Plaza de España |
Las fuentes son joyas pregoneras de acontecimientos y hechos
familiares de un pretérito y actualidad lleno de vivencias, promesas,
juramentos… Centenarias o no se hallan en distintos puntos de nuestro entorno
ciudadano, que sirven como ornamentación para concebir un aire de renovación.
Santo Domingo. Años 20 |
Han sido siempre un detonante de inspiración para engrandecer
los alrededores. Un patio o plaza invita con ella a romper el silencio con
mezcla de armonía musical del agua con su frescura y el continuo gorgoteo. El
chorro desprende las perlas cristalinas, que se esparcen por el
suelo o por el verde tapiz. Verdaderos monumentos que en voz baja añoran un
sinfín de recuerdos de tantas generaciones.
Santo Domingo. (ca) Década de los 70 |
Desentrañemos la historia y la influencia con ese valor
artístico y artesanal, sobresaltando su fisonomía arquitectónica y empleo de la
piedra. Su importancia se suma a la fachada del rincón enarbolando su diseño.
Convento Santo Domingo (1) |
En la plaza de
España, llamándose antes de la Constitución, está la original y bella
construcción, que data de 1558, cuyo autor fue Cristóbal Lasema y es la única
del siglo XVI conservada en La Palma. Su edificación se realizó sobre las
ruinas de las antiguas casas consistoriales, que fueron destruidas el 21 de julio
de 1553 por el pirata Francois Le clerc, Pie de Palo, arrasando e incendiando
la ciudad durante diez días. Se integra en el maravilloso y emblemático marco o
conjunto urbano, cuyas reformas culminaron en 1897, según los planos ideados en
1885 por el constructor naval Sebastián Arozena Lemos (1823-1900). Consistía en
darle horizontalidad y mantener el
trazado triangular que, aún, conserva. Se finalizó la escalinata de acceso al
atrio del templo de El Salvador y se fortaleció su situación en el espacio ante
edificios importantes de Canarias, donde convergen las esferas representativas
del poder: Ayuntamiento, Iglesia y las casonas de Pinto, Massieu Monteverde y
Lorenzo.
San Francisco |
Algunos vestigios se han querido ocultar en el olvido por la
fiebre urbanística de los años cincuenta de la pasada centuria. Aquella que
hubo en el centro de la plaza de
Santo Domingo, componente del conjunto sensacional de laureles de india
y de frondosa vegetación, que se distribuían en jardines portando la
presentación del anfiteatro del convento de San Miguel de las Victorias y de
los muros conventuales del homólogo de Santa Catalina de Siena, desapareció y
se cree estar soterrada en uno de los claustros conventuales, que, también,
albergaban alguna propia de dependencia interior. Antes de celebrar las Fiestas
Lustrales de 1955 se transformó con un encanto especial, contando con otra lindante
a la calle Virgen de la Luz. Posteriormente muchos elementos fueron
desapareciendo paulatinamente por necesidades puntuales hasta transformarse en
lo que es hoy.
San Francisco. (ca) 1930 (2) |
En el otro extremo, el sector norte, nos adentramos en la
entrañable plaza de San Francisco,
con semejantes características que la anterior y con traza trapezoidal, pero
ante el cenobio franciscano de la Inmaculada Concepción, que suele ser
utilizada para diversos espectáculos o celebraciones, habiéndose forjado desde
tiempo atrás en torno a la festividad de San Francisco de Asís a través de
cuadros plásticos y otros eventos culturales y deportivos. Constituye un lugar
principal en el contexto abierto y su actividad gira alrededor de tres cuerpos
edificados, escalonados en altura y adaptados al medio libre de utilización. En
el mismo punto donde convergen las diagonales de un cuadrado casi perfecto,
rodeado por Tuliperos del Gabón, se yergue lo más destacado como símbolo de
interés histórico y con acento antiquísimo de un incomparable romanticismo,
transformándose en un obsequio digno de cualquier gran población que se precie
amante de guardar un tesoro. En el primer tercio del XX poseía una muralla de
mampostería elevada de protección y ajardinada, rematada por columnatas
sosteniendo respectivos macetones con motivos florales.
San Francisco. 1935 (3) |
Con las manos fervorosas de un buen cristiano damos un salto
hacia la plaza de Las Nieves,
antesala del Real Santuario Insular de nuestra Patrona. Su configuración y
composición invita al sosiego, reflexión y a la tertulia del reencuentro. Las
miradas de todos los peregrinos y asiduos visitantes se dirigen a la
indescriptible presencia de la protagonista ornamental con cantería oscura, al
igual que las otras, y pila circular con pilar para el surtidor. El murmullo de
la suave brisa de montaña acaricia las mejillas y rezume el apacible tintineo
del transparente líquido, que se escapa entre las entrañas del exuberante helecho
invitándonos al descanso y al conocimiento de una verdadera reliquia.
