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domingo, 26 de septiembre de 2021

SANTA CRUZ DE LA PALMA: RINCONES CON NOMBRE (X)

                              CALLE SAN SEBASTIÁN: Cerca del área de esta zona, en este punto concreto del municipio existen sitios para ver y disfrutar. Si lo que queremos es llegar a este lugar, tenemos que indicar desde donde queremos partir. Lo hacemos desde su homónima de Vandewalle, desde el saliente, junto a la centenaria Real Sociedad Cosmológica-Biblioteca Municipal, hasta hallar Montecristo, pasando antes por las respectivas calles adyacentes Virgen de La Luz, Adolfo Cabrera Pinto, Francisco Abreu, San Miguel, Drago, Cajita Blanca, Dornajos y Las Tosquitas.

                              Es la arteria principal del barrio de La Canela o de San Sebastián. Recibe el nombre del santo mártir romano protector contra la peste y cuenta con una ermita del siglo XVI. La calle se integra en el antiguo camino real de la Banda, que conecta Santa Cruz de La Palma con el Valle de Aridane hasta el puerto de Tazacorte, cruzando la cumbre. También, fue conocida como calle que sube al tanque de San Sebastián y camino de Buenavista, calle real que va de la plaza al convento de Santo Domingo y a Buenavista, calle real que va a la cruz de Calcinas o calle real que va al dornajo.

                 Durante quinientos años residieron en ella personalidades de las milicias, la política, la religión y las artes, acogiendo, además, importantes instituciones culturales como la Real Sociedad Económica de Amigos del País de La Palma y la imprenta de El Time.

                  En la primera mitad del XX estuvo nutrida de tabaqueros, bordadoras y costureras, relojeros y joyeros, carpinteros, latoneros y excelentes maestros reposteros y panaderos. Poblada de ventas y pequeños comercios de víveres, como los renombrados de Juan San Gil, Socorro y Castelar, que más de cien años compitieron con los centros neurálgicos del mercado de la ciudad capital.

                              Podemos comenzar a describir su itinerario, dividiéndola en tres tramos, de este a oeste, de pronunciada pendiente. Su primer tramo se llamó, en algún tiempo, asimismo cuesta del pósito o calle real que dicen del pósito, que comprende desde la mencionada Real Sociedad intelectual hasta la plaza de la antigua ermita. En ese recorrido nos recreamos con la calle Virgen de La Luz, invitación a la observación de un pasado espléndido lleno de acontecimientos históricos, sociales y culturales.

            A la derecha, con su atractiva fachada, que aún hoy luce con un magnífico estilo tradicional, nos atrae la vivienda con el número 4, que el licenciado Blas Lorenzo de Cepeda en su propio hogar dio muerte a puñaladas a su mujer Francisca Pérez Docanto, por lo que tuvo que huir de la isla de manera oculta para evitar la acción de la justicia.

                              El Cabildo Insular en su momento mostró interés en comprar parte del inmueble, para que sirviera de casa de alhóndiga, y así recoger el pan de los pósitos, que denominó de los pobres.

                              El estudio del establecimiento de un colegio de segunda enseñanza en La Palma, hizo que la Sociedad Económica insular decidiera fundar una permanente en Madrid y que tuviera la misión del cargo de los trámites necesarios para obtener el centro educativo.

                              Así, con fecha 6 de septiembre de 1866, se dirigió una Exposición a la reina. En dicho documento se recogen las opiniones del palmero Faustino Méndez Cabezola (1836-1880), licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras por la Universidad de Madrid, catedrático del Instituto de Canarias en San Cristóbal de La Laguna y del de Guipúzcoa, gobernador civil de Logroño, etc. y secretario del dicho ente cultural.

                              La mencionada institución no se limitó a tramitar el documento con lo acordado a la Corte, sino que escribió a uno de los hijos ilustres de este pueblo Valeriano Fernández Ferraz (1831-1925), doctor en Filología Clásica y catedrático de árabe de la universidad madrileña, solicitando su apoyo.

