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domingo, 7 de enero de 2018

LA VIRGEN DE ALMÁCIGA

Almáciga. Cordillera de Anaga. Santa Cruz de Tenerife
                              Es una narración muy hermosa y digna de contar con todo detalle y por la trascendencia habida en más de medio siglo. Partió de una iniciativa inusual de transmitir un deseo a través de un medio de comunicación lento y fuera de lo normal. La participación de unos jóvenes en la realización del proyecto hicieron posible la realidad en un marco insospechado y a una distancia, 3000 leguas equivalentes a 2000 kilómetros, jamás pensada. La fuerza de las corrientes marinas y otros fenómenos naturales influyeron al transcurrir el tiempo en la arribada de un objeto a la tranquila playa de la localidad de Almáciga, pequeña aldea entre acantilados en medio del Macizo de Anaga, que pertenece al municipio de Santa Cruz de Tenerife, 29 de abril de 1949.
                              Por el mar del norte un grupo de personas pertenecientes a la Acción Católica de Bilbao, que en ese año celebraban el Xacobeo, embarcaron en el vapor Aragón con rumbo a Santiago de Compostela y aquella tarde, 27 de agosto, uno de los componentes, Martín Valle, sugirió la idea de lanzar a las frías aguas azules una botella bien lacrada, que conservaba en su interior cinco estampas de la Virgen y un mensaje: “donde quiera que llegara se pusieran en contacto con la parroquia de San Francisco de Bilbao”.
Playa de Almáciga
                              Al cabo de ocho meses y dos días una pareja, Eusebio y Benita, aquella mañana sorprendidos por su impronta visión, que la providencia divina por medio de sus atenciones hacía cierta en tan bendita ocasión.
                              - Debemos rescatar para saber el misterioso significado y llevémosla a la señora maestra, doña Clotilde, para escuchar sus sabios consejos. Dijeron y fueron en busca de un objetivo concreto, que en el futuro fructificó con los contactos con sacerdotes y miembros cristianos de una y otra orilla del país a favor del vínculo mariano entre dos pueblos hermanos.
                              Ella se volvió hacia él, suplicante:
                              - ¿De qué se trata? Cuéntame. ¡Te lo suplico! No puedo soportar un minuto más esta incertidumbre.
                              - De cualquier modo, replicó Eusebio en voz baja y pausada, tenemos motivos para creer que nos esperan grandes noticias cuando lleguemos… a pregonar este hallazgo milagroso.
Ermita de la Virgen
                              Benita no dijo palabra y se quedó con los ojos bajos. Sus manos aferradas al pecho, estaban blancas y tensas.
                              Se detuvieron para tomar aliento y se dirigieron hacia el caserío y contaron lo sucedido a todos cuantos encontraban por el camino. 
                              Solemnemente y en plena euforia la Virgen de la botella, conocida de esta forma, fue bendecida el 27 de abril de 1950, réplica de aquella otra imagen de la Basílica de Nuestra Señora de Begoña, que posteriormente llegó a bordo del buque Monte Urquiola con un recibimiento total y absoluto del pueblo tinerfeño. La festividad se celebra en la fecha de su conmemoración del aniversario de su llegada a suelo patrio.
                              Escribir de una hazaña que canta a María del Cielo, es hacerlo sobre el alma canaria, que tiene en la Madre de Dios explicación y sentido. Ella representa la presencia materna que nos sostiene y fortalece.
Ntra. Sra. de Begoña 
                              Todos hemos gozado de una santa y bondadosa madre, que en nosotros ha desempeñado una tarea irreemplazable. Ha sido raíz fecunda de nuestro vivir. Por ella hemos entrado a la aventura apasionante de esta vida hermosa e inquietante a la vez. En la dificultad y en el cansancio hemos buscado en ella la delicadeza de la caricia o el hombro suave en el que, como gente sencilla, descansar. Nos insertó en un pueblo, en una comunidad, en un sinfín de relaciones ricas, vivas.
                              En un apresurado olvido quedan atrás vivencias y alegrías, que nos da la tierra de los nuestros. La memoria no es una espiral de formas y maneras de ser y estar, sino un amasijo confuso de pensamientos y recuerdos.
                              María de Begoña aparece como la memoria viva de un pueblo. Ella es la presencia materna, que todo hombre necesita. Es siempre el referente de nuestra identidad. Todos vivimos agradecidos. Asidos de la mano, un día sorprendidos caminamos a Almáciga a amarla y alabarla como Reina y Señora del corazón rendido a sus plantas.

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