San Francisco. 1957 (4) |
Volviendo al recorrido habitual de la ruta acostumbrada por
el centro, conscientemente por naturaleza institucional, la plaza de la Encarnación
anteriormente se hallaba amurallada y con cancelas, que impedían el paso de los
ganados que pastaban en el pastizal
cercano de aquella dehesa, que duraron puestas hasta 1787. Ha recibido hace
unos años una profunda remodelación, según el plan municipal de mejoras para
dicha zona, y que en su interior luce pileta para el disfrute con vista panorámica.
Las Nieves |
Al finalizar la cuesta y al margen del barranco nos
adentramos en La Alameda
iniciada en 1885. En ese mismo sitio existía la ermita de la santa mártir
Catalina de Alejandría, que fue arrasada el 21 de noviembre de 1611. Motivo más
que suficiente para volver a fabricar otra en donde se conoció antes de
venderla y derruirla en 1901. De nuevo se produjo el 9 de octubre de 1793 un
desbordamiento con trágico balance de muertos y heridos desde la Cueva de la
Virgen, que obligó a encauzar el cauce hasta el mar. Hoy, gozamos de un recinto
remozado y pletórico lleno de concurrencia de cualquier edad. Su aire festivo,
con claras reminiscencias sevillanas, suprimidos cuando se reformó con otros
fines distintos, hace una década, sustituyendo los dos estanques a ambos lados
del templete por una mediana piscina con varios chorros embellecida por la
estatua del médico don Miguel Pérez Camacho (1882-1957) y otra con la figura
del enano.
La Alameda |
En la Avenida
Marítima, junto al puerto y frente a la entrada sur, con la indicación
puesta en el suelo como punto cero para las medidas kilométricas, se observa el
busto del ilustre hijo don Blas Pérez González (1898-1978), que está adosado a
una pared de mampostería con losetas de color blanco encima de una pequeña
fontana semicircular y dos pétreos bancos.
Monumento al Enano. Alameda |
A manera de resumen el adecentamiento de rincones enigmáticos
es esencial para nuevas perspectivas de esparcimiento social y popular. La Placeta de Borrero y Acera Ancha son ejemplos y
signos fieles de un recién estrenado
milenio con el lucimiento de complementos decorativos.
Acera Ancha |
Lo mismo que en otros lugares, hacemos una excepción, porque
el ayer no fue igual y por eso destacamos la añoranza a agudizar los sentidos
para recrear la vista y olfatear el aroma de las flores, oyendo el tímido
timbre del manjar de dioses, manso y sediento, en las acequias y caída en el
seno del patio de la hacienda La
Quinta Verde, adquisición propia de la conservación a la ilusión de
algo, que trasciende más allá del carácter participativo con materiales
cromáticos y literarios. Es del XVII y una de la mejor representación de casa
de campo o solariega en Canarias. Perteneció a la familia Massieu Monteverde y,
posteriormente, vivió la poetisa Leocricia Pestana Fierro (1853-1926),
reconocida en su época por su capacidad intelectual superior, su personalidad
excepcional y sus composiciones poéticas. Admirada por los poetas palmeros de
ese entonces, algunos desearon escudriñar su rico bagaje demostrado en numerosas
intervenciones. En dicha estancia se festejaron fiestas, circos, teatro y fue
cede de una logia masónica.
Placeta de Borrero |
En diciembre de 1987 se inauguró La Fuente Luminosa, inexistente, enfrente a un edificio de
líneas austeras y clasicistas con funciones de Correos y Telégrafos. Era obra
del arquitecto Gimbernal, que ganó el concurso convocado por CajaCanarias. Su
discutible diseño estético por lo inapropiado de su ubicación se puso en
entredicho entre los ciudadanos, a pesar de que por la noche invitaba a soñar
con el juego de luces y filigranas acuáticas.
La Quinta Verde |
Tener presente, que para disfrutar de nuestro patrimonio, es
necesario protegerlo y conservarlo. Sólo, es posible desde un exhaustivo
conocimiento del mismo. La sensibilización es tan importante como la propia
historia local, rescate y divulgación. Constituyeron un enorme avance social en
tiempos atrás, aunque a muchas se les privó del protagonismo de antaño, algunas
se mantienen en pie como elegantes componentes y compromisos ancestrales,
recordando sus prestaciones y en medio de la urbe entre aciertos y olvidos.
(1) Biblioteca
de la Universidad de la Laguna. Fondo Miguel Tarquis. Claustro del convento de San Miguel de las Victorias. Siglo XIX.
(2) Archivo
General de La Palma, FSFC.
(3) Archivo
de la Real Sociedad La Cosmológica.
(4) Archivo
Facundo Daranas Ventura.
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