                              Por fin, llegó la ocasión, en la vivienda número 10, próxima a la escalinata de acceso a la plaza y ermita, con todo dispuesto como la gestión económica, la dotación material, el acondicionamiento del local y la contratación del profesorado se inauguró el colegio Santa Catalina con los aires liberales de los años 60 del decimonónico.  La historia de la enseñanza secundaria palmera se escribe desde el recuerdo de ese acontecimiento, sucedido el martes, 27 de octubre de 1868, por el insigne patriota señor Méndez.

                              Finalizado el primero, comenzamos con el segundo tramo, que consiste en un serpentear ascendente desde la vía Adolfo Cabrera Pinto para encontrarnos con la de Francisco Abreu, que atraviesa una parte del antiguo huerto del convento dominico de Santa Catalina de Siena. Fue abierta entre 1876 y 1878 y urbanizada hacia el oeste, conociéndole desde entonces como calle Nueva. Desde 1904, a propuesta de varios vecinos del barrio, lleva el nombre del médico y político Francisco Abreu García (1861-1912), apodado “el amigo de los pobres”.

                      Entre sus inmuebles resaltan los números iniciales, que siguen modelos constructivos de la segunda mitad del XIX y principios de la siguiente centuria, siendo llamativo una de las pocas casas modernistas, nº 4, proyectada por el maestro de obras Eladio Duque Batista (1869-¿?) en 1911, y el nº 1, más antigua que la anterior.

            Históricamente, la de San Miguel limitaba al este con el antiguo huerto del monasterio monjil, por lo que se conocía como callejón de las monjas. Su denominación actual comienza a oficializarse en la segunda mitad del XIX y está relacionada con el convento de San Miguel de Las Victorias.

                              Arquitectónicamente, llama la atención porque las viviendas del lado derecho son más viejas que las del costado contrario. En el primer caso, encontramos varias terreras y de dos o más plantas, de factura tradicional, anteriores al XIX. La alineación oriental, correspondiente a la numeración impar, ocupa el solar del exhuerto monástico. Sobresale la variedad estilística y su modernidad: estilo neoclásico, racionalismo y eclecticismo.

         En el inmueble destacado en el extremo, bifurcación con la calle del Medio, vivió el prestigioso galeno Miguel Pérez Camacho (1882-1957), aunque haya sido por poco tiempo. Se trasladó de joven a Cuba, estudió la carrera de Medicina, y pronto se dio a conocer como un profesional de muy cierta fama. Ejerció como cirujano en la isla caribeña, en la ciudad de Cabaiguán, provincia de Santa Clara. Más tarde se trasladó a su isla natal, llegando el jueves, 28 de julio de 1932, y en Santa Cruz de La Palma trabajó en el Hospital de Dolores y en su clínica privada con el nombre de “Clínica Camacho”.

                              Fue poseedor de la encomienda y placa de la Orden de Sanidad, Medalla de Oro de la ciudad de Santa Cruz de La Palma, nombre de una de sus calles y un busto en bronce en la plaza de La Alameda, que se encuentra muy cerca en donde estuvo su clínica, actualmente sede del Centro de Salud, considerada y puesta en valor recientemente como una joya arquitectónica, obra de Miguel Martín Fernández de la Torre (1894-1980), arquitecto grancanario, y que por parte del Consistorio se pretende conservar y proteger.

                              Más arriba nos situamos en la calle Drago, nombre derivado de nuestro acervo patrimonial de flora y fauna autóctona. Es el antiguo callejón que va al convento de Santo Domingo que comenzó a conocerse en el XIX.

                              En ella, durante varios siglos, hubo una finca de riego conocida como “La Caballita”, que desde el XVIII se convirtió en propiedad de la familia Ferrer y en ella vivió Ubaldo Bordanova Moreno (1866-1909), autor entre otros de los programas iconográficos de las capillas mayores de las iglesias de El Salvador, de Las Nieves, de San Antonio de Fuencaliente y San Sebastián, de la embocadura del Teatro Chico y de la casa Martín Cabrera en Pérez de Brito, nº 57.

