No voy a contar grandes cosas de quien fue una persona
sencilla y coherente con sus ideas, con
su trabajo, y amante de ayudar a los noveles en el periodismo, para que
tuvieran un modo operante de dar a conocer sus inquietudes. No lo conocía, pero
sí me publicaba mis modestos trabajos en EL DÍA, JORNADA y en la OPINIÓN de
Tenerife, después de visitarlo en la Facultad de Ciencias de la Información de
la Universidad de La Laguna (Tenerife) en la popular Pirámide, me concedió la
oportunidad de tener una columna dominical titulada EL CORREILLO, girando su
contenido sobre La Palma, durante algunos años. Fue todo un maestro con
vocación de servicio.
El tiempo transcurrido me afianzó su presencia con gran
admiración, siendo asiduo asistente a sus intervenciones con voz templada en
conferencias, presentaciones u otros actos culturales, creándome una cercanía,
con el máximo respeto y reconocimiento a un intelectual de gran talla y
talante, siendo su trayectoria profesional por hacer un trabajo riguroso, fruto
de la dedicación y de la superación personal, el compromiso de toda su vida.
Le preocupaba el esmero en la escritura, porque quería un
estilo único y limpio como sustancioso, que el destinatario de cualquier texto
interpretara a partir de la claridad con que estaba redactado. En todas sus
facetas su cometido destacó por ser sobresaliente.
Ha fallecido el amigo Ricardo Acirón Royo (1943-2015). Fue todo
un caballero, ejemplo de seriedad y, sobre todo, humano en tender su mano a
quienes se lo solicitaran. Su huella es imborrable en el ardid literario, dejando
un vacío difícil de llenar, sin antes caminar por todas las sendas del
periodismo.
Me sumo al dolor de la Prensa, redes sociales, familiares y
amigos, entre ellos yo, que han expresado en estos días la gratitud hacia él,
que siempre se consideró un aprendiz, delante de sus alumnos.
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