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domingo, 15 de mayo de 2016

MIGUEL DE CERVANTES Y DON QUIJOTE

Miguel de Cervantes Saavedra. Autor de Don Quijote 
                              “En un lugar de La Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda. […] Tenía en su casa una ama que pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no llegaba a los veinte, y un mozo de campo y plaza, que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera. Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años; era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza. Quieren decir que tenía el sobrenombre de Quijada, o Quesada, […] aunque por conjeturas verosímiles se deja entender que se llamaba Quejana”…
                              Este, sin duda, sería el fragmento escrito en español más leído en la jornada de la propagación de la lectura. Lejos de caer en el olvido del tiempo, se reivindica en múltiples ediciones, desde las populares al alcance de todos hasta las de lujo, propias para bibliófilos, verdaderas obras de arte.
Monumento. Madrid
                              Hablemos de Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616), pregonero de España por el Universo, autor de “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha”. Un mito entre las huellas literarias, que ha dejado una meta insuperable en las Letras de habla hispana. Un símbolo único para referirnos  en el mundillo intelectual y empresarial del empeño y transformación de lo clásico a lo moderno, pasando por lo actual. Conmemoramos el 400 aniversario de su muerte. Nos hallamos en las puertas del conocimiento y el fomento de la lectura. Un buen libro, sea de ensayo o de ficción, en este caso de caballería, nos hace sentir la vida más intensamente u otras más placenteras, que en realidad disfrutamos.
                              Se confirmaba la venta de la primera publicación, a primeros de 1605, impreso en Madrid por Juan de la Cuesta y Francisco de Robles. La aparición de la Primera Parte de la obra constituyó un rotundo éxito hasta el punto de que en ese mismo año se realizaron tres ediciones más en la capital de España, Lisboa y Valencia. La Segunda Parte se hizo una década después.
                              Existen cuadernos de dibujo, grabados, cuadros, esculturas, cromos, personajes, lugares, costumbres, paisajes y aventuras, así, como numerosos sellos conmemorativos en los que intervinieron los más famosos artistas del momento. No ignoremos el teatro, cinematógrafo, música y animaciones.
Don Quijote y Sancho
                              Ha sido, sin duda alguna, la novela que ha inmortalizado al autor, eclipsando a sus otras creaciones, tan importantes por sí como para hacerle figurar con los máximos honores en la gloriosa galería de escritores del Siglo de Oro.
          “El Ingenioso Hidalgo…” es de la primera del género en lengua castellana, un compendio riquísimo y sugerente de altos valores. Diríamos con humilde expresión: “novela madre de otras novelas nacidas de ella misma”, con la fecundidad de quien por ser original tiene que alumbrar forzosamente. Gran libro el que tanto contiene y nunca pasa.
                              Se da a conocer como poeta, con un soneto escrito por motivo de la muerte de doña Isabel de Valois, esposa del rey Felipe II:
  -Aquí, el valor de la española tierra.
Aquí la flor de la francesa gente;
aquí quien enmendó lo diferente
de oliva coronando aquella guerra.
   Aquí, en pequeño espacio veis se encierra
nuestro claro lucero de Occidente;
aquí yace enterrada la excelente
causa que nuestro bien todo destierra.
   Mirad quien es el mundo y su pujanza,
y nomo de la más alegre vida
la muerte lleva siempre la victoria.
   También mirad la bienaventuranza
que goza nuestra Reina esclarecida
en el eterno reino de la gloria.-
                              Como escritor de comedias no fue muy prolífico, pero sí se sabe que logró representar unas treinta por los años 1584 a 1587.
Ilustración de la obra
                              En definitiva, resumiendo lo que fue el ilustre protagonista y preclaro en las armas, letras y prisiones llegamos al final de su vida, sin antes decir que el matrimonio fue un completo éxito, como lo fueron, aunque no acompañados de la compensación económica debida, lo conseguido con sus restantes trabajos: Novelas Ejemplares, cuyos personajes tomó de la realidad en sus continuos viajes dentro y fuera de la Patria, segunda parte del Quijote y Pérsiles y Segismunda, este último vería la luz ya muerto, que muy enfermo escribió a su protector, el conde de Lemos: “Aquellas coplas antiguas que fueron en su tiempo celebradas, que comienzan: Puesto ya el pie en el estribo, quisiera yo no vinieran tan a pelo en esta mi epístola, porque casi con las mismas palabras puedo comenzar diciendo:
   “Puesto ya el pie en el estribo,
con las ansias de la muerte,
Gran Señor, esta te escribo”.
                              “Ayer me dieron la Extremaunción y hoy escribo ésta; el tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan, y, con todo, llevo la vida sobre el deseo que tengo de vivir, y quisiera yo ponerle coto hasta besar los pies a V.E., que podía ser fuese tanto el contento de ver a V.E. bueno en España que me volviese a dar la vida; pero si está decretado que la haya de perder, cúmplase la voluntad de los cielos, y por lo menos sepa V.E. este mi deseo, y sepa que tuvo en mí un tan aficionado criado de servirle, que quiso pasar aún más allá de la muerte mostrando su intención. Con todo esto, como en profecía, me alegro de la llegada de V.E., regocíjome  de verle señalar con el dedo, y realégrome de que salieron verdaderas mis esperanzas, dilatadas en la fama de las bondades de V.E.”.
Edición antigua. 1901
         Con gran serenidad otorgó testamento, nombrando albaceas a su esposa y al licenciado Francisco Núñez, convecino de la misma vivienda. Lo enterraron en la casa conventual de las monjas Trinitarias, según su expreso deseo, entregando su alma a Dios el 23 de abril, día en el que perdió Inglaterra a Guillermo Shakespeare.
             En 1633 se trasladaron las religiosas a un nuevo domicilio, llevándose consigo los restos mortales de las hermanas fallecidas y, probablemente, los del gran hombre que vivió en pobreza e incomprensión.
                              La misión cumplida y el objetivo obtenido por lograr transmitir desde estas líneas el interés de celebrar un Día del Libro y un Aniversario, merecido en pro de un acontecimiento único y genuino en el mundo intelectual palmero en todo el ámbito social y cultural abierto a las innovaciones actuales.

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