                              Bordanova retrató la hacienda en varias ocasiones y sus óleos constituyen unas de las imágenes más antiguas que se conocen de la zona y resultan fuentes fundamentales para el estudio de la historia urbanística de la calle y de otras.

                              En ambas esquinas de la misma se halla, por el lado primero, la casa Fernández, cuyo propietario fue Bernabé Fernández, que como buen discípulo de su padre fue maestro en el oficio de carpintería y arquitecto ensamblador de retablos, pero le superó con creces en el desempeño de su dilatado quehacer profesional.

                   Se le ha considerado el carpintero más sobresaliente de la isla, durante el periodo de su actividad artesanal, que abarcó toda la primera mitad del XVIII, fue artífice de las magníficas cubiertas y de los retablos de las tres capillas de San Juan Bautista de Puntallana. Autor, también, de la espléndida armadura del salón de la casa del médico inglés Francisco They en Álvarez de Abreu, nº 57 y las de las escaleras principales de las de Vélez de Ontanilla en O´Daly, nº 27, y del Deán Massieu en Pérez Volcán, nº 12. Se conservan, aún, varios retablos en diversos templos de La Palma como el mayor en el viejo San José de Breña Baja, el de la ermita de la Concepción de Breña Alta, el del Nazareno en los Remedios de Los Llanos, el de la capilla de San Nicolás de San Francisco de esta ciudad, el de San Bartolomé de la Galga y el mayor de San Andrés en Los Sauces.

                              Y, por el otro lado, en el de enfrente, El Rincón de Pepita Sosa, apelativo sugerido como iniciativa popular de doscientos veinticuatro antiguos alumnos y padres, que fue aprobado en 1998 por el pleno municipal.

                              Se trata de una plazoleta pensada para honrar la memoria de una de las mujeres más influyentes del barrio durante el segundo tercio del XX, llamada Josefa Patricinia Ascensión Sosa Armas, vulgarmente conocida como “Pepita Sosa”, que abrió una academia privada en su domicilio por la que pasaron hasta tres generaciones de jóvenes.

                            Sintiendo la satisfacción de haber finalizado los dos tramos anteriores o de empezar el tercero y último, recordamos a María Nieves Samblás Hernández (1925), que fue lo que quiso ser hasta la muerte. La poetisa del don natural, trasladó toda la energía que le dio la vida para proyectar su ilusión y su emoción a los demás, sin dejar de ser ella misma, sin arreglos, ni afeites canta al pueblo llano al que ella pertenece. Enamorada de su isla natal, le dedicó la mayor parte de su obra poética, por lo que se conoce por la “Cantora de Benahoare”.

                              Llegando al Dornajo, se abre la de Tosquitas desde la parte alta de San Sebastián y hacia el este, enlazaba con la de Montecristo. Hoy ha quedado interrumpida por el trazado de la carretera de Timibúcar.

                              Haciendo alarde de su formación estilística nos introducimos con ojos sorprendidos y con el palpitar del corazón contemplando la belleza de una amplia vista panorámica en Cajita Blanca. Debe su nombre a la arqueta de reparto desde la que se distribuía el agua del abasto público hacia el sector sur a través de una red de canalizaciones y a la referencia al color de la cal con la que se revestía.

                              Montecristo, no es casual que la cima del barrio se llame así, en alusión al monte de Cristo o monte Tabor, el monte alto, ya que desde este lugar se tienen unas visiones privilegiadas. Se trata de una arteria muy irregular.

           FUENTES CONSULTADAS:

     -Callejero del barrio de San Sebastián. Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma.

     -75 Aniversario. Instituto Alonso Pérez Díaz. Santa Cruz de La Palma. 2007.

     -Santa Cruz de La Palma: recorrido histórico-social a través de su arquitectura doméstica. Jaime Pérez García. 2004.

     -Otras fuentes de información de archivos propios.

     -Conocimientos y vivencias personales.

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