Sor María de Jesús |
El 15 de febrero se celebró el CCLXXXIII aniversario del
fallecimiento de Sor María de Jesús, María de León y Delgado (1643-1731), en la
ciudad del Adelantado. Para muchos creyentes y devotos de la santa es una fecha
memorable, esperada para contemplar su rostro, que a pesar del agua y del frío
lagunero no impidió asistir a la cita anual.
Aguere, por su tradición conventual, confortada por el signo
de la fe, se alzó con la cruz de Jesucristo en el atractivo don de vocaciones
religiosas, fructificando en fervientes reflejos de amor y entrega a los
servicios espirituales del alma y mortificación del cuerpo. La llave de
despojarse en la tierra de toda atadura me produce una pregunta sin respuesta.
Templo conventual. Detalle |
En la década de los años noventa asistí por la tarde al
encuentro de la monja incorrupta del convento de Santa Catalina de Siena, las
monjas catalinas, frente a la plaza del Adelantado, llevado por un interés
incomprensible de curiosidad y vehemencia. Tardé unas horas en hacer el
recorrido, por la gran afluencia de cristianos, en dar la vuelta alrededor de
aquellos sobrios muros. Por fin, llegué a las puertas del templo, de donde
había empezado mi lento caminar, cansado y con deseo de experimentar una
sensación de paz.
La sencillez de aquel instante me confortó con una fuerza
sobrenatural. Caló en mí de tal manera, que pensé continuar asistiendo,
pidiéndole una y otra vez algún favor como lo hacían, probablemente, los demás
con aparente devoción. No he vuelto, aunque me haya dado la esencia misma del
mundo interior, quedando cristalizado mi espíritu, pensamientos y anhelos, toda
una tela misteriosa que envuelve el corazón, pasando delante de la reja
claustral y del sarcófago.
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