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domingo, 20 de diciembre de 2020

CONMEMORACIÓN DE TODOS LOS FIELES DIFUNTOS

Cruces. Conmemoración
          La conmemoración de los fieles difuntos el 2 de  noviembre, comienzo de un mes trascendental para la fe  cristiana por la veneración de los seres queridos, que han partido a la eternidad, evoca la esencia de la naturaleza que  es vulnerable a las leyes y principios categóricos de la  materia, y las visitas a los cementerios acompañadas de ofrendas florales, misas y oraciones por los familiares, amigos…
                            La liturgia es realista, es concreta. Nos enmarca en las tres dimensiones de la vida: pasado, futuro y presente. Un día para recordar a quienes caminaron antes que nosotros, a los que nos han acompañado. Es una jornada de memoria, que nos lleva a las raíces. Nos espera un cielo y una tierra nueva, la ciudad santa de Jerusalén. El camino que debemos recorrer. Son las bienaventuranzas y luces que nos acompañan para no equivocarnos de senda.
Misterio. Eternidad
                            ¿Qué sentido tiene? Religioso y espiritual con el que rezo a los que han partido a la casa del Padre en busca de la Resurrección. Sea cual fuere, el mes de los difuntos es de esperanza en el que proclamamos nuestra salvación y la de aquellos, que recordamos con la oración y la santa Eucaristía.
                        Es formidable observar lo engalanado que están los cementerios en el undécimo mes del calendario gregoriano en todo el orbe. Las flores nos hacen pensar en la muerte, como la esperanza de alcanzar el tránsito a lo desconocido y esperado.
Esperanza. Reflexión
                             Los que aún vivimos, a muchos nos es difícil comprender la existencia del Padre Dios, fuente de vida. Creemos en el impulso tonificador para ser fieles a los compromisos sociales u otros de cualquier índole.
                          Para dar punto final a lo relatado como reflexión, plasmo en estas últimas líneas el soneto siguiente:
                              -Mis ojos se oscurecen paso a paso/al mirar la penumbra de los días/y suenan en tus labios melodías/al quebrarse mi vida poco a poco./¡No es menester, Señor, que Tú tampoco/te entregues a la muerte en este día/cuando noviembre nos trae la alegría/al recordar a los nuestros, que siempre,/por siempre se marcharon de este mundo!/Sembraron el amor y la amistad/y siguieron los ideales profundos/de la verdad y olor de santidad./Cuando vivo en comunión, yo difundo/el ansia a conseguir la eternidad.

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