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domingo, 3 de enero de 2021

EL SIGLO DE LA IMAGEN

Miguel Brito Rodrìguez
                              En el año que se cumplía el siglo de la imagen (1898-1998), la ocasión fue propicia de celebrar la exposición sobre tal motivo en Santa Cruz de La Palma. La efeméride adicionó para sí el homenaje a Miguel Brito Rodríguez (1876-1972), conocido entre sus paisanos con el sobrenombre de Mediomillón. Fue una excelente muestra del arte y de la constancia en el empeño de estar a la vanguardia de lo novedoso. El evento formó parte de la presentación del fabuloso libro de Carmen Dolores (Loló) Fernández Felipe (1947).                                                                                   La casa-palacio de los Condes de Salazar se convirtió en un mundo de magia para enseñarnos lo grandioso del ingenio humano y la vocación a algo inquietante y expectante por la imaginación de un pionero, que quiso darlo a conocer a los suyos, fueran o no embrujados por las nuevas ideas y conocimientos artístico-científicos de ese entonces.                                                     
Ciudad natal de Brito
                                              
La Palma, cuna de Miguel Brito, nacido en la ciudad capitalina, como de otros ilustres palmeros, estuvo presente en los momentos trascendentales de la invención del cine, ya que 3 años más tarde de su presentación oficial en París, en los inicios de 1898, trajo y exhibía por primera vez el cinematógrafo Lumiére. En esa Rambla de Cuba, actual plaza del Mercado (frente a la Recova), en donde transcurre la avenida El Puente, asombraba a los espectadores concentrados en los aledaños, que admiraban las escenas en movimiento de películas tituladas como “Los siete pasos de Jesús”, “Lección de baile”, “La borrachera” y “El Carnaval de París”.                                                                                                                              En 1865 se inauguró el primer estudio fotográfico, cuando el aludido personaje contaba con 11 años, debajo de su domicilio, calle de la Cuna, número 6, estrecho y sin patio a modo de las casas portuguesas. Aquel gabinete inigualable, aquella reunión de personas retratadas de poses inmóviles y rostros severos que miraban intensamente, anunciaron el surrealismo. El nuevo arte daría la oportunidad de plasmar de forma plástica a la sociedad palmera, deseosa de verse reflejada en el cartón. Es un siglo de progreso con exigencia artística y filosófica, ofreciendo sus instrumentos tecnológicos: cine, fotografía, fonógrafo, magnetófono y radio.                                                                                      La intuición, imaginación e individualismo lo acercan a discurso romántico. La necesidad de transformación social y la revolución de las mentalidades por medio de una actividad creativa lo invierten a un romántico irrevocable, puesto que es un prototipo del XIX, centuria donde se vive abismado por el ensueño y los prodigios debido a las epidemias y la muerte.      
Miguel Brito. Fotógrafo
                                          La fortuna quiso que fuera testigo y partícipe de las maravillas de ese entonces. Sus primeras proezas se hicieron con las luces, que realizó en una fiesta de Naval. Aquellas siluetas negras realizadas artesanalmente, cuya autoría se le da a Juan Bautista Fierro Van de Walle (1841-1930), despertaron el interés de todos los presentes, que representan una procesión.                                                                  Desde el XVI, cuando La Palma perfila su historia, se atribuye a los isleños un talante abierto y emprendedor, ambicioso y visionario que le marcó un carácter peculiar en las islas con grandes logros materiales y culturales.                                                  
Escena. Detalle genial
Las primeras películas medían 25 metros y bastaba con 2/3 de minuto para proyectarlas por completo. Proyectaba en la azotea del Teatro Chico sobre la pared de enfrente, que cubría con una sábana blanca. Una vez, en medio de la proyección, ocurrió una curiosa anécdota, que el film era mudo y subtitulaba: “¡Sálvese quien pueda!”. En ese momento caía una fuerte tormenta, acompañada de descarga eléctrica, cuando los asistentes corrían a refugiarse.                                                                                         Sus inquietudes puestas a punto en pro de la novedad y confort. En esa época se utilizaban los telones pintados, que servían para ilustrar la escena deseada como el jardín romántico, la frondosidad barroca, jarrones y florones claros, balaustradas simétricas, fuentes o escaleras. La perspectiva resultaba esencial para crear un ambiente estético y social. Los muebles fueron un accesorio más técnico que decorativo como la silla tonet y caballos de cartón para infantes, peanas de escayola, pedestales imperio, respiraciones fingidas al corsé, abanicos y flores. Nos encontramos delante de un cambio radical, donde los profesionales se hicieron más itinerantes y simpatizantes del mundo rural.
Vivienda familiar de Brito
                   
Actuando como fotógrafo en 1906 acompañó al rey Alfonso XIII (1886-1941) y a la Infanta María Teresa de Borbón y Habsburgo-Lorena (1882-1912) con su esposo, Fernando María de  Baviera y Borbón (1884-1958), junto a varios ministros, mostrando dicha visita al archipiélago en piezas sueltas y en 2 álbumes.                                                                                     El muy estimado polifacético en 2002 por iniciativa popular fue distinguido por el ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife con una calle a su nombre: “Cineasta Miguel Brito”, que está ubicada junto al colegio El Chapatal, parque La Granja, y siendo recordado su fallecimiento, 24 de mayo, a los 96 años, cuyos restos mortales descansan en el cementerio de Santa Lastenia, junto a los de su esposa Blanca Rosa Padilla Cabrera (1909-2000).

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