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domingo, 12 de marzo de 2017

LA ACTRIZ DE ORIGEN PALMERO

                              No sé si es un privilegio o un deseo mío de escribir sobre una mujer de origen palmero por parte de su progenitor, natural de Garafía. Con su nombre artístico de María Montez y figura, dotada de un excelente físico y formidable belleza, se asocia al Hollywood más exótico y ensoñador de la época cuando comenzó con la odisea de rodar su primer film. Quisiera sólo plasmar unas pinceladas para mencionar el impacto que causó en las generaciones de la primera mitad del siglo XX.
                              Fue una musa incombustible en la era del tecnicolor y endiablada enemiga de la vulgaridad. Podemos decir que se convirtió en una sensacional promotora de sí misma. Tuvo una corta e intensa carrera cinematográfica, que podemos calificar de memorable, proyectando en sus fanes (fans) un patrón de persona cercana al ambiente de la mitología, lejano de la realidad.
                              Es parte de un idealismo virtual recordada por quienes supieron valorarla con entereza y perseverancia. Destacó con brillo propio, atrayendo un gran número de admiradores en todo el mundo, que siguen mostrando una adhesión inquebrantable.
Mª Montez con su padre
                              No cabe la menor duda, que emanaba una extraordinaria fuerza por su hermosa y electrizante silueta en las pantallas. Levantó pasiones entre un público dócil que supo sintonizar con su enorme magnetismo en medio de aquellas cintas de variadas aventuras ficticias y de extraordinarios colores, nueva técnica del arte en la imagen del celuloides.
                              Sobresalió como la soberana imbatible en millones de corazones durante un gran periodo de tiempo, dispuestos a huir de la pesadilla de los conflictos bélicos, que mantuvo angustiado a los países y, especialmente, a los estadounidenses. Representó en aquellos difíciles momentos de reconstrucción y de crisis a la gente distanciada de la realidad, ajena a lo que sucedía en los escenarios de América. Así, fomentó una imaginaria forma de subsistir, que perduraría bastantes décadas como un signo inequívoco del decisivo papel, que desempeñó la actriz en los ambiciosos planes de producción de su compañía tras su bien ganada popularidad.
                              Su cariz impactó decisivamente, que sirvió de catapulta a traspasar fronteras. Pasan los lustros, décadas… y, aún, se admira a la diva.

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