primera mitad de los siglos XIX y XX, respectivamente, surgió la idea del liberalismo más pronunciado y prudencial, y la educación experimentó un significativo cambio.

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