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domingo, 30 de marzo de 2014

LA SIERVITA

Sor María de Jesús
                              El 15 de febrero se celebró el CCLXXXIII aniversario del fallecimiento de Sor María de Jesús, María de León y Delgado (1643-1731), en la ciudad del Adelantado. Para muchos creyentes y devotos de la santa es una fecha memorable, esperada para contemplar su rostro, que a pesar del agua y del frío lagunero no impidió asistir a la cita anual.
                              Aguere, por su tradición conventual, confortada por el signo de la fe, se alzó con la cruz de Jesucristo en el atractivo don de vocaciones religiosas, fructificando en fervientes reflejos de amor y entrega a los servicios espirituales del alma y mortificación del cuerpo. La llave de despojarse en la tierra de toda atadura me produce una pregunta sin respuesta.
Templo conventual. Detalle
                              En la década de los años noventa asistí por la tarde al encuentro de la monja incorrupta del convento de Santa Catalina de Siena, las monjas catalinas, frente a la plaza del Adelantado, llevado por un interés incomprensible de curiosidad y vehemencia. Tardé unas horas en hacer el recorrido, por la gran afluencia de cristianos, en dar la vuelta alrededor de aquellos sobrios muros. Por fin, llegué a las puertas del templo, de donde había empezado mi lento caminar, cansado y con deseo de experimentar una sensación de paz.
                              La sencillez de aquel instante me confortó con una fuerza sobrenatural. Caló en mí de tal manera, que pensé continuar asistiendo, pidiéndole una y otra vez algún favor como lo hacían, probablemente, los demás con aparente devoción. No he vuelto, aunque me haya dado la esencia misma del mundo interior, quedando cristalizado mi espíritu, pensamientos y anhelos, toda una tela misteriosa que envuelve el corazón, pasando delante de la reja claustral y del sarcófago.

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