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domingo, 2 de noviembre de 2014

RECORDANDO AL VALBANERA

Vapor Valbanera en plena travesía
                              En esta historia del vapor Valbanera (Valvanera), en honor de la Virgen venerada en el caserío riojano del mismo nombre, devoción de sus patrocinadores, Martínez de Pinillos, a dicha imagen, y que por equivocación en los astilleros se le cambió la cuarta letra, posteriormente se transformó en leyenda. No haremos uso de algunas fechas ni datos técnicos por motivos descriptivos concretos y para actualizarlo con el rigor preciso, que requiere tal acontecimiento. Todo lo sucedido lo contemplamos desde la óptica de la inconfundible realidad de los irreversibles años de la pasada centuria. Lo relatado por los periódicos de la época, hace 95 anualidades, en la búsqueda y localización del naufragio sigue vigente en las mentes de los descendientes con singularidad de referencias obvias a la tragedia.
                              Desde mi infancia me han fascinado los barcos y su entorno por diversos motivos y porque nací en una ciudad por excelencia marinera, con relatos de piratas y corsarios, que asolaron y saquearon su patrimonio cultural y religioso, y, por otro lado, su gran actividad portuaria a lo ancho del océano. Ahora, es un punto álgido del fenómeno de la emigración de cientos de palmeros, buscando mejorar su economía familiar, a tierras americanas.
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                              Desde el puerto de Santa Cruz de La Palma empezó su singladura atlántica con una elegante estampa de construcción británica: proa recta, popa de espejo y chimenea en leve caída, habiendo llegado desde Barcelona, Valencia, Málaga, en donde repostó aceitunas, frutos secos y vino, Cádiz, Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife, que durante su estancia se avitualló de carbón, agua y víveres, como tantas veces, hacia San Juan de Puerto Rico, Santiago de Cuba, La Habana, Galveston y Nueva Orleans. Zarpó algo escorado a la derecha, según apreciación de muchos pasajeros, y en la maniobra de viraje en la dársena perdió un ancla, que entre la marinería era un mal presagio.
                              Cuando hizo escala en Gran Canaria iba a bordo 573 pasajeros y embarcaron 251, unos 50 eran de Lanzarote, de los cuales 79 se dirigían al puerto oriental santiagués y 172 al habanero. En el tinerfeño lo hicieron 212 y en el palmero 106 con diferentes destinos, sin especificar, como los anteriores paisanos canarios, que sumando los 88 tripulantes hacían un total de 1230 personas. Debido al exceso de los mismos, desde la sede de la naviera en la provincia gaditana Pinillos, Izquierdo y Compañía, se envió aviso de límite de capacidad, por lo que no pudieron hacerlo 100 en el primero y 200 entre el segundo y tercero.
Postal con estampación
                              Con una navegación idónea en grandes distancias y el tiempo a su favor se llegó, por fin, al otro extremo de la travesía. En ella se quedaron 742 viajeros, la mayoría con pasaje comprado hasta el siguiente destino, por causas diversas y algunas extrañas. Se barajan varias razones en medio de una lógica poco común y convincente en el ambular de lo concerniente a la circunstancia habida. Los comentarios surgidos, desde el viejo San Juan, que se estaba formando una tormenta en el Golfo de México, que para otros fue una simple coincidencia, y la pésima alimentación sería el motivo de ese desembarco masivo.
Postal con enunciados escritos
                              ¿Sabrían el capitán y oficiales la formación de ese fenómeno natural? ¿El cumplimiento de la ruta de viaje les obligó a proseguir? Lo único cierto es que se hicieron a la mar, 5 de septiembre de 1919. En el recuento hecho se contabilizó 400 más los propios del buque hicieron una suma de 488 navegantes. El ciclón avanzaba y los vientos arreciaban. Pudo haber dos posibilidades perentorias para no sufrir daños irremediables, retroceder o seguir, ¿quizás no se tomaron a su debido tiempo?
                              ¿Llegarían o no a su destino? Existen muchas versiones creíbles y ninguna no nos confirman con seguridad lo ambiguo de una situación embarazosa. El temporal azotó con fuerzas descomunales la costa norte de la isla caribeña en la noche del 9 al 10 de septiembre del año en curso, cuatro días después de salir.
Ruta del Valbanera
                              El silencio contribuyó a ocultar lo sucedido y las suposiciones surgieron en todas partes, porque no hubo supervivientes ni, tampoco, investigaciones oficiales. La tragedia, durante mucho tiempo, se divulgó y se editaron décimas y romances cantadas a ritmo de punto cubano. La historia negra del relato nos cuenta, según el escritor Ernest Hermingway, que transportaba un cargamento de oro y que fue saqueado por los pescadores griegos de esponjas. Se deduce que estuvo varias veces en el lugar del suceso, Rebecca Shoalds, en las cercanías de la Isla de Tortuga, con el casco desquebrajado por estribor, apoyado hacia ese lado con una inclinación de 50º, aproximadamente, y un enorme boquete delante. Hundido sobre un banco de arenas, que ha ido sepultándolo lentamente, los restos se hallan a 12 metros de agua, sobresaliendo los mástiles y los pescantes del costado aludido. Los indicios apuntan que se produjo de manera muy rápida, embarrancando y tapado por las olas. Cabe la posibilidad de perder la antena de la telegrafía por lo que no transmitió ninguna señal de socorro (SOS).
Naufragio del vapor español
                               Una vez asumida como cierta y ante la gravedad de la desgracia, entre nuestra gente se organizó diversos actos benéficos, suscripción popular y las campanas tañeron incesantemente marcando el adiós definitivo, siendo el último hálito espiritual de sus vidas en la patria chica.
Prensa provincial
                              Un antes y un después trazan una línea entre la esperanza y el atardecer inesperado de un hecho, que marcó el devenir de muchos y que para otros fue un final fatal y desconsolador. El recuerdo jamás podrá borrar la amargura, ilusiones truncadas, las huellas de un pasado pretérito de incertidumbre y los testimonios de fe que pone en la palestra, en primera página del sentimiento humano, lo contado por allegados, cronistas, periodistas e investigadores.
                              El 31 de marzo de 1992, un equipo de buceo de un proyecto en marcha efectuó una primera inmersión en el lugar fatídico, observando los restos maltrechos del trasatlántico español, debido a la corrosión y las incrustaciones de coral. El pecio se encuentra completamente enterrado, sobresaliendo tres pequeñas secciones: proa, popa y un trozo de la superestructura de esta última, confiriendo al sitio un aspecto misterioso y de campo santo.

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