La convocatoria anual despierta la fe y la comprensión a la calidad de piezas excepcionales, unas con más empaque que otras, pero con gran profundidad en la transmisión del mensaje. Quienes se acercan con afán de disfrutar o participar evidencian vitalidad de devoción, dejando huellas perennes con sus asistencias a los desfiles ancestrales, cuyos orígenes los siglos han sabido ennoblecer en todos los aspectos, adquiriendo un compromiso que alcanza a muchos sectores sociales reunidos al calor de las cofradías y hermandades con concentración participativa y grupal. El diseño de las calles adaptado a su difícil orografía, adoquinadas y angostas con esquinas encaladas dando muestras de arquitectura tradicional combinadas con lenguajes barrocos, neoclásicos, modernistas o regionales sirven de escaparate a la rica imaginería de procedencia americana, flamenca, andaluza y canaria.
El órgano, pequeño instrumento procesional o de sobre mesa, que data de los años treinta o cuarenta del XVII y fue construido en Sevilla, se sumó al acto con los acordes de su teclado accionado por las manos de Inés Sánchez Bravo (1972), que con exquisita delicadeza nos deleitó a todos los presentes con la interpretación de las obras siguientes: “La entrada de clarines, antes de tocar canciones”, anónima, típica de música española del Renacimiento y/o Barroco; “Pasacalle I” de Juan Cabanilles (1644-1712); “Basso ostinato” de Lucía Riaño, contemporánea; “Magnificat de Primer tono a la Virgen María” de Antonio de Cabezón (1510-1566), compuesto sobre el canto gregoriano del mismo nombre y consistente en siete versos en los que se glosa dicho canto y la reducción de la partitura del coral de la cantata 147 “Jesús es mi alegría” de Johann Bach.
Y se finalizó con la inspiración única de Luis Morera Felipe (1946) con su estreno denominado “Palmera”. No pudo ser más apoteósica la ocasión de escuchar la voz inconfundible del maestro en una actuación extraordinaria. El silencio se fundió con la oscuridad de los focos para irrumpir en un gran y prolongado aplauso, conjugando la felicitación con la sorpresa y emoción de lo sucedido.
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